Un primer paso nos llevará a dar otros pasos más consistentes, más seguros.
Por: Gvillermo Delgado OP
Homilía del
lunes 17 de abril del 2023.
Transcripción literal de:
Lorena Natareno.
Fotografía:
Lorena Natareno.
Hemos pasamos por momentos en los que nos declaramos
como quienes han surgido de la tiniebla. Arrastrados, oscurecidos, perdimos el
tesoro del amor que albergábamos en nuestro corazón. Porque actuamos mal y
destruimos cosas.
También podemos describir de cómo han emergido cosas
bonitas de algunos momentos de oscuridad, porque la oscuridad nos permitió
meditar y descender al propio interior, a la propia conciencia y entender algo
que de otra manera quizás no hubiera sido posible.
Hay momentos tristes de la vida que, en lugar de
oscurecernos, han iluminado el tesoro de nuestro corazón. Y nos han convertido
en personas nuevas.
Las Sagradas Escrituras describe “el momento de la
tiniebla” referido a Judas el Iscariote. Judas envuelto en la tiniebla del mal, no dejó
que el bien prevaleciera en él. Una
membrana lo aisló de tal manera que lo arrastró a las tinieblas del mal.
El salmo 35 dice que el malvado se acuesta meditando
el crimen y no rechaza la maldad. Medita para perfeccionar lo malo. Diseña
estrategias para derribar al justo.
Al mismo tiempo nos encontramos con los Santos… A San Juan de la Cruz, a Santa Teresa, a Santa
Catalina de Siena, a San Gregorio de Nisa y tantísimos más… Para la mayoría de
los Santos la noche es el tiempo de la meditación, de la contemplación del
Misterio Eterno. La noche es para contemplar las estrellas y descubrir la belleza
de lo alto y al mismo tiempo relacionarla con las leyes morales que están en lo
profundo del corazón.
En la tradición judía, la Torá se medita de noche. Por
eso, la noche es un momento de crecimiento y de fortalecimiento espiritual.
Esta es la razón por la cual el Evangelio de San Juan nos presenta a Nicodemo
visitando al Señor de noche. Precisamente
en esos momentos Jesús le plantea una cuestión de fondo, dado que Nicodemo es
un maestro que conoce bien las escrituras, le dice: “Hay que renacer de lo
alto”.
Renacer es como volvernos a inventar a nosotros mismos.
Es renovarnos desde lo que ya somos.
Desde la condición actual, igual sea una condición pecadora, igual sea de
errores… Pero reinventarnos.
Esta es una capacidad en la que algunos logran comprender,
contemplar el cielo nocturno y estrellado y descender al propio interior para
contemplar las leyes de su moralidad. Al hacer esa combinación, del cielo
estrellado con las leyes morales del interior, uno se descubre así mismo
pequeño, mínimo. También sabe que lo grandioso acontece al descubrir que las
verdades ya están en su corazón. Entonces, sabe que esta es la oportunidad para
renovarse.
La invitación que Jesús le hace a Nicodemo no logra su
objetivo en un primer momento. Nicodemo con su alta sabiduría no logra entenderlo,
aún apoyándose en el conocimiento de la Torá.
Renacer de lo alto, como lo indica Jesús es retomar las cosas desde
Aquel que viene directamente de lo Alto. Aquel que es más que Moisés, mucho más
que un profeta, mucho más que un Sacerdote, mucho más que un Maestro terreno,
es Aquel que viene de lo Alto.
Renacer desde Él es comprender que hay que ir más allá
del cielo estrellado, más allá de la ley moral del interior que está en
nuestros corazones.
Queridos hermanos, ahora piensen ustedes si han tenido
noches oscuras o noches de tiniebla. Cualquiera que sea su pensamiento, vean
que la consecuencia es evidente. La de
tiniebla acontece cuándo le dimos cabida al mal, al demonio y nos armamos en
valor para hacer el mal. Es cuando nos ahorcamos o ahorcamos a otros a la
manera de Judas. Esa es la tiniebla.
¿Hemos tenido noches de oscuridad a la manera de
Nicodemo en la que nos hemos enfrentado con nosotros mismos y nos hemos
encontrado con el Señor? Quizás hayamos tenido noches oscuras como las que
hablan los místicos. Noches del arrebato místico donde me encuentro a solas con
el Señor. A veces pareciera que esa
noche es una controversia en donde no logro entender o distinguir donde termina
una cosa y comienza la otra, porque muchas veces estas noches de oscuridad
también son momentos de pérdida.
Y lo digo, la
noche, no solo como la hora física. Ese después que oscurece porque termina el
día de luz, sino esos momentos en los que por ejemplo perdimos a un ser
querido.
Ustedes piensen si perder a un ser que hemos amado tanto
es un tiempo de tiniebla o es de oscuridad.
Si es de tiniebla es porque nos empeoramos. Si es de oscuridad porque
nos mejoramos a pesar de la contradicción que la pérdida nos provoca. Es
frecuente que a pesar de la pérdida no dejamos que se encapsule nuestro tesoro,
el corazón, por la tiniebla del mal. En el caso contario somos presa fácil de
la maldad. Y pasamos a renegar de Dios.
En la pérdida de nuestra noche oscura, no perdemos el
sentido de la vida, sino más bien, a pesar del llanto, la desolación, del luto
y de la tristeza, algo se nos ilumina. Y comenzamos a entender que este es un
momento totalmente nuevo que no se nos hubiera dado, tristemente, sin la
pérdida de este ser querido. Este es un
momento de oscuridad, esta es la noche oscura de la meditación, este es el
resurgir desde lo Alto.
Por eso queridos hermanos, la invitación que hace
Jesús a Nicodemo, también se nos hace a nosotros. Se nos hace ahora, desde la
vida espiritual que se traduce en la práctica ordinaria de nuestra vida. Y es
precisamente el hecho de nacer de lo Alto del Agua y del Espíritu. Condición
bautismal que consiste en sumergirnos en el corazón de Dios.
El que se sumerge en el corazón de Dios deja que Dios
habite también su corazón. Este momento
es lo que algunos llaman, comprendido a partir de esta mística de Nicodemo, “el
punto cero”, el punto de partida.
Este momento de oscuridad –“punto cero”- es donde yo
me reinvento. Reinvento mis relaciones, mi trabajo, mis negocios, mi vida
moral, mi pensamiento, mis sentimientos.
Decir, yo me reinvento, es colocarme en el punto cero a partir del cual
doy un primer paso. Mi primer pasito
como el niño o la niñita que empieza a caminar. Inseguro. De la mano de otros,
de aquellos que ya tienen mucho más trecho de camino, que nos van trazando una
dirección espiritual.
Un primer paso nos llevará a dar otros pasos más
consistentes, más seguros. De otra manera a crecer, a crecer. Ya no solamente
de la mano de aquellos que nos guían, sino de Aquel que ahora abunda en nuestro
corazón, que va iluminando toda nuestra existencia.
¿Ustedes habitan una noche oscura o una de
tiniebla? Si es de tiniebla, para no
caer en la tentación del malvado, pidamos al Señor que nos conceda la Gracia de
convertirnos, de cambiar nuestro modo de pensar. Si es de oscuridad a la manera de Nicodemo,
que anime nuestro espíritu, nos mejore o nos ayude a mejorarnos para renacer de
lo Alto o para reinventarnos con los demás y para con Dios. ¡Amén!