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EL ALMA LIMPIA




La Luz purísima viene del alma limpia que pone al descubierto las almas obscuras


Gvillermo Delgado OP


El Amor tiene el poder de perdonarlo todo, porque el amor transparenta «toda la verdad» de las cosas. 

En lo transparente no hay modo de engañar. El amor por ser «luz que transparenta», derrota a la obscuridad. Bajo ese supuesto, donde la verdad es la luz y la mentira la obscuridad, definimos lo que aquí llamamos «el alma limpia».  

En la dualidad de contrarios, no-afines, intentamos comprender la culpa y la fuerza invencible del amor.

1. Quienes aman vive en la verdad

Quien ama se equivoca menos, y puede ser librado de todo mal. El «acto de amar» es la única manera de saber donde existe la culpa, porque, como ya hemos dicho, el amor pone al descubierto la verdad de las cosas. 

«La Luz Purísima» proviene de las almas  limpias, que ponen al descubierto a las almas obscuras. Las almas oscuras no soportan la luz de las almas limpias. 

El alma perdida en el abismo del mal, hace de la noche una noche culpable, donde un haz de luz es suficiente para encaminarla al amanecer.

2. Las almas limpias son personas limpias

Las almas limpias se refieren a las Personas Limpias de Corazón que perfeccionan este mundo y lo hacen más habitable. 

Las Personas Limpias de Corazón se hacen sentir cuando pasan entre «las almas oscuras», porque el Corazón Limpio va iluminando cada palmo por donde avanza. 

La peor condena de «quien no-ama» es tener que suportar la luz de quienes sí aman. 

Quienes no aman, no tienen otra alternativa que declararse enemigos, de quienes aman, porque no entienden de «las cosas-del-amor». 

3. La condena como incapacidad de amar

La condena o la perdición es, pues, incapacidad de amar. De ese modo, cuando hablamos de «salvación» o de «vida eterna» estamos refiriéndonos a todo aquello que se alcanza gracias a las capacidades de amar, que es lo propio de las almas limpias, de las personas realmente bellas. 

La condena o la perdición es vivir para el egoísmo y el desamor.

3. Dijo el Maestro: ¡Bienaventurados los limpios de corazón...! 

El amor es la norma sin excepciones que norma todo. Fuera del amor no te salvas. Estás perdido. 

Por tanto, no busques la felicidad fuera del amor, porque te toparás sin la luz en el paso siguiente. 

Nunca avances por los caminos de la vida si no amas. 

No vayas por la vida creyendo que no necesitas de la ley del amor, porque el amor te hace excepcional. 

¡Grandiosa! ¡Única! 

En el modo de ser aletea el espíritu del amor

4. Qué es amar

Amar es encontrarse con lo perfecto, vivir para lo perfecto, estar delante de la imagen de lo perfecto. 
La experiencia del amor empieza por encontrar lo mejor de uno mismo. 

Amar es buscar el bien en cada cosa, a costa de todo.

Si amas, procuras hacer el bien en todo a todos, en todo momento, sin esforzarte tanto. 

En quien ama no tiene lugar la mentira, o sea, aquello que no es natural al alma. 

La persona que ama dilata el bien en todo lo que mira y toca. 

Las personas que aman tienen el privilegio de experimentar lo perfecto en todo aquello que buscan.

Amar es el modo más perfecto de ser. Porque en el modo de ser aletea el Espíritu del amor. En el modo de ser la persona es conocida: quien es realmente, y cómo está su alma

5. Somos hechos de amor  y para el amor

 ¡Dichosa el alma que pueda decir!: «En el amor te encontré», «en realidad yo no buscaba a nadie, yo sólo pasaba por ahí y de repente te vi o me viste». 

¡Amando me encontraste! Dichosa la hora en que «me diste aliento y pronunciaste mi nombre».

 En ese segundo empecé a existir, porque empezaste a cincelar mi alma a imagen tuya. Entonces, el mundo se hizo habitable.

 Dijo el Apóstol: ¡El amor nunca pasará! 
¡Nunca!

Foto: prestadas (Web).
sábado, 1 de agosto de 2015

El Alma


El alma es el «estado» de mayor cercanía de una persona con la divinidad. El alma es «lugar interior» como una casa de encuentro y convivencia familiar. «En ese lugar» acontecen las relaciones más íntimas y determinantes de toda persona humana, por ejemplo, «ahí» se toman las decisiones para hacer posible cualquier sueño.

Cuando una persona ha tomado una decisión que le cambió la vida, en el devenir de los días, siempre volverá al lugar y al tiempo en que aquella decisión fue hecha. En esos casos es frecuente acudir a los testigos que avalaron las acciones, de quienes en cierto modo podrá prescindir, pero no podrá hacerlo jamás «de su Juez interior» quien habita permanentemente «su Casa».

«La Casa interior» es representada simbólicamente como «Casa exterior». Con razón la persona busca «fuera» aquello que en cierto modo está «dentro», ya que inconscientemente «sabe» que esa es la única manera de conectarse con lo más íntimo y querido. Le pasa a los amantes, a los poetas, a los amigos de Dios, a los religiosos consagrados, al científico, al deportista, al maestro, al filósofo,  a los que tienen el alma limpia, etc., simplemente porque aman, se asombran con los descubrimientos que hacen todos los días en la naturaleza creada y porque saben que si viven, debe ser por estar unidos con un alma más grande y universal.

Todos ellos tocan con sus conocimientos, con su modo de ser, la profundidad o la altura de lo que aman; como «pequeños dioses mortales», se aproximan, aunque sea momentáneamente a la gloria, al éxito y a la felicidad.

Con razón toda persona busca la gloria en el trofeo, el botín, la medalla, el título, el cetro, la corona y el reconocimiento público. Pero no todos son «pequeños dioses», al no serlo, aveces impulsan sus vidas a satisfacciones efímeras, a leves glorias simbólicas de la unión con la divinidad, sin trascender.

Quienes no logran distinguir la verdadera gloria (lo más profundo y alto) se confunden, de modo que, con facilidad tienden a pasar de la gloria al fracaso o de ser ángeles a convertirse en demonios. En el mejor de los casos, no queda más que expulsarlos del paraíso terrenal.

Eso explica el hecho que no todos tenemos la fuerza anímica para habitar el Alma Grande (esa que saben habitar, los santos,  los mártires, los maestros, los místicos y los doctores del conocimiento) y vivir en la unidad del alma.

El alma es la fuerza que moviliza a la persona en sus búsquedas para saciar los deseos más profundos o escalar las alturas infinitas. O sea que, el alma es una fuerza profunda e interior, por eso tan exterior; tan alta, y al mismo tiempo tan cercana e íntima.

Entonces, el alma es la mejor definición de la persona que busca realizar el gran sueño del que despertó un día en una Casa interior, porque vino de otra exterior: de su siempre amante y Creador.

Por: Fr. José G. Delgado
Foto: jgda (Fort Worth)

miércoles, 7 de septiembre de 2016

LOS DESEOS PROFUNDOS DE LA VIDA CRISTIANA

 





Sufrimos nuestras frustraciones, nuestras miserias, porque hemos descubierto el deseo de superarnos, de querer más.

Por: Gvillermo Delgado OP
Predicación del martes de Pascua, 11 de abril del 2023. 
Transcripción literal: Lorena Natareno.
 

Si queremos mirar con claridad tenemos que limpiar nuestra mirada. Si queremos mirar con autenticidad, con pureza, tenemos que limpiar nuestro corazón.

 

Si los ojos son la luz del alma. Entonces, ¿miramos realmente con el alma, con su autenticidad? ¿Siendo el alma creada directamente por Dios o imagen suya, nos permite mirar como él mira?

 

MIRAR CON OJOS DIVINOS


Para mirar con ojos divinos y con el corazón se nos sigue pidiendo ser bautizados. Que nos arrepintamos de nuestros pecados. Que recibamos el Espíritu Santo. Estas eran las ideas centrales de la predicación inicial de los discípulos. Pedro lo dijo a todos los judíos: hay que recibir el Espíritu Santo. Sólo después los ojos aprenderán a mirar, y el alma mirará lo que tiene que mirar.

 

Esta es la condición indispensable, para que como bautizados y como quienes nos hemos confesado más de dos veces durante la Cuaresma, recibamos la fuerza del Espíritu Santo, que es esa Luz que nos hace presente al Resucitado, y nos permite vivir en esta condición.

 

EL PECADO ANCLA DEL PASADO


El pecado en nuestra comprensión es aquello que nos ancla, nos mantiene estacionados en cosas del pasado. Porque el pecado es aquello que nos ha hecho daño y nos tiene en este estado. ¿En qué estado estás tú?

 

Basta con revisar las acciones del pasado, aquellas que no nos permiten limpiar nuestra mirada para mirar con claridad hacia el futuro. A veces se nos hace difícil mantener la mirada limpia, porque estamos demasiado anclados en ese pasado. Tan anclados estamos que cuando queremos corregirnos, corregimos a los otros, no nuestro pasado. Queremos apartar a los otros de su pasado, de su pecado. Y por nuestra parte insistimos en mantenernos tal cuales. Así es como aprendimos a sentenciar a otros.

 

Poco parecido lo que sucedió a unos amigos casados. Llegaron a confesarse con migo, después de que la esposa se confesó, se acercó su esposo y me dice:  -“Padre, yo no me voy a confesar, pero perdóneme de una vez los pecados”  -Y eso ¿por qué?, dije. El repuso: - “porque mi mujer ya se confesó con usted y seguramente ya le habló mal de mí, así que de una vez perdóneme”. Suele ocurrir ¿verdad? Son los otros, a los anclados en el pasado a quienes queremos corregir y eso no nos permite mirar con entera claridad.

 

 

Entonces, se trata de reinterpretar la vida presente. La condición del Dios eterno se halla totalmente en el momento presente. Si el pasado queda olvidado con el perdón de los pecados, ya no debiéramos mirar hacia él. Nos toca, más bien, partir del presente hacia adelante y visualizar de una manera totalmente nueva. Si no somos capaces de superar nuestro pasado trágico, doloroso, feo y pecaminoso y a la vez queremos que Dios nos resuelva las cosas, nada será posible a no ser que superemos aquellas cosas del pasado.

 

Por eso recibir el Espíritu Santo implica superar esta condición de pasado y abrirnos a una nueva visión, para que ahora Dios comience a construir con nosotros en adelante las cosas nuevas.

 

Hemos escuchado que las lágrimas en la mentalidad religiosa tienen un sentimiento profundo de culpabilidad.  Entonces ¿Por qué llorar delante de un difunto?  ¿por el amor que le tenemos o porque no volveremos a ver físicamente a la persona que se va?  Casi siempre se nos vuelca un sentimiento por el bien que no hicimos, por lo que no le dijimos...  Si lloramos por el bien que no hicimos, entonces, de aquí en adelante dejemos que la Gracia del Espíritu Santo nos permita llorar nuestra culpa. Por ese pasado que no podemos corregir, porque nos permitirá subir un grado en la bondad. Es lo que ocurre en el caso de María Magdalena.

 

SANTA MARÍA MAGDALENA


En la tradición del Nuevo Testamento, se cuenta que a María Magdalena le expulsaron siete demonios. Es el único dato que hay sobre ella. Por favor no digan que es una pecadora de otro estilo. Algunos de nosotros tenemos más de siete pecados. Somos unos brabucones, chismosos, buscapleitos, no saludamos a nadie. Pues, María Magdalena seguramente era así:  broncosa, enojona, de mal humor.   Si le expulsaron siete demonios es porque era una mujer de armas tomar, por decirlo así. Pero ya había sido perdonada por esto. Su pasado ya había quedado atrás. ¿Por qué llora ahora?   ¿Por qué llora ante la ausencia del Señor?


Llora porque tiene al Señor en su corazón. Porque Él ya forma parte de su condición de persona, de mujer.  No llora con sentimiento de culpa.


Persiste en el llanto por el mismo amor. Si en el amor nos hacemos buenos, esa bondad tiende a perfeccionarnos. Es como decir: ya soy buena, ahora quiero ser mejor; ahora soy mejor, quiero ser perfecta.

 

La mayoría hemos ido a la escuela. Como estudiantes al superar una calificación de sesenta, la pasando bien. Si logramos un nivel de ochenta o de noventa por ciento y un día sacamos un sesenta, sufriremos y lloraremos porque ya nos habíamos acostumbrado a un grado de perfeccionamiento.


 Así es en la superación humana y espiritual. Sufrimos nuestras frustraciones, nuestras miserias, porque hemos descubierto el deseo de superarnos, de querer más.


El llanto de María Magdalena tiene que ver con el deseo de retener al Señor y plantearle un mundo de acuerdo con este amor, del que ella ya participa con Él. Ella visualiza el futuro. A pesar de eso las lágrimas no le permiten mirar con claridad, por eso confundió a Jesús con el jardinero (¡benditos jardineros! ¡dichosos los que nos gusta hacer jardín!). Pero una vez lo reconoce quiere hacerlo para ella, y de la comunidad; porque María Magdalena también representa a la comunidad. La comunidad de los creyentes que ya son parte de él. Por eso, María Magdalena, quiere que el Señor se quede para siempre con ella.

 

LA ESPERANZA CRISTIANA


Definir desde aquí nuestro futuro, es definir nuestra esperanza. Definir el hacia donde vamos y aquello en lo que nos vamos convirtiendo cada día. La persona que vive en la esperanza no solamente va realizando sueños de futuro, sino que va encontrando ya las satisfacciones de sus anhelos; porque va convirtiéndose en algo nuevo cada día, porque ya está encarando aquello en lo que finalmente, se convertirá. Esta es la esperanza.

 

Uno de los momentos tan místicos, tan sublimes y auténticos de los cristianos está en la Eucaristía. La Eucaristía cobra notoriedad en nosotros porque nos convierte desde la esperanza en aquello que seremos. Al participar, ya de la Eucaristía, nos estamos alimentando eternamente de lo que seremos para siempre. De tal manera que teniendo a Cristo en nuestro corazón lo tendremos a él eternamente. Esto define nuestra esperanza. Esto define en María Magdalena, su sueño de eternidad. La esperanza es querer poseer al Señor ahora mismo y que él me posea. La esperanza es que Él entre en mi alma y que me ilumine desde dentro. Esta es una experiencia mística y profunda de fe.

Queridos hermanos, si hemos salido de un tiempo de Cuaresma en el que hemos superado nuestros pasados trágicos de pecado, ahora nos abrimos con la Luz de la resurrección hacia un futuro y a una esperanza prometedora que, experimentamos en el resucitado. Eso es lo que nos ha convertido en personas diferentes, nuevas.  Esto es vivir en la condición de la Gracia. Esto es lo que ya nos provoca una inquietud de tensión hacia adelante. Es lo que nos hace sentir y proclamar nuestra fe y creer en la salvación eterna. 

 

Pidamos al Señor que esa Gracia abunde en nosotros, que nos ilumine desde la profundidad de nuestra alma. Que nuestra vida tenga sentido en función de nosotros mismos y para darle sentido a los otros.

 

Muchas personas en nuestro derredor andan carentes de sentido, con hambre de Dios. Aunque no lo digan. Con un hambre de eternidad que, aunque no lo expresen, la mendigan. Muchos mendigan amor y por no expresarlo, se auto torturan y torturan a los demás.  Sufren y hacen sufrir.  Si nosotros tenemos la Gracia, la esperanza, tenemos las capacidades de iluminar sus almas.  Si tenemos un sentido que viene de la esperanza, podemos dar ese sentido a la vida de los otros. Que el Señor nos conceda su abundante Gracia. ¡Que así sea! ¡Amén!

miércoles, 10 de mayo de 2023

SIETE ACTITUDES DE LA BELLEZA HUMANA

¡Cómo te embellece ser feliz!


Por: Gvillermo Delgado OP



1. Quien ama sólo sabe hacer el bien. El bien  embellece. La persona embellecida busca hacer el bien a todas las personas y a todas las cosas, aun a las cosas inanimadas.  Amar es el camino para ser bueno y feliz. Toda persona racional tiene que buscar los mejores modos de amar. De quienes aman, dicen las demás personas cuando le ven pasar por el camino: "te embellece ser feliz". En ese caso, el mal afea a las personas. Da lugar al mal, en el alma, aquella persona que no ama y tiene una idea equivocada de la felicidad. 


2. Cuando oyes decir que te dicen: "amarás", debes captar esa voz de mando que ha nacido en la fuente más pura del corazón humano, que a su vez se alimenta del inmenso a-mar divino. Por tanto, no puedes desobedecer tal mandato. El verdadero amor es obligatorio para toda persona humana. El amor es la norma de donde nacen todas las legislaciones. Con razón decimos que: ¡Todo mandato que no es de amor nadie tiene que obedecerlo! simplemente porque no es bello. Sólo debes amar lo bello. Eso define al amor verdadero.


3. El amor es una decisión que tiene rostro. Si nos asombra un atardecer de domingo, cuanto más la sonrisa de un niño recién nacido. El asombro del amor manifestado en ti, siempre deslumbra a quienes te ven pasar hacia el trabajo o te ven venir por la acera del vecindario. El amor en ti hace que tus palabras y gestos den y reciban ternura y enlacen con lo misterioso de Dios. Hace que las personas piensen, de este modo: hay algo más que quiero saber y poseer de ti, que no eres tú ni lo que imagino de ti, sino ese algo misterios que te posee y que se manifiesta en ti. 


4. Cuando la belleza se manifiesta en ti, ni siquiera eres consciente de lo bella que eres. Una característica de la belleza es su ser inconsciente. Como inconsciente es el aroma que suelta la flor con la luz de los primeros rayos del sol del sábado por la mañana. Como es inconsciente la flor silvestre a la vera del camino por donde vienes con el cansancio de la tarde. Tan inconsciente es tu belleza, como el agua limpia que te sacia y te da la calma. Pero si la presumes, ya no eres bella. Porque la belleza presumida no encanta, sólo entusiasma y desaparece al poco tiempo, se marchita como flor.


5. La belleza es una cualidad de Dios, por tanto, es una cualidad que tiene que ver con lo eterno. No puedes ser bella y luego fea. Eres bella para siempre.


6. Quienes aman no buscan ser amados, simplemente embellecen las relaciones humanas, porque es Dios quien sustenta sus relaciones de amor. En ese sentido, quien ama y es amado busca lo perfecto porque se realiza en lo perfecto.


7. El amor siempre lleva una dirección y una meta. Amar no es buscar sino dejarse encontrar. Si buscas el amor es porque antes fuiste encontrada. Amar es la manifestación del amor que  lleva indeleblemente la marca de la belleza. Eres bella, entonces: llevas consigo el misterio eterno de la felicidad. De tal modo que, al mirarte sólo pueda exclamar de ti: "¡Cómo te embellece ser feliz!".



lunes, 10 de agosto de 2015