Existir Hechos y Palabras domingo, 23 de noviembre de 2014 Sin Comentarios


A: Mis sobrinos y a mis amigas Merce y Magaly

Por prueba y error comprendemos que la vida es lo que viene con la muerte. Al enmendar errores propios o ajenos, la vida termina perfeccionandose en la persona que enmienda. Entonces no sólo la muerte le da sentido a la vida sino que la vida le da sentido a la muerte. Una muerte sin sentido empuja irrevocablemente  a una vida sin sentido. Y una vida sin sentido ¿para qué vivirla? Quien vive la vida sin sentido no-existe, deambula como "alma en pena" por el mundo. Penando y haciendo penar. 
El sentido tiene que ver con las razones del por qué vivir, es aquello con lo que nos empujamos así mismos hacia lo que llamamos perfección, eso que sólo se nutre del sustrato propio de la existencia. ¿Pregúntate por qué vives o para quién vives? en la respuesta hallarás el sentido de vivir y del para qué vivir. La religión que no ayude a este fin está totalmente fuera de ser autentica. Toda religión si es auténtica no sólo nos relaciona con lo trascendente, que es Dios, sino que nos permite a nosotros trascendernos, es decir salir de sí mismos para encontrarnos a nosotros mismos en los demás y en lo que llamamos mundo. Aquí está el principio más propio del amor.
Por eso, las confesiones de fe tienen que haber nacido primordialmente en afirmar que "he amado", que es lo mismo: "juro que existo". Con lo cual caigo en la cuenta que existir es  hacer camino al lado de la otra persona. Aquí aparece lo que en el lenguaje cristiano llamamos amar-al-prójimo, comprensible sólo en el mandamiento esencial: amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Por: Gvillermo D

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