Viendo "Posts antiguos"

En Cahabón (Carta)


Santa María Cahabón, 28 de mayo del 2005
(extracto)
Querida Vicky, 

Es media noche y no puedo dormir. El cansancio se ha apoderado y dejado sin sueño. Leo su carta y en ella escucho el silencio de las palabras que se elevan llegando hasta estos lugares. Sobre todo sabiendo de antemano de cómo usted y todas las hermanas oran por nosotros, por nuestro trabajo, para que seamos fuertes y sobre todo fieles. Vaya que me he refugiado en la oración, aunque no siempre la mía, pues cuando más débil estoy más imposible se me hace orar y es cuando más me fío de la oración de toda la Iglesia...

Creo que cada día tenemos que saber encontrar la manera de estar donde estamos sin extrañar más allá de las fronteras de nosotros mismos, salirnos de nosotros mismos puede ser peligroso... El Señor está con nosotros, en nuestros límites, en caso de ir más allá, ha de ser en ese estar en nosotros y con nosotros. El Señor nos toma más en serio de lo que nosotros imaginados, por eso la confianza en él, es la certeza de tu presencia íntima.
Las temperaturas han subido un poco más, pero no me da tiempo de sentirlo, cuando me entero amanece y sin darme cuanta ya es de tarde. 
Los campesinos están sembrando al tierra con mucha devoción. El Maíz ya ha mostrado sus dos hojitas en algunos lados y la lluvia ha comenzado a declararse nuestra aliada.
En el país no dejamos de lamentar la muerte continua de personas. Sobre todo mujeres y jóvenes. Aquí en Cahabón mueren muchos niños y madres al dar a luz a sus hijos. Llevamos un poco más de seis meses en que el Centro de salud no tiene ambulancia y a veces médico... imagínese! Sin embargo nosotros seguimos haciendo lo que se nos ha pedido y con quienes se nos han encomendado.

Aquí algo de mi inspiración

Aquí está quien le canta a la nostalgia sublime,
Al olor de los motores.
Quien aúlla en el secreto de su alma,
Quien levanta el asfalto con la tristeza,
Quien ha puesto toda su fuerza en los anhelos,
Quien se muere titiritando de frío.
El príncipe incoloro de ninguna princesa.
Quien se levanta entre pájaros
Y se acuesta con los sueños.

Por: G. Delgado
Foto: Ramiro Argueta


martes, 30 de diciembre de 2014

La dignidad

Desde este púlpito,
en la procesión anual de los días que acaban
vengo a declararme en la memoria de los pueblos
y en la sangre antigua de todas las razas del universo.

Mi deseo primero 
consiste en que todos
los que han venido a oírme
 arranquen de mis palabras un trozo de silencio,
y que sepan de una vez por todas
que conozco los profundos secretos
de la espera
y la precisión.

Que no hablo a solas,
Qué alguien conoce mis caminos,
Que sigo vivo,
Que la libertad es ruta sin final.
Que puedo, al menos, decir una palabra
más allá de lo supuesto.

Que si bien traigo raíces
humilladas en sequía,
tengo la fuerza en la voz
pues, vivo de manantiales profundos.

Debo decir también,
que regalo canciones rupestres
desde los campos de concentración
y toques de queda
a los enamorados
que se suben al medio día
a calcular sus años amando.

Además,
que todavía hay gente que
no usa el derecho de hablar,
que son paredones de otras voces.

Que se puede volver de la maldición
para quedarse en el ara de los altares,
y depositar en otros labios
la ofrenda de azahares de la madrugada.

Desde este púlpito
al que hoy subo
debe decirle a todos los que me oyen:
- Que soy encomendero del amor
- Que nada es mío
- Que tengo la ternura de los árboles vetustos
- Que traigo el agua vertida de las piedras
y la sal de los collados
- Que odio desde el sacrificio
- Que en la ternura habla quien calla
- Que ahora estoy
en el refugio silente de altísimas alas
envuelto de ungüentos sagrados,
y al salir del agua lustral
vengo rompiendo las palabras últimas
para decir
a todos ustedes,
 desde este pórtico:
¡que el barro de mi hechura es de amor!
¡que la dignidad no sólo es un derecho,
es consustancial a lo divino!
¡Que la última palabra es la que me sostiene
y está contenida en el templo sagrado
en la que todos fuimos formados,
y esa última palabra aún está por decirse!

¡El que tenga oídos que oiga!

Por: Gvillermo Delgado
Fotos: JD&MM


Colibrí



Después de todo,
eres una certeza madurada con el sol
que vino poco a poco a este lugar.

Ya no te busco como lo hacía antes 
cuando desesperado agarraba camino
a perseguirte en mis viajes solitarios
sin apenas saber dónde tenías tu casa.

Ahora más bien,
me aproximo a tus alas concretas
que envuelven las almas, incluida la mía.

Porque cada vez que te acercas a mi solar
mi corazón empieza a prepararse
poco a poco
para que te poses
en la frescura de mis ramas.

Ocurre que
si llego  donde tú estás
o si vienes donde estoy yo
lo mismo da.

Siempre nos abrazamos desde dentro,
como raíces de árboles extraños
que se encuentran en el silencio
del fértil humus.

Y al presentir que estás por irte
me regreso en velocidad a la morada solitaria
dejándote atrás.

En mi camino de regreso,
de algún modo,
 adelante vienes
por donde el horizonte cae:
yo parezco perseguirte,
para intentar tocarte con mi dedo hacedor.

Mientras avanzo montaña adentro,
por las veredas más extrañas
me filtro entre los matorrales,
entristecido a buscarte
en la espesura de la neblina
que dejó la lluvia de la tarde.

Porque para mí
siempre ausente estás
y presente a la vez:
tanto que te haces totalmente actual
y radicalmente distante.

De ese modo,
como pastor solitario
pertenezco a los cerros.

Allá, paso viéndote en los detalles.
Me quedo oyéndote en la voz de los colibríes,
o, sintiéndote en la penumbra de cada tarde que se va.

Y cada vez me entrego a la noche
mecido por los grillitos del camino.

A media noche
a la hora de los espíritus benévolos
me baño en aceite crismal,
me consiento en tu belleza
para dormir cundido de amor.


Lejos de todo mal.

Por:  De José G. Delgado, OP
Fotos: prestadas



martes, 23 de diciembre de 2014

Diriamba


Apenas amanecía en Diriamba,

las ramas de los pinos y cipreses

golpeaban el silencio a latigazos.

¿A qué se debe tanto furor?
... 
Desde muy dentro del alma universal
resuena el Tum ancestral
que lamenta a los que se han ido:
unos sin retorno,
habitando distancias;
otros en simple vigía.

Silencio,
dile a mi alma:
¿Cuánto duele un azote?

Respondan a coro
árboles del bosque
gruesos y esbeltos:
¿por qué golpean tan fuerte al viento?
¿Acaso no pueden atajar las tristezas
y vencer la oscura noche con su altura?
... 
Entrada la noche 
cuando llega el sosiego
Los cipreses y los pinos erguidos
abren paso al silencio
de la oscura noche de los sueños,
sin lastimar apenas.
El alma
colmada

reposa en calma.

Por: Gvillermo D.
Foto: jgda 
miércoles, 17 de diciembre de 2014

La confianza


La confianza es ponerme enteramente en las manos de “la otra persona”. Yo empiezo a confiar en ti según las cualidades que me haces visible al presentarte delante de mi.

LLa confianza da origen a la amistad. La amistad es la unificación de los distintos  modos de ser de la  persona, expresadas en la diversidad. O sea que, la amistad no es un proyecto cualquiera, ni las cualidades y perfecciones de lo humano descritas en una sola persona. La perfección de la amistad se desgrana en las diferentes personas asociadas a tus relaciones inmediatas: los amigos del trabajo o de estudio, las amistades de tu comunidad eclesial, los hijos, los hermanos, el padre, la madre, la novia o el novia, los esposos; en fin, todas las relaciones contribuyen a la construcción de la amistad. La amistad empieza por reconocer en las personas, en esa diversidad, aquello de lo que son capaces, según las condiciones intelectivas y afectivas para realizar cualquier meta, ellas, que expelen confianza como el aroma de las flores silvestres. La amistad se huele.


Para comprender esto, a veces hay que tomar distancia de las personas en quien se confía, aunque sea el ser amado, para darle tiempo a que se manifiesten las virtudes que en él o en ella prevalecen. Este ejercicio no siempre es fácil. A veces es doloroso. Pero sólo así la persona en quien se confía usará la creatividad para hacer valer aquello que se le ha sido dado en gracia. Tanto quien da como quien recibe la confianza, danzan mano a mano. Cada uno se ha puesto en las manos del otro.


Si la amistad se huele, es porque la confianza es la música que evoca la danza de la amistad.Todo desde la confianza, nada sin ella.


Tal realidad genera hacia fuera y hacia dentro de sí mismo la Fe-Amor, para creer en quien se ama. Con lo cual, nos movemos a tomar decisiones definitivas. En consecuencia a ser más felices.

El contrario de la confianza es el miedo. Del miedo se deriva la des-confianza. El miedo es inmovilidad, es resistencia al cambio. Por ejemplo, cuando asumimos a Dios sólo desde la tradición, las normas-cumplimiento, y la ritualidad, entonces la divinidad pierde su encanto novedoso. Lo propio de Dios es lo que no cambia, pero que a su vez provoca el permanente cambio, porque “en el cambio está la evolución” (Chambao) y lo novedoso que muestra el encanto de la belleza. Venimos de quién no es movido por nada pero que  a su vez lo mueve todo, y en ambos puntos tanto el de partida como de llegada esta la belleza. Lo humano está determinado por su ser evolutivo, que  es  el encaminarse de manera permanente hacia su perfección, como el río orientado a fundirse en el inmenso mar, así la persona avanza a fundirse en el misterioso ser divino, que los místicos llaman mirarse cara a cara con él.


No olvides que el miedo, más que el egoísmo, es lo contrario del amor. El miedo es trampa que no deja que el ser de lo humano se manifieste tal cual. El miedo se opone a la autenticidad. El miedo ciega porque no permite visibilizar lo bello y niega la apertura a los otros y a Dios. Como opuesto al amor, el miedo es desconfianza pura.


Por: Gvillermo Delgado.
Fotos: jgda

miércoles, 10 de diciembre de 2014

HOMBRE DE ESPERANZA


Tal como mi madre me espera que llegue al menos cada navidad a casa, así de ansioso me pongo cuando espero que llegue o vuelvan quienes yo amo o me aman. Me refiero a esas personas que de modo continuado dan sentido y alegría a mis horas, a pesar del ajetreo y dificultades de la vida.

Cuando en estos días de diciembre y Adviento recuerdo las letras del canto “Ven, ven Señor no tardes” o las palabras del Apocalipsis que dicen ¡Ven, Señor Jesús! (Ap 22, 22) ese mismo sentir de mi madre y de mis amistades se transfiguran en el Señor, en quien yo creo. 

Supongo además que, tarde o temprano cuando él pose su mirada en mí y me asuma para sí, entonces ese anhelo habrá acabado; pues se cumplirán aquellas palabras de San Pablo cuando dice: 
“Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido” (1Cor 13, 12).
Esa sensación “natural” ha de ser porque busco mi-ser-semejante, y no es casualidad que la mejor figura e imagen sea la del creador.

Aquí vienen a colación las palabras del filósofo Sören Kierkegaard al decir: 
“Lo igual solo se conoce por lo igual; solamente quien permanece en el amor puede conocer el amor, y además el amor puede ser conocido”.
 Jesús dijo: 
Permanezcan en mi amor.
Eso, simplemente, eso, es lo que pretendo. Ahí está fundada mi esperanza.

Confieso que el amor es lo que sostiene mis alegrías. Hasta que llegue el día de mi arrebato definitivo (Mt 25). 

Mientras tanto, experimento el amor divino en la amistad de tantas personas que me ayudan a ser bueno y bello, a ser hombre de esperanza.

Por: Gvillermo Delgado OP
Fotos: prestadas
sábado, 29 de noviembre de 2014

Los grandes hombres


A: Mis hermanos: Leo, Migue, Cesar, Sergio Delgado
La gloria de los grandes hombres se mide por la lucha que han hecho durante toda su vida al hacer sus tareas, y no por los triunfos que han alcanzado. “La mayor satisfacción está en el esfuerzo y no en los resultados” , decía el Maestro Gandhi.

Esos hombres se parecen a los árboles que en el verano tienen que votar sus hojas para mantenerse vivos, y sobrevivir para el próximo invierno. Pero es entonces, sí en verano, cuando florecen, exponen sus mejores galas, como si murmuraran: que no hay pérdida sin belleza. Por eso, dicen que las flores más bonitas son las del desierto, pues pintan de colores la soledad (Rubén Blades). Lo que en la aridez se avanza, es precisamente lo que se alcanza. 

Como el campesino que disfruta la sombra después varias horas bajo el sol. En la sombra medita la cosecha que espera, cosecha que no será para sí únicamente, sino para compartirla, cuando piensa en su mujer y sus hijos; Así se mide la gloria de los grandes hombres.

Por: Gvillermo D.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Existir


A: Mis sobrinos y a mis amigas Merce y Magaly

Por prueba y error comprendemos que la vida es lo que viene con la muerte. Al enmendar errores propios o ajenos, la vida termina perfeccionandose en la persona que enmienda. Entonces no sólo la muerte le da sentido a la vida sino que la vida le da sentido a la muerte. Una muerte sin sentido empuja irrevocablemente  a una vida sin sentido. Y una vida sin sentido ¿para qué vivirla? Quien vive la vida sin sentido no-existe, deambula como "alma en pena" por el mundo. Penando y haciendo penar. 
El sentido tiene que ver con las razones del por qué vivir, es aquello con lo que nos empujamos así mismos hacia lo que llamamos perfección, eso que sólo se nutre del sustrato propio de la existencia. ¿Pregúntate por qué vives o para quién vives? en la respuesta hallarás el sentido de vivir y del para qué vivir. La religión que no ayude a este fin está totalmente fuera de ser autentica. Toda religión si es auténtica no sólo nos relaciona con lo trascendente, que es Dios, sino que nos permite a nosotros trascendernos, es decir salir de sí mismos para encontrarnos a nosotros mismos en los demás y en lo que llamamos mundo. Aquí está el principio más propio del amor.
Por eso, las confesiones de fe tienen que haber nacido primordialmente en afirmar que "he amado", que es lo mismo: "juro que existo". Con lo cual caigo en la cuenta que existir es  hacer camino al lado de la otra persona. Aquí aparece lo que en el lenguaje cristiano llamamos amar-al-prójimo, comprensible sólo en el mandamiento esencial: amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Por: Gvillermo D

lunes, 24 de noviembre de 2014

La Corona de Adviento


LA CORONA DE ADVIENTO tiene cuatro velas, que pueden ser de colores diferentes. Se recomienda que tengan los cuatro colores litúrgicos (morado, rojo, verde y blanco/azul). Dejando el cirio blanco con decoración especial para solemnidad de la Navidad, como quinta vela que se coloca en el centro de la Corona.

LA LUZ DE LAS VELAS: inicia el camino, aleja el miedo y favorece la comunicación. Es símbolo de Jesucristo que ilumina la vida de familia. Es símbolo de la presencia permanente de Dios que está en todo momento y en todo lugar, como luz: está de día y de noche, en el camino y la montaña, en la vida y en la muerte, en la soledad y el ruido. Lo abraza todo con su luz. Como el sol en el día y la luna y las estrellas por las noches.

Con las velas encendidas se espera que crezca la luz en el camino de la vida, la esperanza, y el compromiso de vida por la vida. La bendición que necesita nuestra Corona de Adviento es la disposición de todos para preparar nuestra vida y nuestra casa para esperar al Niño Dios que viene a invitarnos a vivir de una manera diferente a esa que llevamos y que no es tan buena, que digamos...


Por: Gvillermo Delgado OP
Artes: Walter García

jueves, 20 de noviembre de 2014

Adviento



ADVIENTO Es el período de las cuatro semanas antes de la Navidad. Este tiempo nos prepara interiormente para la llegada de Nuestro Señor Jesucristo. Los cristianos esperamos ansiosos la manifestación definitiva del Señor. Él mismo nos dijo: Mira, vengo pronto (Ap 22, 7). Los cristianos decimos ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! (Ap 22, 22). Eso es el significado fundamental de estos días.

La palabra Adviento significa “llegada” y claramente indica la actitud de vigilia y preparación de los cristianos. Nos dice el Apóstol San Pablo: Ustedes mismos saben perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche. Pero ustedes hermanos no vivan en la oscuridad, para que ese día no los sorprenda como ladrón, pues ustedes son hijos de la luz e hijos del día (1 Tes 5, 2. 4-5).

Durante esos cuatro domingos que anteceden a la fiesta de Navidad, preparamos nuestra alma para recibir a Cristo y celebrar con Él su presencia entre nosotros. Para sentirlo cerca de nuestras vidas. Tal, como lo afirma San Juan: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1, 14).

Por: Gvillemo Delgado
Colaboradores: Merce Zelada y Walter García

Exilio


¿Cómo volver
desde la fuerza
del impulso original
cuando estoy lejos de ti?

Como se levanta
el día cada mañana
divisando a poquitos...
mirando desde lejos
el valle de techos agachados...
así me acurruco para verte a la distancia

y ansioso me postro 

e intento

bajar 

l e n t a m e n t e

por el camino espiral

de los azacuanes

hasta la estación del abrazo.

Quiero volver a vos
en los sones
incendiados de noviembre,
en los petardos
ingenuos de enero en feria.

Y subir las oraciones
por las escaleras del pom,
incluirme distraído - en disimulo-
entre a los aguacatales en ágora.

Al volver a tus corredores
de huipil en piedra
y a tus gotas de agua ausente
me haré argamasa
para tus monumentos
y vigilaré hasta que duren los días
como esas flores que nacen con cada tormenta
y que toleran la sed
porque de pié
vociferan que ellas son la esfinge
ensangrentada de tus templos.

Bajaré con la sangre puesta
para dejarla en tus breñales
de odios y persecuciones.

Bajaré con el sol,
Subiré con la luna.

Despertaré con los vivos
y dormiré con tus muertos. 

Por: Gvillermo Delgado
Foto: jgda
sábado, 15 de noviembre de 2014

SER VIRTUOSOS

Ser virtuosos a la luz de las prácticas de fe

La persona virtuosa es aquella que actúa no para ser compensada por lo que hace, sino porque la fe da sentido a toda su vida. 
Nunca actúes ni te comprometas religiosamente si lo que buscas hacer a este nivel no da sentido a tu vida. 
Es decir, si la fe no te ayuda a responder a la pregunta ¿para qué vivir? No estás en el camino correcto. 

El sentido de la vida ayuda a vivir alegremente y a superar con esperanza las dificultades más grandes, aún aquellas que impliquen la muerte. Entonces es cuando brillan las virtudes. Aristóteles decía que en "en las adversidades sale a la luz la virtud."

Es virtuosa la persona que sigue la voz interior de su conciencia y la voz de Dios. La conciencia se forma a la luz de la experiencia propia y ajena. 

Ser virtuosos a la luz de las prácticas de fe es aceptar libremente las disciplinas propias de la vida, en función del sentido de la vida. Por ejemplo, practicar ejercicios concretos en función de la obediencia. Saber obedecer nos libera. 

Por eso dijo Jesús que, la verdad nos hará libres (Jn 8, 32). Aceptar la verdad es enfrentar los embates diversos que esa aceptación contrae. Sólo será posible a partir de la constancia, la disciplina, las convicciones de fe y la propia experiencia. 

Toda lucha como práctica de la virtud en el buen entendido de lo que la persona busca, le convierte tarde o temprano en virtuosa.

Por: Fr. Gvillermo Delgado
domingo, 5 de octubre de 2014

Dichosos los limpios de corazón



Quien mira a Dios ahora mismo, lo mirará para siempre.

Octubre tiene aires, olores, colores y sabores propios. Todo se ordena en torno al rostro, la mirada sublime de la Madre del Señor y a la actitud enternecida de su Hijo, que resplandece en sus brazos. Octubre es nostalgia, por lo que fuimos, por los que ya no están; a la vez, tiempo de agradecimiento por lo que somos ahora mismo; por lo que tenemos, por lo que nos esmeramos alcanzar, desde las primeras horas del día; y por las razones en las que regresamos a casa y esperamos los fines de semana. 
Octubre es pues, la fortaleza para seguir avanzando en el proyecto que nos ha traído hasta aquí. Es pensar en los nuestros: en los hijos cuando sean grandes y alcancen metas, es consentir la esperanza de los buenos tiempos de salud, la economía doméstica, el techo seguro, la mesa servida, y los tantos amigos o familiares que hacen de las tardes del sábado o del domingo, días inolvidables; es estar contentos, ir por las calles y avenidas o salir de paseo sin temor alguno por los senderos de nuestro país. ¡Eso es octubre! 
Esas son las bienaventuranzas cotidianas en las que una vez más nos unimos fervorosos a los pies de La Madre del Señor, Patrona de Guatemala.
Este año hemos preparado el templo, como casa grande, con motivos particulares. Nos preside como tema central el evangelio de acuerdo al Sermón del Monte, a partir de las bienaventuranzas.
Destacamos el versículo: Felices los de corazón limpio porque ellos verán a Dios (Mt 5,8). Aquí contemplamos el rostro maternal de Dios, vehiculado por María Santísima. Tal contemplación sería a penas un discurso sino propusiéramos un itinerario espiritual que nos mueva a ese ser limpios de corazón, ante la posibilidad, más posible, de ver a Dios un día; más aún, hacerlo visible en los rostros de los nuestros. Ese camino, está reforzado por las virtudes, que ustedes encontrarán a lo largo de la nave central sostenido por catorce ángeles. 
Las virtudes no sólo son una sugerencia para alcanzar lo que buscamos en el camino espiritual, sino modos de perfección humanamente experimentados. Por ejemplo, en María de Nazaret o en los santos. Si haces lo posible para que esto acontezca en tu corazón, estoy seguro que podrás llegar al centro de este mensaje expresado bellamente en el rostro de la Madre del Señor.
Estando en el templo, la casa grande, usted tendrá la oportunidad de sentir esa pureza de corazón, en la irradiación de luz, que bañan el conjunto. Con todo ellos nos movemos hacia la Bella Madre; lo sentirás en los valores y virtudes, ahí visibles.

Quien está limpio de corazón lo más probable es que verá a Dios. Las virtudes nos encaminan a perfeccionar esa intención. Por eso, la alegoría tiene muchos detalles de luz y color porque queremos entrar en tu corazón. De tal manera que, al salir del templo cada quien se sienta limpio, saludable. Y pueda recordar que, quien mira a Dios ahora mismo, lo mirará para siempre. 

Por: Fray Guillermo Delgado
Foto: Archivos de la Cofradía del Santísimo Rosario
martes, 9 de septiembre de 2014

Amarás



Él es la semilla perdurable que despertó al universo con La Verdad Concreta. Como toda semilla tuvo que enterrarse en el silencio de los muertos.
- En Él vos y yo somos, existimos (como caminantes), como dos en la ciudad (la polis), no de cualquier manera sino como "la voz elemental de los siglos que anula la hipocresía y pone al descubierto al más común de los sentidos, para volver a relacionarnos como originalmente fuimos". En Él, precisamente, te descubrí de manera inesperada entre las multitudes. Ahí en la ciudad, donde a veces se está, sin avanzar, de manera anónima. Sin embargo, ¿vos ibas, o yo venía?, nadie lo sabe; el caso es que, sacamos a la polis del anonimato, para hacer política. Política de personas de ciudad. Ahí donde lo asesinaron a Él, por encontrarse delante de aquellos que como vos y yo necesitamos hallarnos más allá de la precariedad.

- Antes de irse, nos recomendó cuidarnos, el  uno al otro, y dijo que la clave para la felicidad y de todo lo demás que necesitamos para vivir felices está en amar. En entrega o acogimiento. 

-  Por lo mismo, no hames (con mala ortografía). Te lo repito: Amarás, dijo Él. Lo reafirmó  antes de su sentencia de muerte. ¿A caso ese mandado era tan revolucionario que le costara la vida?

- Al poco tiempo lo asesinaron quienes dicen que haman. Y nosotros le dimos continuidad aquel resuello doloroso de último momento. A pesar de todo, nos vinimos a vivir en este espacio único de la contingencia. 

Por: Gvillermo Delgado
Foto: jgda


miércoles, 13 de agosto de 2014

Las manos


Supe por el Filósofo que
 las manos son prolongación del alma. 

Entonces,
 el alma ha de prolongar las acciones de las manos. 

Lejos, lejos podemos llegar. 

Ahora mira tus manos. 
Considera tu alma

Santa María Magdalena y la doctrina de las lágrimas




María Magdalena y la doctrina de las lágrimas de Santa Catalina de Siena

Santa Catalina de Siena en la doctrina de las lágrimas dice que: el deseo más grande del alma es alcanzar la perfección. El alma avanza hacia ese estado a través de las lágrimas que nacen del corazón. El corazón se manifiesta en los ojos, porque todas las lágrimas son de corazón: el corazón es vasija de donde sale toda lágrima.

Por eso, a toda lágrima se le llama “lágrimas de corazón”. Así, cuando se ama, el dolor duele tanto. La persona llora cuando está privada de lo que ama.

Dios le manifestó a Santa Catalina de Siena la verdad en cinco clases de lágrimas imperfectas, fundadas en el temor. Según ella, se parte del temor del alma.
Si el alma se ejercita en la virtud, para alcanzar la bondad de Dios, empieza a perder el temor. El alma se va elevando hacia la alegría, eso es moverse en un amor espiritual. Cuando se mezcla el dolor de la culpa con la esperanza de la vida misericordiosa, van apareciendo poco a poco los consuelos espirituales.

En la meditación de la doctrina de las lágrimas seguimos de cerca la vida y el camino espiritual que María Magdalena hizo a partir de su pecado, del reconocimiento del mal, del descubrimiento del Señor, de su apostolado y finalmente de como ella alcanza lo que todos buscamos: unirnos profundamente con la divinidad. No haremos mención explícita de su vida en relación con las lágrimas, sólo lo sugerimos para tí, en la comprensión de esta doctrina, no sólo te encuentres a tí mismo sino que te unas a la gran apóstol: Santa María Magdalena, la patrona de los predicadores.

Estados de las lágrimas y su distinción

PRIMERA LÁGRIMA. Se caracteriza por ser lágrimas de culpa, condenación o de muerte. Se trata de quienes se encuentran en pecado mortal. Esas lágrimas proceden del dolor de corazón que viene de la pena por el pecado cometido. Son lágrimas de las personas malvadas. Dice, la Santa: “Como la raíz del afecto de donde vienen las lágrimas estaba corrompida por eso el llanto sale corrompido y miserable, como todas sus obras”. El dolor tiene origen en los sentidos. Derraman lágrimas de muerte, que engendran la muerte. Proceden de un corazón que ama desordenadamente, sin tener relación con Dios. Denota gravedad de la culpa, por temor de pena. Es el mar tempestuoso.

SEGUNDA LÁGRIMA. Se caracteriza por ser lágrimas de temor, que empiezan a dar vida. Son las de los que comienzan a conocer sus males por medio de la propia pena que sigue a la culpa. Lágrimas que se levantan del pecado por temor a la pena, y por temor lloran. El alma se aparta de los pecados, se entrega al servicio de Dios. Sienten dolor por las ofensas cometidas. A diferencia de las primeras lágrimas, que aunque se ejerciten en el llanto no alcanzan perfección, las segundas lágrimas son más aptas para alcanzar el estado de perfección.

TERCERA LÁGRIMA. Se caracteriza por ser lágrimas de dulzura y por la caridad para con el prójimo. Son las de quienes se levantan del pecado y empiezan a tener gusto de Dios. Lloran con dulzura y comienza a servir a Dios. Pero aún son lágrimas de imperfección, aunque hayan superado el temor, y alcanzado el amor y la esperanza. Con sus lágrimas satisfacen los sentimientos del corazón. Se ejercitan a la luz del conocimiento de Dios. El alma se aborrece a sí misma para acoplar su voluntad con la voluntad divina. Empieza a experimentar la compasión y la alegría a través de la compasión al prójimo. La caridad para con el prójimo por medio del conocimiento de sí mismo. La caridad que procede de Dios. Según Santa Catalina, el Señor nos dice:

“Deben amar con el amor puro con que yo los amo, y esto porque los amé sin ser amado y sin interés alguno… el amor me movió a crearlos a mi imagen y semejanza, y como un amor de este género no me lo pueden tener, por eso deben otorgárselo a las criaturas racionales, amándolas sin ser amados por ellas…”

CUARTA LÁGRIMA. Lágrima de perfección. Es llanto de amor por sí mismo por la ofensa cometida. Lágrimas de quienes han alcanzado la perfección en la caridad con el prójimo. De quienes aman sin interés. El alma se une a la voluntad divina, por estar revestidos de amor al prójimo, gusta de la divinidad. Conoce la naturaleza divina venida a la humanidad. Se mueve al estado unitivo. En este estado el alma descansa en al mar de la tranquilidad.


QUINTA LÁGRIMA. Son lágrimas de dulzura. Que mueven hacia el “dulce y glorioso estado unitivo”. Lágrimas derramadas con gran suavidad. Las lágrimas de dulzura se alcanzan en el momento de la “unicidad con Dios”. Esas lágrimas son “leche que alimenta el alma en la verdadera paciencia”. Son ungüento oloroso que derrama un perfume de gran suavidad.

Dice Santa Catalina:
“Los ojos que están bien orientados se ingenian para satisfacer lo que procede del corazón, y así derraman lágrimas… La percepción de los sentidos se encuentra dominada y la voluntad está muerta por la unión realizada con Dios”.

En este estado, dulce unión del alma, permite ver secretos, en la que muchas veces recibe el espíritu de profecía para conocer las cosas venideras. Es un estado de perfección en el amor que se acrecienta en el estado tercero. De esta perfección huye el demonio que no puede herir el alma, pues se ha hecho paciente en las injurias y aborrece los consuelos con verdadera humildad. El alma no consiente al demonio. El demonio que nunca duerme incita a dormir. Pero no puede arrebatar el ardor de la caridad, es por eso que el demonio: “huye como las moscas de la olla hirviendo, por el miedo que tiene al fuego”. Tampoco puede soportar el olor de la unión que el alma ha efectuado del don Dios, Mar de paz. El alma no puede ser engañada mientras esté unida a Dios.

LÁGRIMAS DE FUEGO. Lágrimas para consolar a los que muchas veces desean lágrimas y no las pueden tener. El Espíritu Santo llora delante del Padre (Rm 8, 26-27). Estas lágrimas son del verdadero santo, santidad realizada por medio del perfecto amor. Es de quienes quieren derretir su vida en llanto por medio del aborrecimiento a sí a la salvación de las almas. El Espíritu santo llora en la presencia de Dios por ellos y por su prójimo. La divina caridad enciende al alma con su llama para ofrecer el deseo de estar en la presencia de Dios, sin lágrimas en los ojos. Ante la imposibilidad de llorar con los ojos se abren los ojos del entendimiento.

Estos estados del alma a través de las lágrimas se elevan a partir del temor hacia el amor perfecto. Para alcanzar la verdad de las lágrimas: “Sumérgete en la sangre de Cristo, humilde, torturado e inmaculado cordero… para que en ti se fortalezca el fuego de mi divina caridad”. Y como eso no se alcanza así no más, todas las lágrimas dan vida si son derramadas en la virtud. Recuerda que por las palabras vienen los cambios, las palabras entran a lo íntimo del corazón.

El alma siempre ansía vivir en la caridad. La razón por lo que no puede saciar ese deseo es porque siempre apetece las cosas finitas. Y el alma es infinita en cuanto al ser. Y como la persona está por encima de todas las cosas y todas las criaturas, por eso no puede saciarse ni hallar quietud sino en las cosas superiores a él. Ahí está Dios, quien puede saciar el alma.

La mejor manera de comprender la doctrina de las lágrimas es hacer un ejercicio donde tú mimo o tu misma te sientas migrando de un estado a otro hacia uno de más perfección, o haciendo una relación de comparación entre tu vida con la vida de Santa María Magdalena. En ella se describen estos pasos, ella que llegó a abrazar la unicidad del amor y la verdad en el conocimiento de Cristo el Señor. María Magdalena es ejemplo para comprender los estados de perfección de las lágrimas.

Por: Gvillermo Delgado OP
Fotos: Prestadas de diferentes autores. La imagen es del Templo de Santo Domingo, Guatemala. Excepto una que es de  la Pasión (película) de Mel Gibson y otra pintura de Dacinvi.

martes, 29 de julio de 2014