LA NOCHE OSCURA Hechos y Palabras domingo, 28 de mayo de 2023 Sin Comentarios

 


Un primer paso nos llevará a dar otros pasos más consistentes, más seguros.


Por: Gvillermo Delgado OP

Homilía del lunes 17 de abril del 2023.

Transcripción literal de: Lorena Natareno.

Fotografía: Lorena Natareno.

 

 

Hemos pasamos por momentos en los que nos declaramos como quienes han surgido de la tiniebla. Arrastrados, oscurecidos, perdimos el tesoro del amor que albergábamos en nuestro corazón. Porque actuamos mal y destruimos cosas.

 

También podemos describir de cómo han emergido cosas bonitas de algunos momentos de oscuridad, porque la oscuridad nos permitió meditar y descender al propio interior, a la propia conciencia y entender algo que de otra manera quizás no hubiera sido posible. 

 

Hay momentos tristes de la vida que, en lugar de oscurecernos, han iluminado el tesoro de nuestro corazón. Y nos han convertido en personas nuevas.

 

Las Sagradas Escrituras describe “el momento de la tiniebla” referido a Judas el Iscariote.  Judas envuelto en la tiniebla del mal, no dejó que el bien prevaleciera en él.  Una membrana lo aisló de tal manera que lo arrastró a las tinieblas del mal.

 

El salmo 35 dice que el malvado se acuesta meditando el crimen y no rechaza la maldad. Medita para perfeccionar lo malo. Diseña estrategias para derribar al justo.

 

Al mismo tiempo nos encontramos con los Santos…  A San Juan de la Cruz, a Santa Teresa, a Santa Catalina de Siena, a San Gregorio de Nisa y tantísimos más… Para la mayoría de los Santos la noche es el tiempo de la meditación, de la contemplación del Misterio Eterno. La noche es para contemplar las estrellas y descubrir la belleza de lo alto y al mismo tiempo relacionarla con las leyes morales que están en lo profundo del corazón.

 

 

En la tradición judía, la Torá se medita de noche. Por eso, la noche es un momento de crecimiento y de fortalecimiento espiritual. Esta es la razón por la cual el Evangelio de San Juan nos presenta a Nicodemo visitando al Señor de noche.  Precisamente en esos momentos Jesús le plantea una cuestión de fondo, dado que Nicodemo es un maestro que conoce bien las escrituras, le dice: “Hay que renacer de lo alto”. 

 

Renacer es como volvernos a inventar a nosotros mismos. Es renovarnos desde lo que ya somos.   Desde la condición actual, igual sea una condición pecadora, igual sea de errores… Pero reinventarnos. 

 

Esta es una capacidad en la que algunos logran comprender, contemplar el cielo nocturno y estrellado y descender al propio interior para contemplar las leyes de su moralidad. Al hacer esa combinación, del cielo estrellado con las leyes morales del interior, uno se descubre así mismo pequeño, mínimo. También sabe que lo grandioso acontece al descubrir que las verdades ya están en su corazón. Entonces, sabe que esta es la oportunidad para renovarse. 

 

La invitación que Jesús le hace a Nicodemo no logra su objetivo en un primer momento. Nicodemo con su alta sabiduría no logra entenderlo, aún apoyándose en el conocimiento de la Torá.  Renacer de lo alto, como lo indica Jesús es retomar las cosas desde Aquel que viene directamente de lo Alto. Aquel que es más que Moisés, mucho más que un profeta, mucho más que un Sacerdote, mucho más que un Maestro terreno, es Aquel que viene de lo Alto. 

 

Renacer desde Él es comprender que hay que ir más allá del cielo estrellado, más allá de la ley moral del interior que está en nuestros corazones.

 

Queridos hermanos, ahora piensen ustedes si han tenido noches oscuras o noches de tiniebla. Cualquiera que sea su pensamiento, vean que la consecuencia es evidente.  La de tiniebla acontece cuándo le dimos cabida al mal, al demonio y nos armamos en valor para hacer el mal. Es cuando nos ahorcamos o ahorcamos a otros a la manera de Judas. Esa es la tiniebla. 

 

¿Hemos tenido noches de oscuridad a la manera de Nicodemo en la que nos hemos enfrentado con nosotros mismos y nos hemos encontrado con el Señor? Quizás hayamos tenido noches oscuras como las que hablan los místicos. Noches del arrebato místico donde me encuentro a solas con el Señor.  A veces pareciera que esa noche es una controversia en donde no logro entender o distinguir donde termina una cosa y comienza la otra, porque muchas veces estas noches de oscuridad también son momentos de pérdida.

 

 Y lo digo, la noche, no solo como la hora física. Ese después que oscurece porque termina el día de luz, sino esos momentos en los que por ejemplo perdimos a un ser querido.

 

Ustedes piensen si perder a un ser que hemos amado tanto es un tiempo de tiniebla o es de oscuridad.  Si es de tiniebla es porque nos empeoramos. Si es de oscuridad porque nos mejoramos a pesar de la contradicción que la pérdida nos provoca. Es frecuente que a pesar de la pérdida no dejamos que se encapsule nuestro tesoro, el corazón, por la tiniebla del mal. En el caso contario somos presa fácil de la maldad. Y pasamos a renegar de Dios.

 

 

En la pérdida de nuestra noche oscura, no perdemos el sentido de la vida, sino más bien, a pesar del llanto, la desolación, del luto y de la tristeza, algo se nos ilumina. Y comenzamos a entender que este es un momento totalmente nuevo que no se nos hubiera dado, tristemente, sin la pérdida de este ser querido.  Este es un momento de oscuridad, esta es la noche oscura de la meditación, este es el resurgir desde lo Alto. 

 

 

Por eso queridos hermanos, la invitación que hace Jesús a Nicodemo, también se nos hace a nosotros. Se nos hace ahora, desde la vida espiritual que se traduce en la práctica ordinaria de nuestra vida. Y es precisamente el hecho de nacer de lo Alto del Agua y del Espíritu. Condición bautismal que consiste en sumergirnos en el corazón de Dios.

 

El que se sumerge en el corazón de Dios deja que Dios habite también su corazón.  Este momento es lo que algunos llaman, comprendido a partir de esta mística de Nicodemo, “el punto cero”, el punto de partida. 

 

Este momento de oscuridad –“punto cero”- es donde yo me reinvento. Reinvento mis relaciones, mi trabajo, mis negocios, mi vida moral, mi pensamiento, mis sentimientos.  Decir, yo me reinvento, es colocarme en el punto cero a partir del cual doy un primer paso.  Mi primer pasito como el niño o la niñita que empieza a caminar. Inseguro. De la mano de otros, de aquellos que ya tienen mucho más trecho de camino, que nos van trazando una dirección espiritual. 

 

Un primer paso nos llevará a dar otros pasos más consistentes, más seguros. De otra manera a crecer, a crecer. Ya no solamente de la mano de aquellos que nos guían, sino de Aquel que ahora abunda en nuestro corazón, que va iluminando toda nuestra existencia.

 

¿Ustedes habitan una noche oscura o una de tiniebla?   Si es de tiniebla, para no caer en la tentación del malvado, pidamos al Señor que nos conceda la Gracia de convertirnos, de cambiar nuestro modo de pensar.   Si es de oscuridad a la manera de Nicodemo, que anime nuestro espíritu, nos mejore o nos ayude a mejorarnos para renacer de lo Alto o para reinventarnos con los demás y para con Dios.  ¡Amén!


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