«El Camino Santo»
(Isaías 35,8)
Toda religión verdadera al buscar lo santo se aleja de lo maligno y sus consecuencias, pues, desea alcanzar ese lugar donde habrá «alegría eterna» (Is 35, 10).
La
persona al querer el bien se ve obligada a avanzar hacia Dios e irremediablemente
a los demás.
Cuando más avanza hacia su centro -donde pone a Dios- estrecha
el espacio entre él y los otros. Avanzando en esa dirección termina haciéndose
uno en Dios y con el prójimo. Esa es la comunión con Dios, fin hacia donde toda
religión tiende.
La mística, la oración, las enseñanzas no son solamente luchas
tenaces por rechazar lo imperfecto sino para fundirse en una sola realidad con
la divinidad.
El simple movimiento hacia lo bueno ya hace distinta a la
persona y a todas sus relaciones.
Apuntar a lo perfecto mejora la dirección de quien avanza. De
ahí que la realización de lo humano no será aquel día en que la persona llegue
a la meta, sino ya, ahora mismo.
Quien ahora mismo experimenta lo perfecto se consumará en lo
perfecto, porque a lo bueno y santo sólo se llega por lo bueno y santo. No hay
otro camino.
Lo novedoso de los cristianos, en este caso, consiste en que por
el bautismo (como ser en Cristo) están orientados a vivir en «la ley del
amor» para «permanecer en el amor». De ahí deviene aquel sentimiento de «sentirse
obligados»a no traicionar al amor.
Permanecer es aceptar la fuerza y las capacidades que el «Espíritu de Dios» da en el momento en que se insufla en las almas. Con lo que diviniza la vida presente y la hace capaz de persistir en la tensión de la espera,
sabiendo que, lo mejor siempre está por darse. A esto se le llama «vivir en la gracia de Dios».
Según las mismas enseñanzas de Jesús este acto, no puede
darse sin el «arrepentimiento», porque el alma creada buena tiende siempre a lo
bueno y todo aquello que enturbie lo incólume necesitará ser limpiado en todo
momento, hasta que regrese al seno de donde vino un día.
En el caso de los cristianos católicos este momento de «reconciliación con Dios» acontece por el sacramento de la penitencia o la
confesión.
Permanecer en el amor de Dios es «vivir en estado gracia», ya que la persona en ese «estado» adquiere las capacidades para que Dios actúe en ella en todo momento, para perfeccionar sus relaciones, ya sean con los demás, con ella misma o con la naturaleza.
Permanecer en el amor de Dios es «vivir en estado gracia», ya que la persona en ese «estado» adquiere las capacidades para que Dios actúe en ella en todo momento, para perfeccionar sus relaciones, ya sean con los demás, con ella misma o con la naturaleza.
Quien caminando hacia lo bueno y santo quiere permanecer en
el amor, sólo tiene un destino: hacerse uno en el amor.
El santo no se hace en la meta, sino en el camino.
El santo no se hace en la meta, sino en el camino.
Por: Gvillermo Delgado OP.
Pintura: Fra Angélico: La anunciación de María.
Excelente!! Me encantó la frase de "sentirse obligados" a no traicionar el amor. Ese amor que transforma y nos hace uno con Él. Es un verdadero gozo inexplicable.
ResponderEliminarHay expresiones que vuelan de persona a persona. Dando Saltos. Para llegar lejos
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