Viendo "Posts antiguos"

El Perdón


 Sólo quien es amado ama y puede perdonar. Sólo quien es perdonado es capaz de amar.
 Por: Gvillermo D.
Pintura:  Fray Angélico.
martes, 27 de enero de 2015

LA VIDA NUEVA

A: Mis amistades de siempre. Las de hoy, esas que viven mi eterna metamorfosis. O sea, vos.
La persona que ama sabe que debe cambiar, de modo permanente. Realmente sólo cambia o se convierte quien experimenta el amor. Si no amas cambiar será una tarea dolorosa. Si amas, cambiar es materia necesaria. La persona que se siente amada se avoca radicalmente hacia la otra persona para amarla. Luego, quien se siente amado o amada, ama como una acción permanente que le define todo su sentido de ser, y su hacer; modifica o da sentido hasta a los movimiento más pequeños como vestirse, ir, venir, cantar, hacer uso de las cosas. Le da sentido a lo que parece no tenerlo, las moqueras de la mañana pueden definirte con alegría, ponerte en marcha en horas de tráfico te hace sentirte unido a los demás, eres capaz hasta de contemplar y hacer versos de tu ombligo. Pero hay que apartarse del mal, descubrir que el pecado, como fruto del mal, es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta. Es faltar al amor verdadero para con Dios y para con la persona humana que pretende cuidar; a causa de un apego perverso de ciertos bienes, hiere y atenta contra la naturaleza humana (CEC, 1847).
  


La urgencia de cambiar es un movimiento, una fuerza, dirigida hacia alguien concreto. Es posarse delante de quien la persona debe cambiar, es volverse a lo más auténtico del encuentro de ambos, es apartarse de todo aquello que mueva al engaño, la incoherencia, la desconfianza, la deshonestidad, es apartarse de todo aquello que los margine del amor puro. Cambiar o convertirse es una reorientación fundamental de la voluntad humana hacia Dios y desde ahí sentir lo humano de Dios en la otra persona. De ese modo es convertirse en Dios mismo. Es experimentar el amor de Dios en el amor en la persona, y con ello apostar por una vida renovada. Eso es la vida nueva.


Por: Gvillermo D.
Arte: prestado

El sueño de eternidad


La persona humana no tolera la mediocridad, la imperfección ni la muerte; por ser estós, estados del alma que no se acoplan a su sueño de eternidad. Según mi entender, la explicación es sencilla. Cada persona, al examinar ·su corazón sabe que está diseñada con un dinamismo infinito y cuando se distrae fuera de ese horizonte encuentra inmediatamente frustración. O sea que la personas no puede estar fuera de aquello que le es propio; aún cuando éstas sean aquellas cosas que intencionalmente busca provocándole satisfacciones momentáneas. Aconteciendo esto, la persona expresa las mismas palabras que el cantor, después del gusto, el disgusto .
De ahí Que al experimentar esa desazón no puede dejarse hundir en el abismo de la confusión, sino al contrario, intenta cada vez más reivindicarse, apostando por si mismo. Sabe que siempre encontrará, en su examen honesto, la ruta adecuada por donde transitar ahora mismo. Pues en el fondo del abismo, de la confusión, del sinsentido, de la muerte, del dolor y del abandono, existe siempre la un germen en penumbra que se adecua a la chispa divina, que le muestra la esperanza incomprensible. Entonces, entiende que no Puede reducirse al desamparo aparente de Dios, dado que Dios está ahí ​​donde ni siquiera imagina que pueda estar. E intuye que no está hecho para el estacionamiento sino para avanzar en la dirección del sueño eterno. 

Esta ha de ser la razón por lo que la definición de lo humano nunca falta la fascinación que subyace en la búsqueda y el avanzar hacia lo más grande que él,: más aún, en el contemplarse en la belleza que tantas veces se ve reflejada en lo que ama. Así ese dinamismo lo engrandece, lo conforta, lo diviniza.  Pues es lo que le sostiene en la insatisfacción permanente de querer ser más, de llegar mas lejos, de inmortalizarse, de alcanzar el sueño más grande.

Por: Gvillermo D.
Foto arte: Prestado


miércoles, 21 de enero de 2015

LA CONCIENCIA INDIVIDUAL Y COLECTIVA




LA CONCIENCIA 


Todos venimos avanzando desde una memoria lejana.


Por: Gvillermo Delgado OP
Foto: jgda



Todas las personas hablan con agilidad de su pasado. Cuentan acerca de lo que han sido. Albergan en su interioridad un pasado que le da vigencia a su vida presente. Y sin postergar sus anhelos, aspiran a un futuro siempre prometedor.


Ese es el mejor modo de entrar en uno mismo, comprender a las demás personas, y comprender el entorno social.


Es frecuente, además, que los recuerdos de las personas sean contados como acontecimientos verídicos, por ser la conciencia viva, que casi se toca con las manos, ya que está en cada persona, en el conjunto de todas las personas y en la  gran voluntad universal. Los expertos le llaman "mapas mentales", por donde transita la memoria del inconsciente.


En este punto se establecen las madejas que hilan el presente. Nacen las experiencias de fe y la vida lúdica que da color a todo lo que puede ser visto o tocado. Lo vivido siempre es revivido. No sólo como un "nuevo afán" centrado en los recuerdos, sino también como un re-pensar, en función del proyecto por el que cada persona avanza en su propia vida.


¿No es eso precisamente lo que culturalmente acontece en las celebraciones religiosos o ritualidades?


La conciencia de los pueblos tiene que ver con la conciencia colectiva de ser parte de una cultura. Recrearse continuamente uno mismo desde el ser colectivo. Partir de sí, o partir de los demás. Mejor si se parte de uno mismo, desde el ser uno mismo, del propio amor.


Por tales motivos las fiestas de navidad o año nuevo, tienen que ver con las enormes posibilidades de reinventarse así mismo proyectándose desde el centro de cada persona. Con la certeza de que todo propósito tarde o temprano acontece. 


Los cambios provocados por la persona nunca son sortilegios abruptos, suelen ser acciones intencionadas de la conciencia individual y colectiva. En eso tiene mucho que ver lo que nuestros padres y abuelos del pasado reciente fueron. 


Desde la epigenética se afirma incluso que, en cierto modo, se heredan la tristeza, los malos hábitos o las costumbres arraigas en el alma de nuestros progenitores.


Todos venimos avanzando desde una memoria lejana. Aquello que en cierto modo soñamos llegar a ser, tiene su fundamento en la memoria remota de un paraíso nunca perdido.


Sólo estamos extraviados en el laberinto devenir de los días.

sábado, 3 de enero de 2015

En Cahabón (Carta)


Santa María Cahabón, 28 de mayo del 2005
(extracto)
Querida Vicky, 

Es media noche y no puedo dormir. El cansancio se ha apoderado y dejado sin sueño. Leo su carta y en ella escucho el silencio de las palabras que se elevan llegando hasta estos lugares. Sobre todo sabiendo de antemano de cómo usted y todas las hermanas oran por nosotros, por nuestro trabajo, para que seamos fuertes y sobre todo fieles. Vaya que me he refugiado en la oración, aunque no siempre la mía, pues cuando más débil estoy más imposible se me hace orar y es cuando más me fío de la oración de toda la Iglesia...

Creo que cada día tenemos que saber encontrar la manera de estar donde estamos sin extrañar más allá de las fronteras de nosotros mismos, salirnos de nosotros mismos puede ser peligroso... El Señor está con nosotros, en nuestros límites, en caso de ir más allá, ha de ser en ese estar en nosotros y con nosotros. El Señor nos toma más en serio de lo que nosotros imaginados, por eso la confianza en él, es la certeza de tu presencia íntima.
Las temperaturas han subido un poco más, pero no me da tiempo de sentirlo, cuando me entero amanece y sin darme cuanta ya es de tarde. 
Los campesinos están sembrando al tierra con mucha devoción. El Maíz ya ha mostrado sus dos hojitas en algunos lados y la lluvia ha comenzado a declararse nuestra aliada.
En el país no dejamos de lamentar la muerte continua de personas. Sobre todo mujeres y jóvenes. Aquí en Cahabón mueren muchos niños y madres al dar a luz a sus hijos. Llevamos un poco más de seis meses en que el Centro de salud no tiene ambulancia y a veces médico... imagínese! Sin embargo nosotros seguimos haciendo lo que se nos ha pedido y con quienes se nos han encomendado.

Aquí algo de mi inspiración

Aquí está quien le canta a la nostalgia sublime,
Al olor de los motores.
Quien aúlla en el secreto de su alma,
Quien levanta el asfalto con la tristeza,
Quien ha puesto toda su fuerza en los anhelos,
Quien se muere titiritando de frío.
El príncipe incoloro de ninguna princesa.
Quien se levanta entre pájaros
Y se acuesta con los sueños.

Por: G. Delgado
Foto: Ramiro Argueta


lunes, 29 de diciembre de 2014

La dignidad

Desde este púlpito,
en la procesión anual de los días que acaban
vengo a declararme en la memoria de los pueblos
y en la sangre antigua de todas las razas del universo.

Mi deseo primero 
consiste en que todos
los que han venido a oírme
 arranquen de mis palabras un trozo de silencio,
y que sepan de una vez por todas
que conozco los profundos secretos
de la espera
y la precisión.

Que no hablo a solas,
Qué alguien conoce mis caminos,
Que sigo vivo,
Que la libertad es ruta sin final.
Que puedo, al menos, decir una palabra
más allá de lo supuesto.

Que si bien traigo raíces
humilladas en sequía,
tengo la fuerza en la voz
pues, vivo de manantiales profundos.

Debo decir también,
que regalo canciones rupestres
desde los campos de concentración
y toques de queda
a los enamorados
que se suben al medio día
a calcular sus años amando.

Además,
que todavía hay gente que
no usa el derecho de hablar,
que son paredones de otras voces.

Que se puede volver de la maldición
para quedarse en el ara de los altares,
y depositar en otros labios
la ofrenda de azahares de la madrugada.

Desde este púlpito
al que hoy subo
debe decirle a todos los que me oyen:
- Que soy encomendero del amor
- Que nada es mío
- Que tengo la ternura de los árboles vetustos
- Que traigo el agua vertida de las piedras
y la sal de los collados
- Que odio desde el sacrificio
- Que en la ternura habla quien calla
- Que ahora estoy
en el refugio silente de altísimas alas
envuelto de ungüentos sagrados,
y al salir del agua lustral
vengo rompiendo las palabras últimas
para decir
a todos ustedes,
 desde este pórtico:
¡que el barro de mi hechura es de amor!
¡que la dignidad no sólo es un derecho,
es consustancial a lo divino!
¡Que la última palabra es la que me sostiene
y está contenida en el templo sagrado
en la que todos fuimos formados,
y esa última palabra aún está por decirse!

¡El que tenga oídos que oiga!

Por: Gvillermo Delgado
Fotos: JD&MM


Colibrí



Después de todo,
eres una certeza madurada con el sol
que vino poco a poco a este lugar.

Ya no te busco como lo hacía antes 
cuando desesperado agarraba camino
a perseguirte en mis viajes solitarios
sin apenas saber dónde tenías tu casa.

Ahora más bien,
me aproximo a tus alas concretas
que envuelven las almas, incluida la mía.

Porque cada vez que te acercas a mi solar
mi corazón empieza a prepararse
poco a poco
para que te poses
en la frescura de mis ramas.

Ocurre que
si llego  donde tú estás
o si vienes donde estoy yo
lo mismo da.

Siempre nos abrazamos desde dentro,
como raíces de árboles extraños
que se encuentran en el silencio
del fértil humus.

Y al presentir que estás por irte
me regreso en velocidad a la morada solitaria
dejándote atrás.

En mi camino de regreso,
de algún modo,
 adelante vienes
por donde el horizonte cae:
yo parezco perseguirte,
para intentar tocarte con mi dedo hacedor.

Mientras avanzo montaña adentro,
por las veredas más extrañas
me filtro entre los matorrales,
entristecido a buscarte
en la espesura de la neblina
que dejó la lluvia de la tarde.

Porque para mí
siempre ausente estás
y presente a la vez:
tanto que te haces totalmente actual
y radicalmente distante.

De ese modo,
como pastor solitario
pertenezco a los cerros.

Allá, paso viéndote en los detalles.
Me quedo oyéndote en la voz de los colibríes,
o, sintiéndote en la penumbra de cada tarde que se va.

Y cada vez me entrego a la noche
mecido por los grillitos del camino.

A media noche
a la hora de los espíritus benévolos
me baño en aceite crismal,
me consiento en tu belleza
para dormir cundido de amor.


Lejos de todo mal.

Por:  De José G. Delgado, OP
Fotos: prestadas



lunes, 22 de diciembre de 2014

Diriamba


Apenas amanecía en Diriamba,

las ramas de los pinos y cipreses

golpeaban el silencio a latigazos.

¿A qué se debe tanto furor?
... 
Desde muy dentro del alma universal
resuena el Tum ancestral
que lamenta a los que se han ido:
unos sin retorno,
habitando distancias;
otros en simple vigía.

Silencio,
dile a mi alma:
¿Cuánto duele un azote?

Respondan a coro
árboles del bosque
gruesos y esbeltos:
¿por qué golpean tan fuerte al viento?
¿Acaso no pueden atajar las tristezas
y vencer la oscura noche con su altura?
... 
Entrada la noche 
cuando llega el sosiego
Los cipreses y los pinos erguidos
abren paso al silencio
de la oscura noche de los sueños,
sin lastimar apenas.
El alma
colmada

reposa en calma.

Por: Gvillermo D.
Foto: jgda 
martes, 16 de diciembre de 2014

La confianza


La confianza es ponerme enteramente en las manos de “la otra persona”. Yo empiezo a confiar en ti según las cualidades que me haces visible al presentarte delante de mi.

LLa confianza da origen a la amistad. La amistad es la unificación de los distintos  modos de ser de la  persona, expresadas en la diversidad. O sea que, la amistad no es un proyecto cualquiera, ni las cualidades y perfecciones de lo humano descritas en una sola persona. La perfección de la amistad se desgrana en las diferentes personas asociadas a tus relaciones inmediatas: los amigos del trabajo o de estudio, las amistades de tu comunidad eclesial, los hijos, los hermanos, el padre, la madre, la novia o el novia, los esposos; en fin, todas las relaciones contribuyen a la construcción de la amistad. La amistad empieza por reconocer en las personas, en esa diversidad, aquello de lo que son capaces, según las condiciones intelectivas y afectivas para realizar cualquier meta, ellas, que expelen confianza como el aroma de las flores silvestres. La amistad se huele.


Para comprender esto, a veces hay que tomar distancia de las personas en quien se confía, aunque sea el ser amado, para darle tiempo a que se manifiesten las virtudes que en él o en ella prevalecen. Este ejercicio no siempre es fácil. A veces es doloroso. Pero sólo así la persona en quien se confía usará la creatividad para hacer valer aquello que se le ha sido dado en gracia. Tanto quien da como quien recibe la confianza, danzan mano a mano. Cada uno se ha puesto en las manos del otro.


Si la amistad se huele, es porque la confianza es la música que evoca la danza de la amistad.Todo desde la confianza, nada sin ella.


Tal realidad genera hacia fuera y hacia dentro de sí mismo la Fe-Amor, para creer en quien se ama. Con lo cual, nos movemos a tomar decisiones definitivas. En consecuencia a ser más felices.

El contrario de la confianza es el miedo. Del miedo se deriva la des-confianza. El miedo es inmovilidad, es resistencia al cambio. Por ejemplo, cuando asumimos a Dios sólo desde la tradición, las normas-cumplimiento, y la ritualidad, entonces la divinidad pierde su encanto novedoso. Lo propio de Dios es lo que no cambia, pero que a su vez provoca el permanente cambio, porque “en el cambio está la evolución” (Chambao) y lo novedoso que muestra el encanto de la belleza. Venimos de quién no es movido por nada pero que  a su vez lo mueve todo, y en ambos puntos tanto el de partida como de llegada esta la belleza. Lo humano está determinado por su ser evolutivo, que  es  el encaminarse de manera permanente hacia su perfección, como el río orientado a fundirse en el inmenso mar, así la persona avanza a fundirse en el misterioso ser divino, que los místicos llaman mirarse cara a cara con él.


No olvides que el miedo, más que el egoísmo, es lo contrario del amor. El miedo es trampa que no deja que el ser de lo humano se manifieste tal cual. El miedo se opone a la autenticidad. El miedo ciega porque no permite visibilizar lo bello y niega la apertura a los otros y a Dios. Como opuesto al amor, el miedo es desconfianza pura.


Por: Gvillermo Delgado.
Fotos: jgda

martes, 9 de diciembre de 2014

HOMBRE DE ESPERANZA


Tal como mi madre me espera que llegue al menos cada navidad a casa, así de ansioso me pongo cuando espero que llegue o vuelvan quienes yo amo o me aman. Me refiero a esas personas que de modo continuado dan sentido y alegría a mis horas, a pesar del ajetreo y dificultades de la vida.

Cuando en estos días de diciembre y Adviento recuerdo las letras del canto “Ven, ven Señor no tardes” o las palabras del Apocalipsis que dicen ¡Ven, Señor Jesús! (Ap 22, 22) ese mismo sentir de mi madre y de mis amistades se transfiguran en el Señor, en quien yo creo. 

Supongo además que, tarde o temprano cuando él pose su mirada en mí y me asuma para sí, entonces ese anhelo habrá acabado; pues se cumplirán aquellas palabras de San Pablo cuando dice: 
“Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido” (1Cor 13, 12).
Esa sensación “natural” ha de ser porque busco mi-ser-semejante, y no es casualidad que la mejor figura e imagen sea la del creador.

Aquí vienen a colación las palabras del filósofo Sören Kierkegaard al decir: 
“Lo igual solo se conoce por lo igual; solamente quien permanece en el amor puede conocer el amor, y además el amor puede ser conocido”.
 Jesús dijo: 
Permanezcan en mi amor.
Eso, simplemente, eso, es lo que pretendo. Ahí está fundada mi esperanza.

Confieso que el amor es lo que sostiene mis alegrías. Hasta que llegue el día de mi arrebato definitivo (Mt 25). 

Mientras tanto, experimento el amor divino en la amistad de tantas personas que me ayudan a ser bueno y bello, a ser hombre de esperanza.

Por: Gvillermo Delgado OP
Fotos: prestadas
sábado, 29 de noviembre de 2014