La
voluntad es el motor que lo mueve todo
Por: Gvillermo Delgado OP
Si hay algo de qué presumir, presumo de haber sido un buen
estudiante. Hasta que llegué a la Universidad y no pude superar la clase de
latín. La frustración que me trajo aquel evento marcó el resto de vida académica.
A los años vista, evalúo las actitudes con que enfrenté
aquella “pérdida”.
¿Qué son las actitudes?
Las actitudes se definen en la bipolaridad moral, donde la
conducta se mueve como en un péndulo: en cuando está en un extremo puede estar en
otro. Además, las actitudes son medidas por el parámetro de los valores
morales.
El péndulo y el barómetro definen las actitudes. Veamos cómo.
Con las actitudes manifestamos ciertas posturas para encarar una
situación determinada. Con tales posturas envolvemos las conductas, ya que al
mismo tiempo hemos sido envueltos por esa membrana como si fuéramos crisálidas.
Las actitudes describen a las personas al encarar un dilema,
un conflicto, los momentos felices, las decisiones determinantes o fallidas o
simplemente los modos simples de encarar la cotidianidad. Las actitudes pendulan
en la duda, y a la vez obligan a tomar una postura de actuación.
Hay tres tipos de actitudes: las hay positivas, negativas y
críticas. De las tres hemos aprendido, ya que las hemos puesto a prueba en
algún momento de la vida.
La cuestión no es cuál de las tres nos define, sino: ¿Cuál es la determinante o prevalece sobre las otras? Así, calificamos a
las personas, de tal o cual carácter o definimos su modo de ser.
En la actitud se entrecruzan los pensamientos, las decisiones
y la actuación; como hilos de telarañas, y nos movemos con facilidad de un
extremo a otro cual péndulos vivos.
Las actitudes positivas
En la actitud positiva es notoria la efectividad, el
autoconocimiento que procura el propio bienestar y el ajeno.
A veces en las
actitudes positivas no alcanzamos los beneficios buscados, de modo visible y a
corto plazo, pues en la condición humana no siempre aparece visible lo que
buscamos o deseamos.
Cuando perdí mi clase de latín supe que estaba en juego el
honor, aún intacto, de mi historial académico. Perder me obligó a estudiar más.
Confieso que, gracias a la recuperación de aquel curso, aprendí latín.
Con las actitudes positivas sabemos anticipadamente que lo
bueno llegará de diversos modos, aunque a veces sea invisible a la simple mirada.
Por eso, con las actitudes positivas, sacamos provecho de aquello que aparece
como negativo, donde la lógica de los sentidos se ciega.
Al cegarse los sentidos, el tiempo se lleva todos los
créditos, pues será quien despejará la mirada. Solo hay que ser cautos
positivamente. Lo valioso de la actitud positiva consiste en lo evidente y
persistente, aún en la confusión; por estar centrada en la realidad concreta y
medible, no en un optimismo ilusorio racional.
Las actitudes negativas
Hay otras actitudes con las que calificamos a las personas “negativas”.
Las personas negativas son ciegas, no ven otros mundos más allá del propio. Han
creado un mundo a su manera. Su mundo es la burbuja que en su interior
contiene sus ideas, sus experiencias, y las pocas posibilidades que tienen a
mano, para avanzar por el basto universo.
La estreches del pequeño mundo de las personas negativas se
parece a aquellos que viven en un meteoro de acuerdo con sus ambiciones.
Un codicioso,
por ejemplo -pensando en la obra mínima del Principito-, se encierra en las
únicas posibilidades que conoce, encuadrado en la estrechez de su pequeño mundo,
no mira otras distancias.
Las personas negativas con demasiada frecuencia tienden a hacer
más complejas las situaciones, en lugar de darles solución. Ocurre en quienes resuelven
los problemas con otros problemas, haciendo infinitos los líos.
Arrastrados como agua enturbiada, no sabrán nunca enfrentar
las vicisitudes grandes o leves. En lugar de cosechar satisfacciones como suele
pasar en quienes actúan positivamente, son arrastradas por frustraciones en
aumento. Son quienes abandonan los estudios, no batallan en las vicisitudes,
nunca aprenderán latín.
Las actitudes de punto medio o equilibrio
Una tercera actitud es de término medio. En esta se
desarrolla la capacidad de crítica y análisis, que trata de sopesar las posibilidades
de lo positivo con lo negativo.
Se parte de la autonomía. La voluntad es el órgano-motor
que lo mueve todo. Como ejemplo está Jesús, ya que en la incertidumbre de su Cruz
conjugó la propia voluntad con la voluntad del Padre.
Las acciones son validadas en las experiencias aprendidas,
propias o ajenas. Actuar es la consecuencia de una espera paciente, no necesariamente
demorarse en el tiempo, sino hacer uso de los criterios construidos desde el análisis
previo y permanente.
Las personas con actitud de término medio consideran las
posibilidades de quienes se mueven en ideas distintas, a quienes tienen un
mundo; de quienes ponen todo en tela de juicio. La actitud crítica trae consigo
la mesura y la prudencia. Esa criticidad no puede cerrarse en su propio espíritu sino abrirse al espíritu de la sabiduría.
Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza... La quise más que la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables (Libro de la sabiduría 7, 7-11).
Estas actitudes, definen a una persona adulta, de confianza, con
quienes se pueden echar las redes.
Nunca pensé que la frustración por no aprobar latín me
arrastrara a los extremos del péndulo para ser evaluado con el parámetro de
los valores. Aquello, sin duda, me condujo, en parte, a ser lo que ahora soy.