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SER LIBRE
Lo absoluto tiene que ver con mi permanente insatisfacción de lo que ahora tengo y de lo que soy. Por lo que siempre quiero ser más. Quiero poseerlo todo.
La pretensión más grande es querer poseer a las personas, arrebatándoles su riqueza individual; inclusive queriéndoles arrancar su libertad. Sólo se poseen las cosas, a las personas se les ama en libertad.
Humanamente ese absoluto, como atributo de Dios, se encuentro en el “tú” de la “la-otra-persona”, de dónde finalmente encuentro mi verdadera identidad de hombre. Pero encontrarlo no significa que deba destruir lo absoluto que la otra persona me revela. La única manera de poseerla, sería dejando que la belleza se exprese del modo en que siempre ha sido.
La belleza, la libertad, el amor, la bondad el y el ser no se pueden poseer nunca. Sólo ser parte de ellas, disfrutar su presencia.
Eso explica que no siempre es posible ser amigo de todos. Normalmente la verdadera amistad sólo acontece en un grupo pequeño de personas, especialmente en aquellas que yo eligo para vivir todos los días de la vida.
Es misteriosa la libertad. Por querer ser libre, tengo que optar por algo de manera preferente, dejando al margen otras tantas opciones. Eso me hace vulnerable. Muy pronto caerá sobre mí el terrible sentimiento que lo que poseo no es lo que realmente buscaba. Pero no hay otro modo de realizar la libertad que no sea en la elección.
Para que mi libertad no sea una conquista inútil debo someterme al cuidado de lo conquistado, disfrutando cada instante su presencia.
Mientras exista un camino que recorrer seré libre.
Foto: jgda
LA PALABRA QUE PERDURA
SOMOS LO QUE CREEMOS
Cuando tus creencias te muevan hacia lo alto y al horizonte más próximo de tu mirada te habrás convertido en lo que crees. Te habrás hecho un ser convincente, eficaz, razonable, libre y virtuoso: capacitado para el amor.
Por: Gvillermo Delgado OP
1. Lo racional
Las “razones” son el cimiento del
edificio de tus acciones. Si las demás personas dicen de de ti que "no funcionas en el mundo", quizá sea porque tus razones son débiles o no fundamentan consistentemente tu quehacer.
Consideremos que lo “racional” asume lo más primario e ínfimo de las pasiones, desde
donde se eleva. Ademas, en lo racional consideramos al pensamiento, su base; y al sentido, como las repuestas al por qué de las acciones humanas.
Tener razones para vivir es lo
mismo que ser eficaz en las tareas asumidas en la transformación del propio
mundo. Las razones son las capacidades del alma que lanzan a la voluntad
universal, ahí donde todo tiende hacia lo más alto y bellos.
En esos términos, lo razonable armoniza
lo que es conveniente para el alma, la mismidad, con lo beneficioso para el universo
de todas las cosas, ahí donde el alma convive.
Tender al equilibrio permite descubrir las fuerzas negativas en las vibraciones discordes de los
excesos del propio ego, ya sea en la exacerbación del propio abandono que no tiene
como finalidad lo santo, o cuando el alma se disuelve desmesuradamente en las
cosas ajenas, en detrimento del propio bien.
2. Cuidar lo que pensamos
Abrazados "lo propio" con "lo ajeno" hacen lo razonable. A lo que llamamos realización presente o vida con sentido.
Conviene que toda persona cuide sus pensamientos, esos que le dan origen a
los razonamientos, que a su vez fundamentan hasta el más mínimo movimiento del
cuerpo, porque el alma está en el cerebro, por tanto, es el altar sagrado del organismo
individual y comunitario.
Con las razones examinamos todo,
por ejemplo, las virtudes como naves ancladas en el mar del alma. Las razones mueven la
voluntad moral, tanto así, que gobiernan las profundidades del océano del
inconsciente. Por eso, insisto, en la necesidad de cuidar los propios pensamientos.
3. El valor de la persona
El ser humano es valorado socialmente por lo que hace, no sólo por las necesidades y pasiones que le
mueven. Por eso se le otorga un estatus determinado, en primer lugar, como
persona pensante, sabia o virtuosa, capaz de realizar una cualquier tarea; o en segundo lugar, se le degrada como irracional y parásito que vive en
detrimento de la vida social, y, se le aparta de toda misión.
Sin embargo, nadie está hecho
para la tierra sino para la altura del cielo. Con lo cual no basta lo razonable.
Quiero decir que, hay que dar pasos hacia arriba.
La mirada puesta en la altura
da las fuerzas que el alma necesita, porque hace extraordinaria la razón, transforma
a la persona en lo que se cree. Este es el grado supremo de la vida humana. Da alegría
a la vida que vive. Ya que, llega a saber que la existencia está arraigada en
otra voluntad, distinta a la suya; además, la persona sabe que sus capacidades son
inútiles sin esa relación y dependencia (así, por ejemplo, comprende su
libertad). En este punto, es la libertad lo que mueve toda creencia a un grado
superior. Entendida la libertad en el sentido real, este es: en cuanto la persona aspira ser más, o sea cuando decide para realizar su propia vida, y no "esa libertad" en la que decide por el puro capricho de la misma decisión.
Libertad y creencia son dos alas
unidas a un solo corazón, contrario a la extraña arrogancia de quien intenta tocar
el horizonte nadando en dos océanos a la vez.
4. Nos convertimos en lo que
creemos que somos
Lo que hacemos, como lo que damos es la mejor definición de sí mismo. Esa identidad es el
“desde donde” la comunidad humana, de la que somos parte, nos incorpora y
protege.
Al mismo tiempo, convertidos en lo que creemos, nos hacemos valiosos y
aptos para la convivencia. Nos convertimos en los maestros de otros, como el hontanar de amor, porque sin saberlo otros terminan no solo viviendo de lo que nosotros somos y hacemos, sino que nos imitan.
Insisto, cuando tus creencias te muevan
hacia lo alto y al horizonte más próximo de tu mirada, te habrás convertido en lo que crees. Te habrás hecho un ser convincente, eficaz, razonable,
libre y virtuoso: capacitado para amar.
San Pablo le escribió a la comunidad de los romanos aquello que el mismo había experimentado: el le llamó la fe del corazón. Les dijo: "la palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón. Se refiere a la palabra de la fe que les anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación" (Rom 10, 8-10).
O sea, el paso agigantado entre lo que pensamos y lo que llegamos a ser es aquel que se da a la hora en que afirmamos lo bueno que llevamos en el corazón o en el alma. Es lo determinante, porque nos hace gente de lucha, constructora de las grandes cosas, cumplidoras de la misión por la cual vinimos al mundo. Sabiendo que no sólo nacimos en el mundo sino también para el mundo.
Lo que San Pablo llama salvación, es lo mismo que la realización del aquí y ahora, y al mismo tiempo realización futura. Allá donde está tu ser realizado, con quienes amas y con quien es la fuente de esa amor que ahora te mueve, mientras avanzas con tu paso de gigante.
6. Un ejercicio de meditación
Termínate con cuidado y en silencio, preguntándote:
¿En que qué creo?, luego avanza: ¿En quién creo?
Al responder estas y otras
cuestiones que nazcan de tu interior te habrás convertido en un alma unida al
alma universal. Te habrás puesto en movimiento, como de la semilla a la flor. Te habrás convertido
en fruto. En un ser que ama, que lucha, que sueña; como quien construyéndose así
mismo perfecciona la creación entera que ha sido puesta en sus manos.
LA PUNTUALIDAD
Por Gvillermo Delgado OP
Pequeños dioses del tiempo
El uso indebido del tiempo
La puntualidad para hacer cosas grandes
AMAR EN LIBERTAD
Para eso le ha servido la libertad. O sea, el amor libera y ata, y la libertad busca al amor en aquello que lo realiza. Misteriosamente el amor y la libertad no pueden ser sino fundiéndose el uno con el otro: el “tú con el yo”, para dar lugar al “nosotros”.
LA IDENTIDAD Y EL SER AUTÉNTICO
De Gvillermo Delgado OP
Arte: [en línea]
LA ESPERANZA HUMANA
LA ESPERANZA HUMANA
Guillermo Delgado OP
La frustración pone al descubierto lo susceptible que es la persona a todos los males y a todos los bienes.Paradójicamente, en los días felices, la libertad se define como la posibilidad de abrirse al mal, lejos de toda conciencia; hasta que esta empieza a morder y a despedazar lo más sensible del alma.
«Listening to the wind of change… The future in the air… Blowing with the wind of change».
Este lugar presente sólo puede serlo la persona humana: ella es el terreno fértil desde dónde toda religión, toda ética, todo el arte, todo el pasado y toda realización adquiere vitalidad.
Asumida la esperanza en el aquí y ahora, al llegar la tribulación como la alegría, sitúan lo humano en la profundo y lo más alto. Sabiendo que entre la frustración y los anhelos está la razón del tiempo que pasa y del espacio que habita. No en el vacío sino en la espera confiada de algo mayor. Lo mejor siempre está por manifestarse.
Un Haz de Luz
que se desprende de su fuente
es la vida mía.
Con la única diferencia
que la luz difuminada
no regresa nunca a su fuente,
se diluye en el camino del infinito,
o en el fondo de la duda.
La vida mía, en cambio,
al igual que la tuya,
sí retorna a su fuente.
Y es certeza.
De José G. Delgado OP
Foto: jgda
AMAR AL PRÓJIMO
Por: Gvillermo Delgado, OP
Foto: jgda
Existe en un dileme infranqueable en el ser humano que consiste en el anhelo de una persona
adulta por volver a ser como niño y la de un niño por llegar a ser como un adulto.
La explicación que cada quien se hace con este realidad frustrante tiene que ver con que nada puede ser saciado de una vez para siempre. Trantándose de como se define cada quien, teambién, es facil saber que el fundamento de sí mismo se aparece en el modo en que las otras personas nos ven y nos asumen y al mismo tiempo en el modo como en que uno mismo se mira y afronta la vida.
Eso explica en parte que, añorar lo otro (o a la otra persona) es reafirmar lo propio. Porque nadie existe sin estar
referido a a alguien o a algo y al mismo
tiempo, ninguno puede estar referido a alguien si antes no está referido
así sí mismo o a su propio interior.
O sea que, nadie puede llegar a
ser alguien sino es a partir del otro. Yo soy yo, porque tú eres tú.
Tú eres mi fundamento. Tú me perfeccionas.
De ese modo, y sólo después de ello,
el yo desciende a su fuente interior para saciar su propia sed. Luego la persona se eleva para
dar de su agua a otros sedientos. Porque del mismo modo como yo me fundo en ti,
tú te fundas en mí.
Amar al prójimo es amarse así
mismo. No hay cosa más grande que encontrar a Dios en ese intercambio, ya que
estando tan dentro cómo tan fuera del alma, ha de ser la razón de la búsqueda. No existe otro modo de acceso a Dios que no sea por lo ya conocido, ni una
añoranza más grande que beber de su agua, que sacie la sed de eternidad.
Mientras camines en este mundo necesitarás
ser como niño sin dejar de ser adulto y ser adulto sin dejar de ser como niño. Seguramente,
un día comprenderás que lo que realmente buscabas no era otra cosa que ser
prójimo de Dios.
El afán de la búsqueda define los privilegios de cada quien. De tal modo que, siendo niño o adulto nadie quiere abandonar la condición presente, sino añadir aquello que aumente la admiración de sí mismo.