Por: Gvillermo Delgado OP
En más de una oportunidad he afirmado: Me engrandece la no-verdad que alguna persona pueda desprender de mis palabras.
Quienes mienten desconocen el cimiento de la verdad. Como dijo Sócrates de quienes actúan mal: son inocentes, por ser ignorantes. En lugar de castigarles hay que educarlos en la virtud.
Caer en halagos puede ser peligroso. Las adulaciones son arena movediza. Estacionarse en ellas es perder el horizonte de lo lo bello y lo bueno.
Esa es mi verdad concreta, que puede ser falseada, pero nunca erradicada.
Puedo decir con fervor: puedes no aceptar mi verdad. No cambia nada. De no hacerlo, yo seguiré donde siempre he estado.
Lo que hace la diferencia entre usted y yo es que usted se ha perdido la oportunidad de ser una persona verdadera; se ha privado de estacionarte conmigo aquí donde el bien se toca con las propias manos; la belleza se mira en todo y está determinada por la libertad. Aquí donde pasa Dios.
Yo que soy palabra pronunciada, palabra hecha, a la manera de hechos y palabras. Permanezco en la verdad concreta. Que lo diga la realidad, o yo también miento.