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La Fe


La Fe

Todas las personas tendemos a la búsqueda de cosas mayores, digamos, como ejemplo, la felicidad. Nos pasamos la vida añorando ser felices y luchando por ello. Sin embargo, nos despedidos de este mundo sin un día haberla alcanzado, al menos en el modo que la imaginamos.

Guillermo Delgado OP

El problema de no alcanzar la felicidad está en el modo de buscarla. Necesitamos de la fe.

¿Qué es la fe?

La fe al estar en relación con la religión, por tanto, con Dios, nos da certezas. 

Así es como esperamos y alcanzamos grandes cosas. Por la fe nos reconocemos limitados y necesitados. 

De ahí que por la fe buscamos aquello que el alma sabe que requerimos para ser felices.

A la vez, por la fe aprendemos a reconocer que no nos bastamos a nosotros mismos. Necesitamos ser sostenidos por «el otro».

«Necesitar y ser sostenidos» son dos realidades interiores que dan consistencia a la fe, por la cual creamos vínculos profundos «con aquel» que nos asegura lo que buscamos.

Gracias a la fe nos relacionamos con Dios de múltiples formas, porque en la fe establecemos el lenguaje propio para hablar con Él. 

Hablamos a Dios y él nos oye. Él habla y nosotros escuchamos. Así nos entendemos con Dios. Por eso, acostumbramos a afirmar: «hablando nos entendemos bien».

Quiere decir que, para tener fe hay que aceptar la palabra de Dios. Él habla de muchos modos: en las escrituras, en la naturaleza, y principalmente en el corazón humano. Él está en todo, pero hay que oírlo. Nos da «su» palabra. Sólo depende que nosotros la aceptemos y lo oigamos. 

Aceptar «su» palabra, implica entrar en relación con él. Esa es la fe verdadera.

Del mismo modo en que entendemos la fe, puesta en relación con Dios, también entendemos la fe humana.

En la fe humana sostenemos relaciones de confianza. Creemos en las otras personas. Ponemos al descubierto que somos necesitados de ellas y esperamos ser sostenidos por ellas. 

En ese orden de cosas, damos confianza y esperamos la confianza de las otras personas, sin la cual no es posible ninguna relación humana permanente.

Con la fe en Dios, aprendemos a creer en Dios y creerle a Dios. Del mismo modo nos ponemos a prueba con las personas y el mundo.

Con la fe nos relacionamos en confianza total. Por eso, la fe es la vía sublime por la cual nos llega el amor. El amor único de Dios. De donde el amor humano se deriva.

Dios se relaciona con nosotros con un sólo propósito, y este es el de amarnos. Nosotros nos relacionamos entre sí del mismo modo, para amarnos. O sea que, la fe lleva al amor. 

La fe es el alma del amor. Y hace del amor la realidad visible por el cual nosotros creemos.

La tan ansiada felicidad sólo puede ser posible en el amor, en un amor animado por la fe. 

Ese día, el de la felicidad, no puede esperar más... solo hay que empezar con animar al amor con la fe. 


Foto: jgda
lunes, 7 de octubre de 2019