Mirar con el corazón Hechos y Palabras viernes, 8 de mayo de 2020 4 Comentarios





Mirar con el corazón

La mirada no es tan simple cuando con ella descendemos al fondo de la memoria.

Guillermo Delgado OP


¡Qué lindo sus ojos! Me dijo una señora detrás de una vitrina. Nunca me habían dicho que tuviera ojos lindos. En el estándar de belleza, lo único que puedo decir es que tengo ojos negros, cejas levemente espesas. Nada más.

No tengo ojos lindos. Tengo un corazón que grita por los ojos. Es todo.


A partir de lo que me dijo aquella señora empecé a observar con atención los ojos de las demás personas. Me percaté que mis signos de comunicación han dado un giro revolucionario. Ahora me fijo en los ojos y en la mirada de las personas. Después en lo demás. 

También me percaté que está pasando lo mismo en el comportamiento de las demás personas. ¡Miran distinto!

Me atreví a pensar que, la fuerza de las palabras no recae sobre ellas mismas sino en los gestos que le acompañan. 

El fenómeno social impuesto por el “coronavirus” desde inicios de este año 2020, ha obligado a tapar nuestras bocas. Con lo cual los ojos, se convierten en las ventanas del alma. Las miradas son puertas al cielo o camino al purgatorio de Dante.

Mirar a fondo a las personas genera desde el interior una actitud distinta para tratar a quienes se nos aproximan. Ahora miramos con el corazón, como lo hacemos con un niño que aún no habla, pero grita sus sentimientos con los ojos; o con un enfermo pávido de dolor cuando nos golpea hondo en una simple mirada.

La mirada no es tan simple cuando con ella descendemos al fondo de la memoria que describe el paraíso de dónde venimos, que a su vez traza las líneas del horizonte hacia donde avanzamos.

Cuando Jesús era conducido a la casa de uno de los sumos sacerdotes para ser interrogado, Pedro lo seguía de lejos. Sin embargo, intentaba escabullirse para no ser delatado como un galileo y discípulo de Jesús. Cuenta el evangelista san Lucas (22) que, en el preciso momento en que Pedro negaba conocer a Jesús, cantó un gallo, y el Señor se volvió y miró a Pedro... Y Pedro, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.

Tapada la boca, aunque haya palabra sensible, los ojos que miran son suficientes para que el gallo refresque nuestra memoria, y no olvidemos nunca que el amor fluye hacia las personas con quienes hacemos camino, que son todas, aun aquellas que, sin conocer, hoy hemos visto por primera vez. 

No podemos salir de escena para llorar amargamente por aquello que un día no dejamos que avanzara del corazón a los ojos por pura cobardía. Dejemos que la verdad del alma nos abrace, aunque sea en una simple mirada. 

Foto: jgda

4 Comentarios

Flor 8 de mayo de 2020, 12:10

Que preciosa reflexión. Yo siempre he pensado que la mirada no puede ocultar lo que él corazón siente.

Rodolfo Tejeda 8 de mayo de 2020, 12:47

Una hermosa reflexion, cuantas veces cuán aún no teníamos que utilizar un tapabocas, y de pronto una madre, un padre, un hij@ deseaba comunicarse con nosotros, respondiamos sin verlos a los ojos porque estábamos realizando otra tarea, ahora sin poder hablar fluidamente vemos a los ojos a nuestro interlocutor, y que bello es observar a los ojos y lo que muchas veces no podemos decir con palabras lo decimos con los ojos. Este hermoso pasaje de la Biblia cuán Jesús ve a Pedro al momento que lo niega por tercera vez siempre me ha estremecido y una lágrima por mi mejia, me siento un Pedro y veo los ojos del Señor. Gracias Fray Guille por tan hermoso mensaje. BENDICIONES

Anónimo

Definitivamente muy hermosa reflexión, que nos hace pensar en todas aquellas cosas que tenemos en el corazón que no permitimos que nuestros ojos nos delaten. Más sin embargo nuestros ojos nos permiten expresar realmente cómo somos

Anónimo

Una reflexión muy linda y muy profunda, todos tenemos un corazón que grita por los ojos!