Por: Gvillermo Delgado Acosta OP
El
éxito como expresión de la felicidad es alcanzar metas, ser alguien; es compartir
con quienes hacemos valer el horizonte que se cerró en el pasado y que se abre al
futuro.
Como
felicidad el éxito se muestra en el ahora mismo y transciende en el tiempo. De
no ser así, lo más probable es que se frustre y se quede como marca o estigma
doloroso para toda la vida.
El
éxito abre las puertas hacia cualquier realización ya sean académicas,
laborales, familiares y de vida social. La realización tiene que ver con la
capacidad de hacer real aquello que se empieza con un entusiasmo mínimo, siendo
apenas un sueño imaginado.
Como
tal se convierte en una tarea permanente. Afirmando con eso que toda persona se
construye día con día como quien pone un ladrillo en su propia casa, para que
el que éxito persista en el tiempo. Santa Teresa de Calcuta decía que es fácil
llegar a la meta, lo difícil es perseverar en ella.
Decir
que el éxito es expresión de la felicidad, indica, además, que no seremos
felices sólo aquel día que lleguemos a una meta trazada. La felicidad como
realización es aquí y ahora (hic et nunc) o nunca será. De ahí que las
luchas por costosas que sean no deben frustrarnos, Gandhi decía: “El fin se
aleja continuamente de nosotros. Cuanto más avanzamos, más tenemos que admitir
nuestra nulidad. Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el
resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa”.
El éxito es para todos
El
éxito nunca será nuestro en su totalidad. Lo hermoso siempre se nos escapa
cuando creemos tenerlo entre manos, porque no es sólo nuestro, ni tampoco se
retiene para siempre con una sola acción. Debiéramos decir siempre: Mi éxito es
el de todos. Con razón los padres y los amigos se inventan fiestas para
celebrar “nuestros triunfos”.
Eso
obliga a demorarnos en su diseño, construcción y mantenimiento. Significa, aprender
a pensar, a tomar decisiones para actuar. Pensar es orientar las ideas,
discernir es anticiparse a los resultados y actuar es dar trámite al
pensamiento y al discernimiento.
En el
entramado de las relaciones actuales decidir no es fácil, dadas las diversas
opciones que se nos presentan delante. Pensemos en una paleta de colores azules,
optar es vernos obligados a escoger un solo matiz, ni siquiera dos. O frustramos
las luchas propias y ajenas.
Un
buen discernimiento da certezas para actuar. Ayuda a no errar sobre la marcha en
dirección o búsqueda de las realizaciones permanentes, y no convertirnos en un barco
a la deriva corroído por los arrecifes de coral en el pacífico mar, suena exótico
y hasta poético, pero eso es inútil para una vida de realizaciones, pues el
barco se hizo para navegar en dirección de horizontes siempre nuevos y no para
anclarse en la seguridad de su puerto.
Publicado en Prensa Libre, sección Buena Vida, 1 de noviembre del 2021, p. 18.
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