Más grande todavía es el misterio del encuentro
del hombre y de la mujer cuando al descubrirse como semejantes lo que
miran no es sólo su propia imagen sino otra más grande, la divina. A esa
compenetración de encuentro inesperado es lo que llaman amor. Amor nunca
limitado en nada, porque a partir de entonces el amor es la señal que indica por donde transitar
para dar cumplimiento a esa inquietud insaciable. Con razón al atinar con tal realidad
nunca más quisieran apartarse el uno del otro hasta consumar ese encuentro en el
abismal amor divino.
Una vez en el mundo, el hombre empieza a crecer
y a entender el universo para encontrar a la mujer. La mujer avanza sin
quererlo por senderos inhóspitos para abrazarse ella misma en el gran amor. No es
cualquier dirección por la que cada quien avanza, pues buscando lo grandioso,
el hombre descubre a su otra parte en la mujer y la mujer al hombre, y al
complementarse, sin ellos sospechar encuentran a Dios.
No existe frustración más grande para el ser
humano que perder lo que un día encontró. Por ser lo mejor de sí mismo, su
propia perfección. ¿Qué puede hacer el hombre una vez encuentra su otro yo, y
lo pierde? ¿A dónde irá la mujer si se extravía del gran amor? ¿A quién le
podrá recitar los cantos tristes en la parte que dice: que el gran amor "ya pasó" y vivo en el gran extravío? ¿Ahora el hombre ya no es esencial y la
mujer encantadora? ¿A dónde ir en esa condición miserable?
En cierto modo son felices los hombres y las mujeres cuando aún no han encontrado al gran amor de su vida. Son tan felices como son felices los niños que viven del amor genuino. Alguien me decía, ¿Es preferible no buscar o no dejarse encontrar por nadie? Con atrevimiento, dije, entonces: ¿Para qué viniste a este mundo? ¿A qué responde tu condición de mujer y de hombre? ¡El Señor te quiso hombre y mujer!
En cierto modo son felices los hombres y las mujeres cuando aún no han encontrado al gran amor de su vida. Son tan felices como son felices los niños que viven del amor genuino. Alguien me decía, ¿Es preferible no buscar o no dejarse encontrar por nadie? Con atrevimiento, dije, entonces: ¿Para qué viniste a este mundo? ¿A qué responde tu condición de mujer y de hombre? ¡El Señor te quiso hombre y mujer!
Y me quedé pensando, mientras veía las olas ir y venir envueltas sobre sí mismas. Esas mismas olas se deslizaban suavemente para acariciarse con la arena...
Por:
Gvillermo Delgado
Fotos: Prestadas de la web.
El amor es todo un misterio. Profundo y bello mensaje!!!...
ResponderEliminarSiempre he admirado y sigo admirando sus pensamientos, este blog es de mis favoritos.