Ser Padre Hechos y Palabras domingo, 15 de junio de 2014 1 Un Comentario



Al nacer, todos traemos un llanto y unas palabritas que poco a poco se van soltando del alma nueva, que ahí fueron impresas al momento de ser creados. Con estas representaciones del alma, llamamos "a Aquél" de quien no quisiéramos ni podremos separarnos jamás.

Siendo apenas unos bebes somos conscientes que estamos "unidos" a Un Gran Amor. Por eso, cuando alguna persona se aproxima y nos da su mano, se la apretamos con fuerzas sutiles. Así las manos del recién nacido se mantendrán empuñadas hasta que poco a poco la conciencia se vaya abriendo a la razón, o entre en relación con el amado de otros y diversos modos. 

Con justa razón las primeras palabras del alma son un misterio. Son palabras que buscan mantenernos unidos a ese alguien amado. Esas palabras salen de la profundidad del espíritu como hojitas nuevas de la semilla, y dicen:  tata, nana, papá, mama, ta, na, abba o imma’.

Aunque nos parezca raro, con esas palabras estamos llamando a Dios. Pero desde el momento de nacer, Dios se hace visible de modos mundanos, humanos, sensoriales y racionales, donde está próximo el amor de pá, ná. (papá-mamá), los hermanos, la familia, los amigos que se vendrán a caminar paso a paso con el recién nacido hasta el día que retorne a la casa del Padre. Mientras tanto éste otro padre nos construye una casa y nos ve crecer junto a él.

O sea que, cuando llamamos al Padre-Creador con nuestros balbuceos, quien responde ya no es Dios sino nuestro papá o nuestra mamá, de cuyo seno hemos nacido físicamente. Por lo mismo nuestros padres asumen la condición de ser Padre o ser Madre en la condición del Abbá-Imma (Dios-Padre- Madre).

Si cuando dije ¡Papá!, llamé a Dios-Padre y quien respondió fue mi papá terreno, eso quiere decir que mi papá o mi mamá están haciendo las veces de Dios. He ahí el gran misterio de Dios, que tiene mucho que ver con nosotros.

¡Qué grandes debemos sentirnos cuando nos llamen papá o mamá, sabiendo que aquella palabra fue aprendida por nuestro hijo o nuestra hija en el mismo seno divino de Dios-Padre-Madre! Sobre todo cuando nosotros respondemos como si fuera Dios mismo quien responde 

Por: José G. Delgado. 
Tags:

1 comentario :

¿Qué piensas de esta reflexión? Dame tu opinión.