Santa María Cahabón, 28 de mayo del 2005
(extracto)
Querida Vicky,
Es media noche y no puedo dormir. El cansancio
se ha apoderado y dejado sin sueño. Leo su carta y en ella escucho el silencio
de las palabras que se elevan llegando hasta estos lugares. Sobre todo sabiendo
de antemano de cómo usted y todas las hermanas oran por nosotros, por nuestro
trabajo, para que seamos fuertes y sobre todo fieles. Vaya que me he refugiado
en la oración, aunque no siempre la mía, pues cuando más débil estoy más
imposible se me hace orar y es cuando más me fío de la oración de toda la
Iglesia...
Creo que cada día tenemos que saber
encontrar la manera de estar donde estamos sin extrañar más allá de las
fronteras de nosotros mismos, salirnos de nosotros mismos puede ser peligroso...
El Señor está con nosotros, en nuestros límites, en caso de ir más allá, ha de
ser en ese estar en nosotros y con nosotros. El Señor nos toma más en serio de
lo que nosotros imaginados, por eso la confianza en él, es la certeza de tu
presencia íntima.
Las temperaturas han subido un poco más, pero
no me da tiempo de sentirlo, cuando me entero amanece y sin darme cuanta ya es
de tarde.
Los campesinos están sembrando al tierra con mucha devoción. El Maíz
ya ha mostrado sus dos hojitas en algunos lados y la lluvia ha comenzado a
declararse nuestra aliada.
En el país no dejamos de lamentar la muerte
continua de personas. Sobre todo mujeres y jóvenes. Aquí en Cahabón mueren
muchos niños y madres al dar a luz a sus hijos. Llevamos un poco más de seis
meses en que el Centro de salud no tiene ambulancia y a veces médico...
imagínese! Sin embargo nosotros seguimos haciendo lo que se nos ha pedido y con
quienes se nos han encomendado.
Aquí algo de mi inspiración
Aquí está quien le canta a la nostalgia
sublime,
Al olor de los motores.
Quien aúlla en el secreto de su alma,
Quien levanta el asfalto con la tristeza,
Quien ha puesto toda su fuerza en los
anhelos,
Quien se muere titiritando de frío.
El príncipe incoloro de ninguna princesa.
Quien se levanta entre pájaros
Y se acuesta con los sueños.
Por: G. Delgado
Foto: Ramiro Argueta
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