Viendo "Posts antiguos"

Cuidar la Vida



Armonía es vivir imitando el orden de la naturaleza


Por:  Gvillermo Delgado OP


Cuidar es “hacerse cargo del otro”; atender aquello que es distinto a mí, de tal modo que, “el otro” no sea mínimamente lastimado y vulnerado. Es parecido a la tensión permanente que une la rama al árbol y al instinto de las aves cuando construyen un nido para sus crías.

  

Igual es el valor de la responsabilidad. Estrictamente la responsabilidad es responder: “hacerse cargo de uno mismo”. O asumir las consecuencias de las propias acciones.

 

 La responsabilidad es una de las características de la persona adulta. Que define, al mismo tiempo, la moralidad y la vida buena y feliz.

 

 La responsabilidad y el cuidado

Aunque es diferente al cuidado, la responsabilidad, ayuda a comprender el cuidado. Pues, en cierto modo, la responsabilidad es ocuparse “del otro”; si no fuera así se reduciría a un antivalor que fomenta el individualismo extremo (por ocuparse sólo de sí mismo).

 

 Hacerse cargo de uno mismo, implica también hacerse cargo de los demás. No existe vida feliz si no está orientada a la vida de las otras personas con quienes convivimos.


Por lo mismo, la responsabilidad y el cuidado son fuente de las normas y demás valores morales. 

  

De tal modo que el amor se asimila al cuidado. Quien ama cuida, quien cuida ama. 

  

Salir de uno mismo

Con el cuidado una persona sale de sí misma. Se desprende de su propio yo. Como rama que se arranca del tronco, como esqueje, para reproducirse en una nueva planta. De tal acción se derivan los valores de la compasión, la solidaridad, la amistad, el altruismo, la armonía, etc. Siendo la vida la membrana que envuelve todo e intuye la vida feliz.

 

 El valor de la armonía

Veamos, por ejemplo, el valor de la armonía. El universo es contemplado en las pequeñas cosas. Una diminuta hormiga recrea el hábitat de un maravilloso universo. Para la hormiga todo el mundo acontece de modo articulado cuando avanza por el camino silencioso. 


De ahí que la armonía es como la danza de la creación. Donde nada se mueve por las propias fuerzas.

 

 La armonía es orden. Es el dedo que señala a la belleza y a las leyes naturales que la rigen. La armonía es la belleza de Dios en la naturaleza. Aristóteles dijo que la belleza tiene formas y estas son el orden, la simetría y la delimitación. En ese sentido, el arte es contemplación de la naturaleza. O trata de imitar la naturaleza a través del orden y la simetría. En pocas palabras, armonía es vivir imitando el orden de la naturaleza. Es el arte de Dios.

 

La virtud cardinal

Quienes vivimos con una clara consciencia de la débil condición humana, descubrimos que el mundo (o la recreación) no nos pertenecen. Y, por tanto, no nos queda más que cuidarlo, como cuidamos la salud del cuerpo. Quien cuida la naturaleza que acontece fuera de su cuerpo, cuida su mismo cuerpo.


“Cuidar” de modo responsable es la virtud cardinal propia de las relaciones humanas; porque embellece al mundo que habitamos y al mismo tiempo nos hace bellos a nosotros mismos.

  

La belleza acontece en el instante de las buenas relaciones humanas, porque hacemos habitable la tierra y nuestro propio cuerpo. Cuando eso pasa, el alma ha encontrado su lugar como el agua la quietud de su pozo. 

 

No hay otro modo de existir sin la referencia “a lo otro” de la naturaleza: todo lo que acontece fuera de mí. Ese es el único modo de cuidarnos a nosotros mismos.

  

Somos naturaleza. Somos belleza

Yo no existo sin "lo otro". Aceptar que el universo en su totalidad puede ser comprendido desde mi propio mundo es hacerme consciente de la responsabilidad de “hacerme cargo” del universo que nace de mi interior, del modo en que lo entiendo.  


Eso es lo pasa en el instante en que “me hago cargo del otro”, (de los demás).

miércoles, 7 de agosto de 2019