La dignidad Hechos y Palabras martes, 30 de diciembre de 2014 Sin Comentarios

Desde este púlpito,
en la procesión anual de los días que acaban
vengo a declararme en la memoria de los pueblos
y en la sangre antigua de todas las razas del universo.

Mi deseo primero 
consiste en que todos
los que han venido a oírme
 arranquen de mis palabras un trozo de silencio,
y que sepan de una vez por todas
que conozco los profundos secretos
de la espera
y la precisión.

Que no hablo a solas,
Qué alguien conoce mis caminos,
Que sigo vivo,
Que la libertad es ruta sin final.
Que puedo, al menos, decir una palabra
más allá de lo supuesto.

Que si bien traigo raíces
humilladas en sequía,
tengo la fuerza en la voz
pues, vivo de manantiales profundos.

Debo decir también,
que regalo canciones rupestres
desde los campos de concentración
y toques de queda
a los enamorados
que se suben al medio día
a calcular sus años amando.

Además,
que todavía hay gente que
no usa el derecho de hablar,
que son paredones de otras voces.

Que se puede volver de la maldición
para quedarse en el ara de los altares,
y depositar en otros labios
la ofrenda de azahares de la madrugada.

Desde este púlpito
al que hoy subo
debe decirle a todos los que me oyen:
- Que soy encomendero del amor
- Que nada es mío
- Que tengo la ternura de los árboles vetustos
- Que traigo el agua vertida de las piedras
y la sal de los collados
- Que odio desde el sacrificio
- Que en la ternura habla quien calla
- Que ahora estoy
en el refugio silente de altísimas alas
envuelto de ungüentos sagrados,
y al salir del agua lustral
vengo rompiendo las palabras últimas
para decir
a todos ustedes,
 desde este pórtico:
¡que el barro de mi hechura es de amor!
¡que la dignidad no sólo es un derecho,
es consustancial a lo divino!
¡Que la última palabra es la que me sostiene
y está contenida en el templo sagrado
en la que todos fuimos formados,
y esa última palabra aún está por decirse!

¡El que tenga oídos que oiga!

Por: Gvillermo Delgado
Fotos: JD&MM


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