Después de todo,
eres una certeza madurada con el sol
que vino poco a poco a este lugar.
Ya no te busco como lo hacía antes
Ya no te busco como lo hacía antes
cuando desesperado agarraba camino
a perseguirte en mis viajes solitarios
sin apenas saber dónde tenías tu casa.
Ahora más bien,
me aproximo a tus alas concretas
que envuelven las almas, incluida la mía.
mi corazón empieza a prepararse
poco a poco
poco a poco
para que te poses
en la frescura de mis ramas.
Ocurre que
en la frescura de mis ramas.
Ocurre que
si llego donde tú estás
o si vienes donde estoy yo
lo mismo da.
Siempre nos abrazamos desde dentro,
como raíces de árboles extraños
que se encuentran en el silencio
del fértil humus.
como raíces de árboles extraños
que se encuentran en el silencio
del fértil humus.
Y al presentir que estás por irte
me regreso en velocidad a la morada
solitaria
dejándote atrás.
dejándote atrás.
de algún modo,
adelante vienes
adelante vienes
por donde el horizonte cae:
yo parezco perseguirte,
para intentar tocarte con mi dedo hacedor.
para intentar tocarte con mi dedo hacedor.
Mientras avanzo montaña adentro,
por las veredas más extrañas
por las veredas más extrañas
me filtro entre los matorrales,
entristecido a buscarte
en la espesura de la neblina
que dejó la lluvia de la tarde.
Porque para mí
siempre ausente estás
y presente a la vez:
tanto que te haces totalmente actual
y radicalmente distante.
De ese modo,
De ese modo,
como pastor solitario
pertenezco a los cerros.
Me quedo oyéndote en la voz de los
colibríes,
o, sintiéndote en la penumbra de cada
tarde que se va.
Y cada vez me entrego a la noche
mecido por los grillitos del camino.
A media noche
a la hora de los espíritus benévolos
me baño en aceite crismal,
a la hora de los espíritus benévolos
me baño en aceite crismal,
me consiento en tu belleza
para dormir cundido de amor.
para dormir cundido de amor.
Lejos de todo mal.
Por: De José G. Delgado, OP
Fotos: prestadas
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