La creatividad
La creatividad humana está en relación con las capacidades naturales de
crear. Crear y volver a crear. Pensar y volver a pensar, como una acción
permanente.
La creatividad, en tanto capacidad es un regalo inmerecido, que, como la vida, recibimos sin ni siquiera pedirla.
Todos llevamos cicatrices en las manos como señales de aquello que
hemos intentado hacer más de una vez desde pequeños. Porque siempre supimos que podemos ser
algo más que creativos, creadores. Por algo aprendimos a hablar, a caminar, a
leer y a escribir, a amar cada día, para mostrarnos a nosotros mismos de lo que
somos capaces de hacer y perfeccionar.
Por tanto, el paso breve por este mundo sólo puede ser valorado por
aquello que hemos creado. De lo contrario seremos olvidados como los animales.
Creando, la persona se autopercibe como un pequeño dios, haciendo de su
mundo el mejor de los mundos posibles.
El mejor autorretrato de sí mismo son tus obras, como los hijos son para los padres, la silla para el carpintero y la salvación de las almas para quienes predicamos el amor eterno.
El mejor autorretrato de sí mismo son tus obras, como los hijos son para los padres, la silla para el carpintero y la salvación de las almas para quienes predicamos el amor eterno.
Todos tenemos un mundo propio cimentado en el interior, de donde percibimos
aquella luz infinita que ilumina el alma y evita que se extinga la llama divina
que nos sostiene. Así construimos este mundo continuamente, haciéndolo salir
del fuego arde por dentro; materializándolo en las obras de nuestras manos.
O sea, pues, la capacidad creativa nos viene dada por quien nos creó en
el amor. De quien está saliendo nuestro ser continuamente como de la fuente el
río. Con lo cual, “todo lo que somos viene íntegramente de quien nos creó”. Nuestro quehacer está fundado en otro mayor.
Cuando construimos una casa, hacemos una obra de arte, educamos a los
jóvenes, escribimos un libro o componemos una canción, estampamos nuestra propia
alma a lo que hacemos porque con ello avanzamos hacia lo mejor y a lo perfecto, ya que en todo
lo que hacemos, por pequeño que sea, estamos intentando, cada vez, tocar con la
yema de los dedos y con el intelecto a aquello de quien, sin saberlo venimos, y
en cuya dirección avanzamos.
Por lo mismo, la capacidad creadora es terapéutica, como dirían los
animadores del personal de las empresas, pues es la fórmula para superar todo
fatalismo. Porque tiene que ver con la insatisfacción de vivir en el tiempo y hacer
historia, o con la impronta de vivir en el espacio para dejar una huella
imborrable que otros perfeccionarán.
La creatividad revela que somos universales y pequeños dioses. De tal modo que cuando lleguemos a los
ochenta años, como mi Padre y mi Madre, podamos estar seguros de que el mundo
que construimos jamás será olvidado.
Dios actúa en el mundo con la fuerza interior que el mismo puso en estas
manos. Y si fue voluntad suya, hacerse invisible, fue con el único fin, de
saber que un día nos enviaría de niños con un mensaje suyo para que nos hiciéramos
cargo su obra magnífica.
Dios está actuando y perfeccionando la creación en el mundo gracias a ti,
gracias a mí, gracias a nosotros Ω.
Por: Gvillermo Delgado OP
Foto: en línea.
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