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Alcanzar el éxito académico

 







Por Gvillermo Delgado OP

La motivación inicial de una realización académica consiste en anticiparse a la meta. Quien visualiza el punto de llegada de sus esfuerzos sabe que las dificultades no son dificultades en sí mismas sino retos y tareas necesarias para medir las capacidades de las que está hecho.

Entender así la vida académica es saber que ya somos potencialmente aquello que pretendemos alcanzar.

Por tanto, no seremos exitoso el día que nos llamen entre las filas para presentarnos como profesionales, sino ahora mismo.

Un profesional exitoso es un estudiante exitoso.

lunes, 27 de septiembre de 2021

El mundo de los jóvenes

 





El mundo de los jóvenes

Por: Gvillermo Delgado OP
21/07/2021

Cada época y cada sociedad tiene sus santos y sus demonios. La nuestra tiene jóvenes, que nos avisan acerca de las características de los santos y los demonios; para que evitemos a unos y para configurar la vida según la vida de los otros.

La identidad de una persona se define al tomar conciencia que en todo momento está y estará en “relación” con cosas, pero sobre todo con personas y con Dios. En esa condición es como cada uno construye “su” propio mundo.

La relación con Dios tiene tantos matices, como una paleta de colores. Otro tanto igual, pero menos matizada, es la relación con la familia y con los amigos.

Veamos cómo están las cosas en el mundo de los jóvenes.

En la relación con Dios

Dios es el ser hacia donde la vida tiende y por quien la podemos tener asegurada. Eso no siempre obliga a crear relaciones bajo una religión determinada. Las relaciones son personales. Esas que no obligan.

Dios está siempre, no nos falta, aseguran los jóvenes. Aun cuando no le busquemos y emprendamos caminos como sí él no existiera. Dios es como un amor asegurado, que siempre está y estará para nosotros.

En consecuencia, la aceptación de Dios en la vida es tan cotidiana, aunque no siempre consciente; dado que es considerada como la base de todas las relaciones. Sin Dios no nos podemos relacionar con casi nada, o mejor dicho con nada ni con nadie.

La relación consigo mismo

La condición personal es “el mejor lugar” para ser y estar. Es “la relación” de más conciencia, que nunca se abandona: seremos toda la vida, hombre o mujer, niño o adulto, estudiante o ciudadano. Lo que importa es que cada uno se defina, tal cual es. Una vez definida la persona está a gusto consigo misma.

Eso que llamamos “uno mismo” es ese quien nos acompaña, siempre; donde sea que estemos. Somos pasado, presente y futuro; nacemos, crecemos, morimos, sufrimos y nos realizamos en esa identidad.

La afirmación de la identidad muchas veces emerge de las inconsistencias; pero permite sentirnos cómodos "con lo ahora somos". Más allá del reproche, la inconformidad de "mi propio fenotipo" es frecuente sentirnos felices y agradecidos por lo que somos, tenemos y por lo que podemos llegar a ser. O simplemente, nos amamos, porque nos tenemos.

En ese sentido, como generación espontánea, los jóvenes emergen desde sí mismos como buenas noticias.

Los amigos

Los amigos son pocos y exclusivos. Se pueden tener o no, y no pasa nada. Si se tienen estos deben ser de calidad, tal como uno mismo es.

Los amigos son auténticos, con valores o mejor no tenerlos. Son probados en los momentos difíciles. Siempre deben ser buenos. Por eso suelen ser muy pocos.

Los amigos están entre los de la propia generación. Son mi otro igual. Por lo mismo han de estar bien definidos.

Parecido a otros tiempos la amistad es exclusiva y es definida por cada persona. Aristóteles lo hizo hace más de 2,300 años, dijo: “Los amigos, cuando son más en número de lo que reclaman las necesidades ordinarias de la vida, son muy inútiles, y hasta llegan a ser un obstáculo para la felicidad”.

Y, cómo los jóvenes del aquí y ahora, también dijo el filósofo: “El amor es como el grado superior y el exceso de afección, y nunca se dirige a más que a un solo ser”. Esa es la exclusividad de la que hablan los jóvenes.

La vida en la familia

La familia es el lugar más seguro. Nada como ella. Dónde ir sino a la familia, porque de ella venimos y ahí vivimos toda la vida.

Parecido a lo que ocurre en la toma de conciencia de sí mismos, en la familia se describen tantas inconsistencias en las relaciones con los hermanos, y los propios padres; pero ahí y sólo ahí están aquellos valores que a veces creemos encontrar en la exclusividad de los amigos. Este es un amor asegurado. Por ser el lugar donde nos hacemos y permanecemos durante toda la vida.

La familia es el refugio más seguro para ser y estar mientras la vida acontece.


Amarse a uno mismo

En toda reflexión y toma de conciencia, al momento de pasar de “la razón pura” a la expresión verbal o escrita, casi siempre habrá cierto halo de “pura teoría”. Así debe ser. Así debe ser, porque la definición de las ideas, por abstractas que sean, son indispensables y andamiaje que guiará toda práctica.

¿A qué viene esta afirmación? Resulta que la opinión de los jóvenes a la hora de ser cuantificada en cifras, es decir, al materializar la idea en la praxis moral, su discurso cambia.

En su opinión “uno mismo” y la familia son los mejores lugares para vivir la vida. La condición de Dios tiene una definición particular; mientras que la amistad sólo ocupa un lugar de exclusividad.

Al preguntarles, considerando los ámbitos o lugares antes descritos ¿Qué es más importante para vivir la moral?

¿Si la familia es el lugar más asegurado para vivir la vida, por qué en la encuesta no prevalece sobre los otros ámbitos? (sólo el 4% destaca su importancia). Tiene que ser porque los jóvenes se configuran a partir de sí mismos.

En tal razón, Dios como condición personal siempre está como un eje configurador, bajo criterios personales. Por lo que Dios (42%) y yo mismo (54%) son como de la misma naturaleza, pues, ayudan a configurar y orientar la propia vida moral.

Para definir la vida moral es indispensable la doble condición: yo y Dios. Y para vivir esa condición, la familia es el lugar más factible. Con lo cual, el lugar de los amigos se desdibuja en su totalidad (0 %). Los amigos no figuran para la vida moral, de pronto, la amistad alienta a una vida en otros marcos poco ortodoxos.

Aunque para vivir la vida exclusiva, se hace “necesaria” la amistad sobre todo para aquellos ámbitos donde la familia no llega, por ejemplo, en los equipos de futbol, ir una fiesta o salir a tomar un café. Ámbitos que no trascienden a cuestiones más elementales como suelen ser aquellos que son propios de la familia.

En consecuencia, uno siempre está feliz consigo mismo mientras exista Dios, la familia y los amigos; eso sí, cada uno de esos ámbitos es una luz que ilumina cada circunstancia de modo distinto. Unos más que otros, como suele ser Dios respecto a la familia; unos más efímeros o menos permanentes como ocurre con los amigos. Pero cuando esas luces se apagan, lo que se queda para siempre “es uno mismo”; por eso amar a los demás, en el fondo es amarse a uno mismo, ya que a la postre es lo único que tenemos para vivir toda la vida.

Publicado en Prensa Libre el día 30 de agosto del 2021. En la sección Buena Vida, salud emocional, pag. 22.

https://www.prensalibre.com/vida/salud-y-familia/el-mundo-de-los-jovenes/

miércoles, 21 de julio de 2021

Personas educadas

 



Personas educadas

Guillermo Delgado
15 de febrero del 2021


Nos dijeron de niños que “las personas educadas saludan”. Afirmando así que, la educación es el principio útil para tejer las buenas relaciones, a todo nivel y en todo lugar. Con las personas que hallamos en los corredores de la casa o por las calles de camino al mercado.

Al insistir tanto en la educación queda claro que, eso de “relacionarse” humanamente no siempre es para todos; porque prevalece en el interior de cada persona un instinto larvario de rebeldía que arrastra retorcidamente por direcciones, no alineadas con la recta razón. A eso llamamos “misterio estulticia”.

¿Cómo educar en los casos de retorcimiento? Esta pregunta se salva por el punto de partida, y es este, que toda persona, aún en el misterio lejanísimo de su esencia bondadosa, puede ser restablecida y rehumanizada.


Gracias a la profesionalización escolar hemos aprendido que a unos se les puede confiar la educación de otros, sean niños, jóvenes o adultos; con el propósito de llegar a conocer las leyes de la ciencias físicas y sociales, al ser humano en su esencia, su origen y destino. Y eso, por ejemplo, porque aun siendo adultos, muchos emprenden el digno camino de la paternidad, sin estar preparados para el ejercicio de esa loable misión. De ahí la necesidad imperiosa de recurrir a otros para que coadyuven a tal tarea.


Sin embargo, no siempre es necesaria la escolaridad para ser educados. Por generaciones hemos perfeccionado el sano juicio de la convivencia. Lo que ahora enseñamos en las escuelas y las universidades a veces sólo tiene, como cosa nueva, los modos de enseñar a los niños y a los jóvenes.


El ser humano como el conocimiento científico no es un invento de laboratorio, establecido de una vez para siempre, sino un descubrimiento continuo que se perfecciona en la ecuación: ensayo-error.


Dichosamente, en cada época y acontecimientos, las sociedades nos han regalado seres humanos sabios e iluminados que nos han instruido y guiado con sus intuiciones y conocimientos hacia una manera mejor y perfecta para relacionarnos.


Por consiguiente, el imperioso principio “aprender a aprender”, nos obliga a mirar el propio pasado con ojos de apertura, aprender de lo que un día fuimos; soñar una vida mejor que la que ahora llevamos, para aprender desde lo que creemos; permitir que aparezcan en nuestro espejo aquellas personas dignas de ser imitadas, pues nos educamos en relación con los demás, sobre todo con quienes se aproximan, en cierto modo, a lo que soñamos; valorar las huellas que vamos dejando por donde avanzamos, que otros pisarán, de lo contrario la vida es un sinsentido y absurdo; finalmente, sin fatalismos, estar conscientes que la vida se nos va poco a poco en el implacable tiempo, pero el mundo que dejaremos el día que nos vayamos, será sin duda, mejor que aquel que hallamos el día en que fuimos llamados a la existencia.

lunes, 15 de febrero de 2021

¿Cómo Educar en valores en tiempo de globalización?



Educar en valores

De Guillermo Delgado OP



¿DE DÓNDE PARTIMOS?

Constataciones de la globalización


1. La globalización es un indicador de que no hay distancias físicas ni culturales, que todo está comunicado entre sí. A través de este fenómeno económico-científico y cultural se imponen costumbres y valores aceptados acríticamente por las diversas gentes, siendo unos sectores de la población más susceptibles a su aprehensión.
2. Las nuevas contradicciones pasan por las modalidades espontáneas de igualar a todas las culturas a través del mercado (economía), y a la vez por ensanchar las diferencias entre las grandes masas de pobres ubicados en los países del Sur y los pocos ricos del Norte.
3. Constatamos una sobrevaloración de lo material sobre lo social o moral.
4. La educación pasa por aceptación de la tecnología (útiles para el aprendizaje), la comunicación (conectados con otros mundos y “cosas”) y la economía (consumo).
5. Existe la sensación de que existe una única cultura (no existen mundos distintos), que se funda exclusivamente desde la “gran cultura”.
6. En las relaciones familiares: “Los padres se han vuelto como los hijos y los hijos como los padres. Como que los hijos saben más que los padres. Quizá porque el patrón regulado es que "somos guiados" por los medios y las técnicas de comunicación. La esperanza en las familias, está puesta en los niños y los jóvenes, pero ellos son afectados por la globalización”. (Adolfo Chen, Cobán, febrero del 2009).
7. Con la globalización tenemos una amenaza y un reto. “Es una situación bastante difícil. Hay que hacer uso responsable de las cosas. Si nos perjudica, hay que tener en cuenta eso”. (Taller sobre globalización Ak Kutan, febrero del 2009).
8. Existe el peligro de imitar en la pequeña familia los problemas de la “familia grande” (el Estado). Por ejemplo, imitar el quehacer de quienes gobiernan las cosas del Estado, en tanto “estado fallido”, al hacerlo infiltramos hacia nuestras familias esa condición de “familias fallidas” (infuncionales), debido a la aceptación inconsciente de los modos de hacer trampa, de ser infieles a las promesas,  y así una serie de acciones que solo aluden al fracaso social. 

¿EDUCAR PARA QUÉ?

1. Formar para la vida, no siempre para ser alguien (profesionalidad interesada). Una exdirectora de un Colegio Católico en El Salvador, hablando sobre los muchos jóvenes profesionales desempleados, me decía: “A veces creo que soy deshonesta con los jóvenes, cuando los oriento poniendo a la educación como un modo de acceder a la realización profesional”. En la realidad, no siempre la educación es garantía de lo que se busca. A veces no se alcanza nada. 
2. Formar para la diversidad cultural y religiosa. Con el criterio ético paulino: “Examinarlo todo y quedarse con lo bueno”. Dado que:
a) La religión no es el centro de la vida. Al menos para las nuevas generaciones. La Iglesia católica aparece como una religión más y no como la religión rectora de otros tiempos. Somos parte de un mundo atomizado. Y la religión es la mejor muestra de ella. No hablamos de “La Iglesia”, sino de “las iglesias”. Todas aparecen como portadoras de verdad.
b) Pérdida de credibilidad de las instituciones y las personas que las representan. La crisis institucional vulnera las relaciones sociales. Las personas quedan desamparadas ¿Dónde ir? ¿Quién me ampara? ¿Dónde está el Estado? ¿Dónde se fue el "pater familias"?
c) Aceptar críticamente la secularización. Ante las tendencias de la aceptación de la existencia de Dios sin religión, y ante los nuevos modos de individualismo y espiritualidad fuera de lo religioso, en contraste con el surgimiento de movimientos radicalmente conservadores, hemos de considerar esos extremos con criticidad.
d) Sopesar la integración de la espiritualidad (desde la mística humanista), junto a normas y costumbres propias, cara a la “gran cultura”, para la gran comunidad humana.
3. Formar para la consolidación de la familia. Familia nuclear, extensa (nuevos modos: familia monoparental, familias cortoplacistas, familias gay…). Revalorar la familia en ámbitos más amplios cosanguíneamente, cara a gran familia humana.
4. Formar en la valoración del costo humano del trabajo y la cooperación conjunta del cuido de la creación (pensar en actividades concretas, que visibilicen resultados inmediatos).
5. Formar en la revaloración de las normas. A partir de la sabiduría popular y el aprendizaje que nos da  la experiencia (en la figura del anciano o de los adultos mayores) y las tradiciones transmitidas y pulidas a lo largo del tiempo. A partir de las relaciones estímulo-sanción.

¿COMO HACERLO?

1. Con jornadas culturales para el fortalecimiento (sobre la base de lo existente) de valores, más allá de las condiciones sociales, religiosas y éticas. Por ejemplo: “la semana de la paz”, con compromisos concretos: “Yo, soy la paz” o “yo no golpeo”. E inducir respuesta con actitudes concretas en plazos cortos.
2. Revitalizar los tiempos lúdicos. Como días de campo, con tares de aprendizaje concretos. Con el fin de reactivar las capacidades de convivencia. Para contrarrestar las actitudes egocéntricas que se despliegan a partir de la globalización y de la gran familia humana.
3. Buscar sensibilizar sobre el sentido del dolor humano, a partir de los excluidos (el siervo doliente de Asíais). En contra de la aceptación lejana de la violencia que le pasa a otros, y ante la incursión de la materialización y manipulación de las cosas por el acceso desmedido de la tecnología y los medios de comunicación masivos y privados.
4. Agilizar métodos para palpar realidades, en combinación con conceptos abstractos. No basta con dar información, hay que crear métodos propios de conocimiento. La realidad duele, “la realidad se carga”. Alguien tiene que hacer algo. El indiferentismo tiene costos sociales y golpea éticamente a la persona. El indiferentismo mata.

Fotos: jgda
sábado, 5 de septiembre de 2009