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el Paraíso terrenal



el Paraíso terrenal

Las crisis señalan la urgencia de lo que “debe” ser cambiado. ¿Cómo cambiar? ¿Hacia donde impulsar los cambios requeridos?


Para cambiar hay que tomar decisiones. Estas sólo se hacen en el margen de la libertad. Pero no hay libertad sin responsabilidad. Un buen ejercicio para decidir en libertad es anticiparse a asumir la responsabilidad de cualquier acción.


Dios al crear la persona la hizo despertándola de un sueño. De ahí nace el diálogo de Adán y Eva con Dios. Sólo después de ser despertados.


Si con el tiempo hubo rupturas y desacuerdos fue porque el hombre y la mujer creyeron que se bastaban así mismos. Entonces la libertad dejó de ser libertad y dio paso al pecado. El pecado es consecuencia de haber sacado a Dios de las relaciones de libertad. Siendo la irresponsabilidad el rostro negado de lo divino.


Por tal razón, el sueño es aquello que perdura en el tiempo mientras vivimos. Y la libertad es el derecho de tender a ese sueño del que un día fuimos despertados (que después negamos). Ese es el sueño de la realización o felicidad, que, de no materializarse de día en día en el tiempo, sólo será una fantasía infantil.


El sueño de la felicidad se realiza ahora mismo para que cada impulso hacia el futuro sea una excusa de ser mejorada.


Aquí aparece el amor como la fuerza que moviliza las decisiones hacia ese mundo feliz. El mundo feliz es la materialización del beso de la justicia y la Paz (Salmo 85,10). Simbólicamente es el paraíso terrenal donde habita Dios, del que un día nos extraviamos.


La realización de todo sueño humano sólo es posible por la fuerza misteriosa del amor. El beso es el mar donde se funde toda la fuerza humana y con la divina. Es el choque de las miradas del cielo con la tierra, que florece en el paraíso que cada persona construye al ejercer su derecho de libertad.


Decir que el amor es la fuerza que nos mueve a la construcción del paraíso es sólo una constatación que ha nacido de las acciones libres y responsables gracias a ese anhelo permanente de ser más.
Envuelto en el misterio, la persona sólo puede definirse como quien está enteramente insatisfecho hasta no verse abrazado por lo divino. Mientras aquello acontece, se abraza y realiza en las pequeñas cosas que puede construir en las relaciones humanas. Eso explica porqué ama a las otras personas.


Quien ama se impulsa en la dirección del único y definitivo amor.


Siendo que el definitivo amor es el sueño del paraíso, la experiencia del amor humano siempre será limitado e imperfecto. Pero esa es la única manera con el cual nos vemos impulsados hacia al gran amor. No hay otro camino.


Mientras vivimos en este mundo no nos queda nada más que construir el paraíso terrenal en nuestro propio jardín, en aras de alcanzar el paraíso definitivo del abrazo con lo divino.


Si lo que aquí experimentamos es un ensayo de lo que seremos, el amor que aquí tributamos no puede dejar de ser, en cierto modo, divino.


Por: José Gvillermo Delgado OP
Foto: jgda: el paraíso tras el cristal.

sábado, 29 de septiembre de 2018

La creatividad



La creatividad

La creatividad humana está en relación con las capacidades naturales de crear. Crear y volver a crear. Pensar y volver a pensar, como una acción permanente.

La creatividad, en tanto capacidad es un regalo inmerecido, que, como la vida, recibimos sin ni siquiera pedirla.

Todos llevamos  cicatrices en las manos como señales de aquello que hemos intentado hacer más de una vez desde pequeños. Porque siempre supimos que podemos ser algo más que creativos, creadores. Por algo aprendimos a hablar, a caminar, a leer y a escribir, a amar cada día, para mostrarnos a nosotros mismos de lo que somos capaces de hacer y perfeccionar.

Por tanto, el paso breve por este mundo sólo puede ser valorado por aquello que hemos creado. De lo contrario seremos olvidados como los animales.

Creando, la persona se autopercibe como un pequeño dios, haciendo de su mundo el mejor de los mundos posibles. 

El mejor autorretrato de sí mismo son tus obras, como los hijos son para los padres, la silla para el carpintero y la salvación de las almas para quienes predicamos el amor eterno.

Todos tenemos un mundo propio cimentado en el interior, de donde percibimos aquella luz infinita que ilumina el alma y evita que se extinga la llama divina que nos sostiene. Así construimos este mundo continuamente, haciéndolo salir del fuego arde por dentro; materializándolo en las obras de nuestras manos.

O sea, pues, la capacidad creativa nos viene dada por quien nos creó en el amor. De quien está saliendo  nuestro ser continuamente como de la fuente el río. Con lo cual, “todo lo que somos viene íntegramente de quien nos creó”. Nuestro quehacer está fundado en otro mayor.

Cuando construimos una casa, hacemos una obra de arte, educamos a los jóvenes, escribimos un libro o componemos una canción, estampamos nuestra propia alma a lo que hacemos porque con ello avanzamos hacia lo mejor y a lo perfecto, ya que en todo lo que hacemos, por pequeño que sea, estamos intentando, cada vez, tocar con la yema de los dedos y con el intelecto a aquello de quien, sin saberlo venimos, y en cuya dirección avanzamos.

Por lo mismo, la capacidad creadora es terapéutica, como dirían los animadores del personal de las empresas, pues es la fórmula para superar todo fatalismo. Porque tiene que ver con la insatisfacción de vivir en el tiempo y hacer historia, o con la impronta de vivir en el espacio para dejar una huella imborrable que otros perfeccionarán.

La creatividad revela que somos universales y pequeños dioses. De tal modo que cuando lleguemos a los ochenta años, como mi Padre y mi Madre, podamos estar seguros de que el mundo que construimos jamás será olvidado.

Dios actúa en el mundo con la fuerza interior que el mismo puso en estas manos. Y si fue voluntad suya, hacerse invisible, fue con el único fin, de saber que un día nos enviaría de niños con un mensaje suyo para que nos hiciéramos cargo su obra magnífica.

Dios está actuando y perfeccionando la creación en el mundo gracias a ti, gracias a mí, gracias a nosotros .

Por: Gvillermo Delgado OP
Foto: en línea.


viernes, 7 de septiembre de 2018