Viendo "Posts antiguos"

Después de las Diez de la Noche

El silencio pasa lisamente
entre los árboles y sus hojas
para tocar quedamente
el sueño de los niños de Cobán.

Orgullosos con su estatura,
los liquidambar, pinos y cipreses
se beben de pie la altura del Universo
en su acantilado Amor.

Los carros descalzos
corren en apuesta de asfalto,
y van dejando sus chasquidos
entre las manos limpias
de los montes y sus aliados.


Sin embargo,
las calles no llegan a ninguna parte.
Duermen,
también.

Tal vez los amantes despiertos
a esta hora puntual
lleguen al vacío del profundo conformismo
cuando sepan por fin
que lo único nuevo
sólo puede estar
en el sol del amanecer.

...
¡Prolónguese la noche!
¡brillen los astros
en el firmamento celeste
para alumbrar la tierra!


Y Dios vio que todo era bueno.

Aquí en Cobán.


Por: Fr. Gvillermo Delgado
Fotos: Varias.
sábado, 14 de noviembre de 2009

LA IDENTIDAD CRISTIANA





Mis siete puntos 
para entender la identidad cristiana



Por: Gvillermo Delgado OP



1. La identidad no es una conquista para siempre, se construye durante toda la vida, se acopla y afirma en cada época y cada cultura. Además, se va haciendo poco a poco entre varias identidades; donde hay una como la más importante, que predomina en la persona. Con la que cada cada uno es reconocido. Para muchos de nosotros ser cristiano es la identidad primera. Despues todo lo demás.


Para descubrir la propia identidad hay que responderse a las siguientes preguntas: ¿Quién soy? ¿Quién dicen que soy? ¿Cuál es el sentido para mi vida? ¿Cómo va cambiando ese sentido a lo largo del tiempo? 


2. La identidad tiene que ver con «Ser uno mismo» en la diversidad del mundo. Por ejemplo, la auténtica identidad cristiana en medio de todas las corrientes de pensamiento de la vida social implica fortalecer las capacidades de diálogo y tolerancia.


No sólo hacer una profesión de fe, al modo de doctrina según los dogmas de la Iglesia; más bien, se trata de dar razones de lo que se cree, o dar evidencia de la esperanza a través de la propia experiencia o la ajena. Este camino del diálogo, tan necesario, no debe hacernos olvidar el tener presente las líneas fundamentales del ser cristiano a la luz del Evangelio de Jesús.



3. Ser auténticos en la novedad tecnológica y la diversidad cultural. El mundo de la tecnología nos confiere una infinidad de posibilidades para evolucionar y ser mejores personas. Hay muchas cosas que no están siendo bien aprovechadas, quizá porque entrañan riesgos que no se pueden soslayar, de los cuales debemos estar prevenidos, so pena perder la verdadera identidad cristiana. Por consiguiente, conviene considerar dos presupuestos: 


  • Un primer presupuesto es conocer el cristianismo a la luz del Evangelio de Jesús. El asombroso panorama cultural de la fe  es ya de por sí invaluable. Con justa razón puede llamarse católica. Que en su sentido etimológico es universal, ya que se ha encarnado en múltiples formas a lo largo de XXI siglos y a lo ancho del orbe. Ese conocer  no debe ser para «creernos» que somos «mejores que otros», sino para aprender y crecer como personas. Se trata de hacer nuestro propio camino, para heredar a las próximas generaciones, aún no conocidas, aquello que ellos deben perfeccionar.

  • En segundo lugar, es indispensable poseer una auténtica cultura cristiana. Estamos obligados a formarnos más allá del catecismo escolar para no ser presas de la manipulación a causa de la propia ignorancia. Podríamos fácilmente sentir un cierto complejo ante los clichés y los ataques sistemáticos de los diversos medios de comunicación; por ejemplo, a raíz de tópicos tales como la inquisición, las cruzadas, el antisemitismo y más recientemente la pedofilia; hasta el punto, de que alguno pudiera avergonzarse de su fe y por supuesto ocultarla en la plaza pública o en los ámbitos más personales de la vida. Tal actitud mostraría ignorancia: como la enemiga mayor de Dios sobre la Tierra.

4. Reconocer nuestros orígenes. No hay que olvidar, por ejemplo, entre otras muchas realidades, que los ideales de la Revolución Francesa tienen una matriz incontrovertiblemente cristiana: libertad, igualdad y fraternidad que impregnan el mensaje cristiano. Ha sido en la cultura cristiana donde ha surgido la democracia, y el fenómeno de la universidad, como lugar de saber y como manifestación de la confianza del hombre en su propia razón.


El cristianismo se ha trascendido hacia diversos fueros. Así, la Iglesia Católica, por ejemplo, ha sido promotora desde sus inicios de los grandes valores universales, como la justicia y la paz. La Iglesia ha sido siempre, como decía Juan  Pablo II, «experta en humanidad» y continúa siéndolo. Los derechos humanos y la reflexión sobre la dignidad y la defensa de la persona son indudablemente un legado cristiano. Actualmente la Iglesia entabla una feroz y pacífica batalla para defenderlos, siendo en ello casi una voz aislada en el conjunto de la sociedad. Con ello sólo busca ser fiel a la herencia que se ha desprendido directamente del mensaje de Jesús.



5. La fe cristiana se ha enriquecido con las múltiples facetas de la inculturación a lo largo de este tiempo, y simultáneamente ha realizado una labor de criba, purificando aquellos elementos culturales incompatibles con el mensaje cristiano y sobre todo con la dignidad humana, para saber tocar después las mejores notas de las sinfonías que cada cultura pueda ofrecer desde su hermosa herencia ancestral. Con ello, la misma fe se ha purificado, al punto de pedir perdón por los enormes pecados históricos que le han alejado del Evangelio de Jesús.


 El legado cultural y humano de la fe es invaluable; va del Mausoleo de Constanza en Roma a la Capilla del Rosario en Puebla, de “La Ciudad de Dios” de San Agustín al Quijote de Cervantes, de San Francisco a Teresa de Calcuta, etc. Más aún en la cercanía y afinidad con las culturas originarias de los Pueblos de África, los Mayas de Guatemala, los Incas del Perú, los árabes y la enorme diversidad cultural.



6. Solidaridad con los cristianos. Además de conocer la fe cristiana, su tradición y su vida, y valorarla convenientemente, es necesario estar al tanto de lo que hacen y sufren los cristianos en todo el mundo. Las malas noticias se propagan con mayor rapidez que las realidades buenas del heroísmo cristiano de tantos fieles a lo largo del mundo. Es preciso conocerlos y servir de altavoces para que el mensaje cristiano pueda seguir fecundando el mundo y no se repliegue a causa de la presión ejercida en su contra.


7. La identidad cristiana empieza «por conocerse uno mismo» a partir de las experiencias internas y la realidad social que nos abraza. Se trata, también de conocer lo que se cree, dar razones de ello. Eso permite mirar a través de un cristal limpio, lejos de ideologías perversas y malintencionadas. Lo cual permite amar realmente, bajo el principio de que sólo se ama lo que se conoce. 


«El sentido que emana de la fe determina la identidad». La identidad bien discernida da consistencia a la vida en todos los ámbitos de la vida. Ayuda a buscar respuestas a las inquietudes más importantes de la persona dentro de los límites humanos y no en la dispersión del mundo.


Una buena construcción del ser a partir de la identidad configura a la persona adulta,  al buen ciudadano, al buen profesional y cristiano. Eso quiere decir, llegar a ser personas auténticas y responsables que lleguen a afirmar, sin tapujos: soy cristiano.


Fotos: Varias de jgda; orquideas: Ramiro Argueta; Medallón: Miriam Mancilla.

sábado, 7 de noviembre de 2009

LA GRACIA


Las Gracias humanas Desde pequeños se nos enseña a ser agradecidos. Dar gracias es una máxima de las primeras instrucciones para un niño. Un saludo basta para agradecer. Casi nadie recibe un regalo sin antes decir gracias.


Puedo asegurar que parte de la naturaleza humana es ser agradecidos. Aunque siempre no falte quienes no reconozcan de inmediato los favores y las bondades de otros.


El dar gracias se realiza normalmente entre dos personas. Siempre hay uno de un lado que otorga un regalo y quien lo recibe del otro lado.


Lo grandioso del regalo es que quien lo otorga lo hace por iniciativa propia. Hacer un regalo siempre nace del corazón. Y cuando no nace del corazón y de una disposición libre, entonces ya no es regalo.


Con lo que una persona regala a otra, busca alcanzar a la otra persona, abrazarle, unirse a ella a través de ese gesto simbólico. Y con eso sella una amistad, se vincula íntimamente a ella. Es uno de las mejores y bellas maneras de expresar el amor. O de sacar del amor que hay dentro del corazón para ofrendarlo al amado o amada. Eso es ensanchar el alma para alcanzar al otro.


Por eso, por sencillo que sea un regalo, este, es siempre un símbolo de amor. El regalo es como el río que une la fuente con el mar. Con el regalo la persona siempre quiere decir algo de ella misma. De ahí que quien recibe un regalo no puede más que agradecer, porque no es una cosa la que recibe, en el regalo recibe a la misma persona que regala. Así, el clavel que recibe la amada de su amado ya no es el clavel, es su amado mismo.


La gracia produce el efecto de la amistad y el encuentro entre las personas. ¿Qué pasa si rechazo el clavel de mi amada? O ¿Si recibo y luego no agradezco? Yo quiero estar en gracia de amistas y comunión con los demás. De la misma manera yo quiero estar en gracia de Dios.

La Gracia de Dios
La Gracia de Dios¿Qué es la gracia de Dios? O mejor dicho ¿qué es estar en gracia de Dios? La gracia de Dios es el favor personal que Dios hace a la persona humana. Ese favor es una iniciativa divina y personal de Dios, del cual no está obligado a hacerlo. Si Dios nos hiciera favores, simplemente por cumplir su obligación de Dios, entonces ese favor no sería gracia. Sería sólo “un favor”, “un favorcito”.


Por eso el efecto de ese favor en el que Dios mismo se comunica a la persona es la gracia de Dios en la persona. Quien recibe ese favor de Dios está en gracia de Dios. Y quien recibe ese favor, del mismo modo agradece a Dios. O sea, aquella persona que recibe el favor de Dios y agradece con gestos de amor, esa persona está en gracia de Dios. Esas son las personas amigas de Dios y amigas de la humanidad. Esas son las personas auténticamente humanas.


Con razón predicamos siempre que todo creyente cristiano tiene que reconocerse como llamado por Dios a la vida más íntima de su creador. Pues hace participar a la persona de su naturaleza divina.
¿Cómo hace participar Dios a las personas de naturaleza divina? A través de la gracia. Y lo maravilloso de esa entrega amorosa es que Él se da a sí mismo. Dios no da regalos. Él mismo es el regalo. O sea que el dador –Dios- y el don –el regalo- son la misma cosa. Ya decía el autor de la carta a los Hebreos de Jesús, que él es sacerdote, víctima y altar. Todo junto.


La gracia no es lo que Dios da, sino el mismo darse libre de Dios, en su todo. Y como ya dijimos esa gracia divina no la merece ninguna criatura humana, ni siquiera la que carece de pecado, ni el más santo.
Lo misterioso en la relación entre Dios y el ser humano reside precisamente en que la persona se tiene que reconocer como agraciado. De ahí que de comprenda así mismo como criatura con un destino infinito. De ahí que la vocación de todo ser humano, se oriente hacia el ser más, su insatisfacción humana por plenificarse en Dios. Pues sabe desde sí mismo que sólo en Dios descansa su auténtica realización. El cielo es ese descaso en Dios, y el infierno la enorme frustración de traicionarse a sí mismo, el infierno es la condena a no descansar nunca, por no alcanzar nunca aquel amor por el que fue creado.


De ese modo el amor del Padre a su hijo y del Esposo a la esposa es un ensayarse en el gran amor. Ese ensayo es ir por las veredas hacia el paraíso prometido. Así quien ama, como quien canta o reza vive en la tensión de la esperanza de llegar a amar a Dios un día, de cantarle a Dios un día, de hablar y ver a Dios un día cara a cara.


El infierno, como ya hicimos ver, es la desgracia. Es el fiarse de lo que uno puede tener, es construirse a través de lo que uno puede construir únicamente. Es vivir para beber únicamente del agua limitada que vierte lo humano, lo humano que acaba, envejece y desaparece como las plantas y los animales. Pero nosotros, los cristianos somos para el cielo, para la dicha, la bienaventuranza eterna y no para la desgracia y la desventura.


El ser humano ha sido creado por Dios y para Dios. Y ese vínculo íntimo ha estado presente desde el principio. En ese sentido el paraíso celestial es la realización de la amistad de Dios con la persona, es la participación del hombre en la vida divina y eterna, el paraíso terrenal sería entonces el comienzo efectivo de la participación del hombre en la vida divina y eterna que se manifestará hasta el fin de los tiempos en el paraíso eterno.

viernes, 16 de octubre de 2009

¿Cómo Educar en valores en tiempo de globalización?



Educar en valores

De Guillermo Delgado OP



¿DE DÓNDE PARTIMOS?

Constataciones de la globalización


1. La globalización es un indicador de que no hay distancias físicas ni culturales, que todo está comunicado entre sí. A través de este fenómeno económico-científico y cultural se imponen costumbres y valores aceptados acríticamente por las diversas gentes, siendo unos sectores de la población más susceptibles a su aprehensión.
2. Las nuevas contradicciones pasan por las modalidades espontáneas de igualar a todas las culturas a través del mercado (economía), y a la vez por ensanchar las diferencias entre las grandes masas de pobres ubicados en los países del Sur y los pocos ricos del Norte.
3. Constatamos una sobrevaloración de lo material sobre lo social o moral.
4. La educación pasa por aceptación de la tecnología (útiles para el aprendizaje), la comunicación (conectados con otros mundos y “cosas”) y la economía (consumo).
5. Existe la sensación de que existe una única cultura (no existen mundos distintos), que se funda exclusivamente desde la “gran cultura”.
6. En las relaciones familiares: “Los padres se han vuelto como los hijos y los hijos como los padres. Como que los hijos saben más que los padres. Quizá porque el patrón regulado es que "somos guiados" por los medios y las técnicas de comunicación. La esperanza en las familias, está puesta en los niños y los jóvenes, pero ellos son afectados por la globalización”. (Adolfo Chen, Cobán, febrero del 2009).
7. Con la globalización tenemos una amenaza y un reto. “Es una situación bastante difícil. Hay que hacer uso responsable de las cosas. Si nos perjudica, hay que tener en cuenta eso”. (Taller sobre globalización Ak Kutan, febrero del 2009).
8. Existe el peligro de imitar en la pequeña familia los problemas de la “familia grande” (el Estado). Por ejemplo, imitar el quehacer de quienes gobiernan las cosas del Estado, en tanto “estado fallido”, al hacerlo infiltramos hacia nuestras familias esa condición de “familias fallidas” (infuncionales), debido a la aceptación inconsciente de los modos de hacer trampa, de ser infieles a las promesas,  y así una serie de acciones que solo aluden al fracaso social. 

¿EDUCAR PARA QUÉ?

1. Formar para la vida, no siempre para ser alguien (profesionalidad interesada). Una exdirectora de un Colegio Católico en El Salvador, hablando sobre los muchos jóvenes profesionales desempleados, me decía: “A veces creo que soy deshonesta con los jóvenes, cuando los oriento poniendo a la educación como un modo de acceder a la realización profesional”. En la realidad, no siempre la educación es garantía de lo que se busca. A veces no se alcanza nada. 
2. Formar para la diversidad cultural y religiosa. Con el criterio ético paulino: “Examinarlo todo y quedarse con lo bueno”. Dado que:
a) La religión no es el centro de la vida. Al menos para las nuevas generaciones. La Iglesia católica aparece como una religión más y no como la religión rectora de otros tiempos. Somos parte de un mundo atomizado. Y la religión es la mejor muestra de ella. No hablamos de “La Iglesia”, sino de “las iglesias”. Todas aparecen como portadoras de verdad.
b) Pérdida de credibilidad de las instituciones y las personas que las representan. La crisis institucional vulnera las relaciones sociales. Las personas quedan desamparadas ¿Dónde ir? ¿Quién me ampara? ¿Dónde está el Estado? ¿Dónde se fue el "pater familias"?
c) Aceptar críticamente la secularización. Ante las tendencias de la aceptación de la existencia de Dios sin religión, y ante los nuevos modos de individualismo y espiritualidad fuera de lo religioso, en contraste con el surgimiento de movimientos radicalmente conservadores, hemos de considerar esos extremos con criticidad.
d) Sopesar la integración de la espiritualidad (desde la mística humanista), junto a normas y costumbres propias, cara a la “gran cultura”, para la gran comunidad humana.
3. Formar para la consolidación de la familia. Familia nuclear, extensa (nuevos modos: familia monoparental, familias cortoplacistas, familias gay…). Revalorar la familia en ámbitos más amplios cosanguíneamente, cara a gran familia humana.
4. Formar en la valoración del costo humano del trabajo y la cooperación conjunta del cuido de la creación (pensar en actividades concretas, que visibilicen resultados inmediatos).
5. Formar en la revaloración de las normas. A partir de la sabiduría popular y el aprendizaje que nos da  la experiencia (en la figura del anciano o de los adultos mayores) y las tradiciones transmitidas y pulidas a lo largo del tiempo. A partir de las relaciones estímulo-sanción.

¿COMO HACERLO?

1. Con jornadas culturales para el fortalecimiento (sobre la base de lo existente) de valores, más allá de las condiciones sociales, religiosas y éticas. Por ejemplo: “la semana de la paz”, con compromisos concretos: “Yo, soy la paz” o “yo no golpeo”. E inducir respuesta con actitudes concretas en plazos cortos.
2. Revitalizar los tiempos lúdicos. Como días de campo, con tares de aprendizaje concretos. Con el fin de reactivar las capacidades de convivencia. Para contrarrestar las actitudes egocéntricas que se despliegan a partir de la globalización y de la gran familia humana.
3. Buscar sensibilizar sobre el sentido del dolor humano, a partir de los excluidos (el siervo doliente de Asíais). En contra de la aceptación lejana de la violencia que le pasa a otros, y ante la incursión de la materialización y manipulación de las cosas por el acceso desmedido de la tecnología y los medios de comunicación masivos y privados.
4. Agilizar métodos para palpar realidades, en combinación con conceptos abstractos. No basta con dar información, hay que crear métodos propios de conocimiento. La realidad duele, “la realidad se carga”. Alguien tiene que hacer algo. El indiferentismo tiene costos sociales y golpea éticamente a la persona. El indiferentismo mata.

Fotos: jgda
domingo, 6 de septiembre de 2009

Descripción

Este escrito es de una tarde cualquiera de julio del año 2004. Yo estaba en Cahabón.

Montaña de carbón
que remoja el pan en pétalos transparentes.
Clavos largos, largos y agudos atravesando la piel.
Montaña elevada en el puño apretado del odio amargo
del café frío, sin mano, sin boca.
Campana desbocada por el hambre
como serpiente lastimada,
de música atorada en el absurdo y sordo amor de invierno.

¡Por qué nadie lamenta en su canto
que la sangre hierve en peroles de odio maldecido
o que el plomo endurecido de las palabras
arrastradas por la tempestad
de una tarde desesperada
avanza como soldado a la trinchera de una absurda noche de muertes!

No llueve sobre los pantanos negros,
no llueve en la calle gris.
Las chorchas manchan de amarillo la tarde,
los Zenzontles al cantar “piden lluvia”,
lluvia verde, dicen los campesinos.
Las montañas rezan inmóviles
mirando al cielo intenso de azul:
musitan palabras en ramas verdes.

Los frailes con estolas bordadas a mano
madrugan a la misa
y reciben dolores de corazón en sus manos.

Sin distinguir si lejanos o cercanos,
solos se oyen ladrar los perros con acento ausente.
Suenan los gallos sus trompetas a los mártires anónimos
tras segundos de silencio.
Los niños lloran acurrucados por el calor.
Más lejos que cerca, aún:
Los zumbiditos de los carros rayan la calle hacia Lanquín
Invisibles en los polvazales.
La escuela se atraganta de los gritos de las muchachas
Que juegan como urracas en las ramas de los guayabales.


Y no llueve,
no llueve,
no llueve!

(No dejo de sentir penetrante
tu mirada de vuelo bajo:
en tus ojos que me aguardan sin pestañear).
jueves, 27 de agosto de 2009

Llega la hora



La gloria de los grandes hombres se mide por la lucha que han hecho durante toda su vida al hacer sus tareas, y no por los triunfos que han alcanzado. “La mayor satisfacción está en el esfuerzo y no en los resultados” (Gandhi).

Esos hombres se parecen a los árboles que en el verano tienen que votar sus hojas para mantenerse vivos, y sobrevivir para el próximo invierno. Pero es entonces, sí en verano, cuando florecen, exponen sus mejores galas, como si murmuraran: que no hay esfuerzo sin belleza. Por eso, dicen que las flores más bonitas son las del desierto, pues pintan de colores la soledad (Rubén Blades).

Como el campesino que disfruta la sombra después varias horas bajo el sol. En la sombra medita la cosecha que espera, cosecha que no será para sí únicamente, sino para compartirla. El campesino piensa en su mujer y sus hijos. En cosas tan pequeñas como estas se mide la gloria de los grandes hombres.
Hemos oído decir a Jesús: Ha llegado la hora en que el hijo del hombre sea glorificado. (Jn 12,23)

¿Esa hora y esa gloria, tienen que ver con la llegada de la muerte? Pienso que sí.

La hora tiene que ver con ese día. El día que nadie quiere, pero al que cada día nos aproximamos, en cada año que pasa, en cada segundo que queda atrás. La muerte no llega de repente. Porque hemos avanzado hacia ella al caminar y vivir. Quien avanza, como Jesús por los caminos que van de Galilea a Jerusalén, o como don Gonzalo de Cobán a Guatemala, construye su propia historia, y nunca será sorprendido repentinamente por la muerte. La muerte sólo sorprende a aquellos que nunca hicieron un camino propio, ni amaron mientras andaban, o a aquellos que se apartaron de quienes amaron antes.

Dice el Maestro que esa hora es para ser glorificado . Pero para ser glorificado habrá que saber morir. Sabe morir quien no se aferra a la vida, o mejor dicho a la no- vida. La no vida tiene que ver con el sufrimiento de vivir sin vivir, y más triste aún de morir sin haber vivido. Muere sin haber vivido quien se muere (o se desvive) por las cosas, quien se cosifica porque se hace uno con esas cosas ajenas a la vida (aquello que no es humano o que se coloca lejos de lo divino). Quien es glorificado como Jesús, da su vida, y se reproduce así mismo como las estacas de la bugambilia o veranera, y extiende su belleza a otros patios. Da su vida a través del servicio, sabe qué es cargar con la realidad y el sufrimiento ajeno. La máxima agustiniana: el que no vive para servir, no sirve para vivir, es la razón para Vivir, y ser glorificado por ella misma, aquí y ahora, entre ustedes y delante de Dios.

Si alguien pudiera afirmar de mi o de Don Gonzalo, que somos glorificados, por lo que somos o hemos hecho, ya podríamos tranquilizar nuestras conciencias. Sabríamos que no vivimos sin vivir, y que atisbamos una vida más allá de las cosas a partir de las cuales a menudo nos definimos.

Ahora nuestra alma está turbada, como pasó con Jesús, cuando llegó su hora. ¿Pero esa turbación que nos aflige es porque el morir ahora es pensar de otro modo y valorar menos lo que merece menos valor? ¿O como Santa Teresa, porque anhelamos la vida divina? Eso quiere decir, que toda vida es como la semilla del maíz, que ya no vuelve a ser la misma cuando se entrega al silencio de la tierra que la abraza.

Si yo hubiera muerto físicamente esta tarde, y, después de dejarme solito como semilla en la tierra, ¿Ustedes regresarían, a sus casas, retornarían sus trabajos de vida cotidiana? Desde luego que sí, porque la vida sigue. Pero ante la experiencia de la muerte del otro, algo debe cambiar en los demás. Ya que toda muerte nos recuerda nuestra propia muerte. Conscientes de ello tendríamos que vivir una vida que valga la pena vivirla, como personas gloriosas. Esa es nuestra grandesa.
domingo, 23 de agosto de 2009

Hambre de DIOS


Mundo sin centro
Comparemos los días actuales con los pasados. Revisemos algunos tópicos de esta vida nuestra. Con apenas cinco o diez años atrás, ahora todo puede ser accesible gracias a la fuerza de la tecnología y la comunicación. La independencia al unísono con la desobediencia se iza cada vez más alto. La producción creadora está a favor de suscitar consumo por consumo y “necesidades innecesarias”. Ahora es más posible “ser más iguales” sin ser hermanos, donde la sensación efímera del clik fascina. La mentira encanta como si fuera verdad, y todo fluye, fluye, fluye. Todo esto a unas velocidades a penas sentidas. Mientras cabalgamos la cresta de la ola, sin percatarnos de lo que permanece, de lo tenemos o es posible. Esto es vivir en un mundo sin centro. ¿A caso el mundo tiene centro? O ¿Necesitamos la centralidad o “ese algo” que nos de seguridad?

En consecuencia, el código de la autonomía se posa en el atril de cada persona, sin más. Nos dicen: “vístete de hombre nuevo”. Y, “renovados” galanteamos en bronce y oropel. Quien consume es consumido. El peor enemigo puede ser, aquel quien me conoce a fondo. La familia y los amigos “son útiles”, y mediaciones necesarias. La institución familiar es una casa con arranque de barro. Importa vivir ahora, ayer o mañana son palabras de sinónimas de padecimiento. Los fantasmas nos acechan sobre el asfalto, con poder de dioses. La imaginación mítica y legendaria tradicional agrícola se desvanece en la ética individualista y solipsista, que priva de sentido la existencia y la pertenencia a la creación de la que somos parte.

No es preciso afirmar que “los valores se han perdido, pues no existen nuevos valores, nadie en soledad es capaz de crearlos, sólo reinterpretamos los valores permanentes de acuerdo a “la necesidad” e “intereses” presentes. O sea que los valores aprendidos en la tradición, en las riquezas ancestrales, son interpretados a la luz de la necesidad, mientras crecemos.

Búsqueda de un centro
La cultura, como cosa humana y sólo humana, da sentido e identifica. Nos conocemos así mismos y nos re-conocemos delante de los demás. Jesú, el Mestro, pregunta a los suyos: quién dice la gente que soy yo; y para avanzar en el conocimiento de sí y de los otros, insiste, con más prontitud: y ustedes quién dicen que soy yo. Las cuestiones del Maestro, no acontecen porque él fuera inconsciente de su misión e identidad, sino para revelar el ser uno mismo en lo más íntimo del otro.

En algo hay que creer

Mejor si creemos en alguien. Los Cristianos católicos nos fortalecemos en el hontanar de la Eucaristía. Por gracia de la fe, afirmamos la presencia real y salutífera del Señor, en ese evento. De ese modo, el alimento para la vida fortalece la confianza en “los otros” y en el “completamente otro y trascendente”. Participamos de la mesa de los amigos y en la Mesa del Amigo. Comemos y nos alimentamos. La salvación nos envuelve en salud de alma y cuerpo: como personas, que hemos visto la divinidad humana de Dios, y que somos espiadas en la humanidad divina del Señor Jesús. Que por lo mismo, nos hemos integrado a ese misterio de amistad trascendental. En lo humano-divino: creemos, vivimos lo creído a partir de nuestra propia profanidad, en el ámbito de la mesa familiar de los amigos. "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y abre la puerta, yo entraré a él y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3,20). Cenaré con él. Con él.

En el epicentro
En la Mesa de la Misa, hemos probado el alimento que sustenta el espíritu de todo sentido, que nos direcciona a la consumación del amor, en Dios, más allá de la finitud. Pues, ese es el lugar y el acontecimiento, que funda la acción de gracias y dinamiza al espíritu.

Jesucristo “es el pan de vida”. Tenemos hambre de sentido, de eternidad: queremos al amor verdadero, buscado en toda relación humana, en las cosas creadas, ahí donde describimos huellas de la divinidad. El hombre tiene hambre de Dios, y no le basta el rábano de mesa.

Nuestra hambre
Muchas cosas humanas han cambiado, es verdad, como buen signo; pero no debemos permitir que la cosificación abrace lo humano. En todo caso, que el letargo de la prisa que impone la innovación del consumo, que “lleva maravilla y el error”, no nos permita olvidar nunca que “la cosa humana” es cosa divina.

“Oír misa” es misionar: estar/ser consigo/uno mismo y moverse hacia el otro. Hacerse señal de Dios, ser consciente que soy altar de lo divino, alimento de vida, en la Mesa común. Nuestra hambre es de Dios en la Mesa, porque nuestra hambre es de ser humanos, tan humanos como sólo él puede serlo, en aquel que es rostro humano de Dios y rostro divino de lo humano.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Justicia

Disculpen la molestia
armados contra los pobres


Si la justicia internacional de veras existe, ¿por qué nunca juzga a los poderosos? No van presos los autores de las más feroces carnicerías. ¿Será porque son ellos quienes tienen las llaves de las cárceles?

¿Por qué son intocables las cinco potencias que tienen derecho de veto en Naciones Unidas? ¿Ese derecho tiene origen divino? ¿Velan por la paz los que hacen el negocio de la guerra? ¿Es justo que la paz mundial esté a cargo de las cinco potencias que son las principales productoras de armas? Sin despreciar a los narcotraficantes, ¿no es éste también un caso de “crimen organizado”?

Pero no demandan castigo contra los amos del mundo los clamores de quienes exigen, en todas partes, la pena de muerte. Faltaba más. Los clamores claman contra los asesinos que usan navajas, no contra los que usan misiles.

Y uno se pregunta: ya que esos justicieros están tan locos de ganas de matar, ¿por qué no exigen la pena de muerte contra la injusticia social? ¿Es justo un mundo que cada minuto destina 3 millones de dólares a los gastos militares, mientras cada minuto mueren 15 niños por hambre o Los humanos somos los únicos animales especializados en el exterminio mutuo, y hemos desarrollado una tecnología de la destrucción que está aniquilando, de paso, al planeta y a todos sus habitantes. enfermedad curable? ¿Contra quién se arma, hasta los dientes, la llamada comunidad internacional? ¿Contra la pobreza o contra los pobres?

¿Por qué los fervorosos de la pena capital no exigen la pena de muerte contra los valores de la sociedad de consumo, que cotidianamente atentan contra la seguridad pública? ¿O acaso no invita al crimen el bombardeo de la publicidad que aturde a millones y millones de jóvenes desempleados, o mal pagados, repitiéndoles noche y día que ser es tener, tener un automóvil, tener zapatos de marca, tener, tener, y quien no tiene, no es?

¿Y por qué no se implanta la pena de muerte contra la muerte? El mundo está organizado al servicio de la muerte. ¿O no fabrica muerte la industria militar, que devora la mayor parte de nuestros recursos y buena parte de nuestras energías? Los amos del mundo sólo condenan la violencia cuando la ejercen otros. Y este monopolio de la violencia se traduce en un hecho inexplicable para los extraterrestres, y también insoportable para los terrestres que todavía queremos, contra toda evidencia, sobrevivir: los humanos somos los únicos animales especializados en el exterminio mutuo, y hemos desarrollado una tecnología de la destrucción que está aniquilando, de paso, al planeta y a todos sus habitantes.

Esa tecnología se alimenta del miedo. Es el miedo quien fabrica los enemigos que justifican el derroche militar y policial. Y en tren de implantar la pena de muerte, ¿qué tal si condenamos a muerte al miedo? ¿No sería sano acabar con esta dictadura universal de los asustadores profesionales? Los sembradores de pánicos nos condenan a la soledad, nos prohíben la solidaridad: sálvese quien pueda, aplastaos los unos a los otros, el prójimo es siempre un peligro que acecha, ojo, mucho cuidado, éste te robará, aquél te violará, ese cochecito de bebé esconde una bomba musulmana y si esa mujer te mira, esa vecina de aspecto inocente, es seguro que te contagia la peste porcina.

POR: EDUARDO GALEANO
07/07/09
martes, 21 de julio de 2009

Mujer

Mujer
y globalización

El proceso de globalización refuerza las desigualdades de las mujeres. La alta demanda a las empleadas del hogar en las naciones ricas contrasta con los bajos salarios. Dos consideraciones de análisis:

1. División internacional de la atención al hogar (DITD)
a. Las mujeres migrantes asisten a otras mujeres, de clase alta, que a sus vez transfieren el cuidado de los suyos (en cascada hacia abajo). La diferencia entre una y otra reside en el pago y la condición social.
b. La calidad de vida de la familia experimenta deterioro conforme avanza la cadena de la DITD.
2. División tradicional del trabajo Doméstico (DTTD)
a. Aumenta el trabajo remunerado para las mujeres (casadas en ascenso y jóvenes en descenso, en el caso de Italia). Sin modificar la división tradicional de las tareas del hogar (las mujeres deben hacer doble trabajo, sumado al poco apoyo de asistencia social de los países donde trabajan v.g.: EU:)
b. Cuanto menos se responsabilizan los estados de la familia más se necesita del trabajo de las asistentas extranjeras. Los países anfitriones no garantizan la asistencia social y la participación de la vida política de a las mujeres empleadas del hogar desde sus intereses económicos.
c. Mantienen así fuentes de trabajo barato –con “trabajadoras huespedes”- quienes pueden ser repatriadas si la economía del país no marcha bien.
d. La creciente demanda del trabajo doméstico evidencia la irresponsabilidad de los varones y las entidades públicas (respecto a la familia).

Propuestas
I. Para gargarizar la igualdad entre los géneros, en el contexto de una economía global, las mujeres de los países ricos deben abogar a favor de los derechos de unas mejores condiciones laborales para las empleadas del hogar que viven en los países más pobres.
II. Si aumentara la participación de las mujeres en los ambientes económico políticos podrían garantizarse mayores garantías sociales a favor de las familias. Las mujeres tienen más influencia en los hijos. Las mujeres invierten más en la familia que los hombres. La ética feminista de la liberación propone elaborar una ética universal desde abajo, partiendo de igualdad (lectura bíblica). Se trata de consolidar derechos para sustentar la propia vida y el acceso a los medios para cubrir las necesidades básicas de forma sostenible. Se trata de construir una base de empoderamiento desde la mujeres en la toma de decisiones.
III. La teoría económica necesita desarrollar una justicia económica (normas universales) que responda a la igualdad, de echo y de derecho, de todos los seres en el mundo globalizado. Desafíos neoliberales:
∞ Velar por una economía justa: hacer accesible el mercado a los pobres (no sólo colocarlos en la categoría de explotados o fuera de ello)
♫ La distribución de los recursos es tarea propia de la economía política y de los políticos.
viernes, 26 de junio de 2009

Ser persona. Según Fray Bartolomé de las Casas

Fray Bartolomé fue testigo y parte de las reflexiones y discusiones que se estaban haciendo en Europa a favor de la persona humana. En la Europa del siglo XVI, la persona humana y los pueblos son pensados como naturaleza humana, o sea como una comunidad que tiene unas características propias y normas de conducta desde donde se rigen, mueven y actúan los miembros de una comunidad.


Este modo de comprender a la persona tiene su inspiración en el cristianismo, de ese entonces: donde la persona es el centro del universo, vive en una sociedad de jerarquías y tiende a la convivencia en comunidad. Pero cerrados en su círculo comunitario. Así, cualquier cosa que venga de fuera será tenida como extraña. Los indígenas por ser distintos de los europeos parecían demasiados extraños, al punto de no ser reconocidos, tan siquiera, como personas. Pero fue Fray Bartolomé es quien concilia lo extraño y diferente con la común pertenencia a la misma naturaleza humana. Su concepto de persona está expresado en su concepto "del indio", de sus culturas y pueblos. Encuentra en el amerindio a la persona concreta que él predica con palabras.

El modo de conciliar aquello significó, para el fraile, hacer una explicación de los pueblos indígenas como quienes tienen y viven una cultura propia. Por tanto, estos pueblos tienen una identidad. Y la diferencia con los europeos sólo es cultural, no humana. Todos somos humanos. Dirá: “Estos también son hombres y tiene alma racional”. Se rompe así, la idea falsa y malvada que justificaba el hecho de que unos son inferiores y otros superiores, unos esclavos y otros esclavistas, porque así es la vida natural. Con esta manera nueva de presentar al ser humano, el indígena fue considerado como persona racional, capaz de hacer política y gobernar la ciudad. En todo caso, si hay que decir que tenía un nivel de retrazo, comparado con los europeos, habrá que decirlo que éste retrazo no es de “naturaleza” sino de educación. Aunque los españoles que traían los estandartes de una nueva cultura carecían de cultura educativa, hasta parecían más atrasados que los mismos nativos. El mismo Bartolomé sostendrá que los españoles no son culturalmente superiores a los indios, sino más bien los verdadero idólatras, pues imponen su codicia por encima del reconocimiento de la persona.

En consecuencia para las Casas el indio ya no es una “persona natural” sino “persona cultural”, que vive dentro de la naturaleza, de la humanidad, aunque carezca del nivel educativo europeo que se presenta como el ideal de la persona civilizada. En resumen Bartolomé de las Casas nos presenta un nuevo concepto de persona y su dignidad, en las características siguientes:

En primer lugar, admite el Fraile que la persona humana es identificada como igual desde el reconocimiento de grupos culturales diferentes; en ese marco de semejanza y diferencia los nativos están llamados a ser cristianos y por naturaleza tienen una dignidad y derechos, aunque aún no sean cristianos bautizados.

En segundo lugar, el hombre indígena no puede ser considerado inferior a ningún otro ser humano. Es un ser social, político y capaz de hacer todo aquello que es propio de la persona humana.

Y, por último, el indígena es sujeto de derecho a la vida, y este derecho está por encima de una salvación del alma acompañada de la muerte del cuerpo. O sea que la vida del indígena es más plena, sagrada y verdadera que cualquier otro valor religioso.