La persona íntegra vive del asombro que le provocan las pequeñas cosas
Por: Gvillermo Delgado OP
La integridad establece la identidad de toda persona. A su vez, la identidad define las relaciones que sentimos necesarias para existir, hacia las personas y al universo de las cosas. Y como resultado tenemos a la persona
moral y ética o la persona cabal, tal como se traduce de los idiomas
mayas.
Desde mi experiencia, la persona íntegra debe definirse al menos por siete capacidades o responderse a la pregunta: ¿cómo sé si soy una persona íntegra?
Ya que la persona íntegra:
1. Es libre. Capaz de hacerse
cargo de sus acciones, y en algunos casos responder por los demás.
2. Es pacífica. Por ser capaz de
ser paciente ante la adversidad. La persona pacífica, extrae sus fuerzas para
resistir a las adversidades en el silencio y la soledad.
3. Es independiente y
dependiente al mismo tiempo. Es capaz de comprender las normas que rigen su
propia conciencia, haciéndolas valer al relacionarse con los demás y con los múltiples
universos. Con lo cual, ama y permite ser amado.
4. Ama. Por ser capaz de cuidar
y dejarse cuidar por los otros.
5. Crea y recrea. Es capaz
de cooperar con sus propios talentos a que el mundo se mejore. Esto le hace
sentise como si fuera un pequeños dios.
6. Vive del asombro que le
provocan las pequeñas cosas. Por ser capaz de salir de sí mismo para fundirse
con lo diferente.
7. Al reconocerse así mismo
reconoce a Dios en su mundo. Pues es capaz de ser feliz con lo poco que tiene.
Y si aspira a algo mayor, ha de ser al modo de Francisco de Asís, Teresa de
Calcuta, los filósofos y artistas, los abuelos y los niños. Sabe que el ser más
nunca pasa por poseer las cosas, sino por amar desde las cosas y alcanzar
gracias a ello, todo aquello por el cual existe.