Viendo "Posts antiguos"
Estrella de la Mañana
Si Dios es la esperanza de los abatidos, María es la estrella mañanera que en su dulce mirada traduce nuestras fatigas y frustraciones en la paciencia que hace llegar más temprano que tarde aquello que esperamos. Porque ella es el lucero matinal que los antiguos mayas contemplaban en la espera del nuevo día. Pues, ese día ha llegado para todos los creyentes. Los creyentes ya vivimos en la aurora permanente, antes contemplada en el lucero matinal, que es Nuestra Señora y Virgen del Rosario de la Verapaz.
Las causas
Boceto de poema para un enamorado que anhela casarse en la madrugada de un sábado santo |
Los hombres de ciencia buscan las causas de tus ocupaciones…
Cada vez que vuelves de tus oficios me recuerdas la revolución industrial ya que donde te posas dejas un mojón de sombras fértiles.
Y es que tú eres esa cosa bella que define las causas y las tareas que ocupa a toda persona.
También eres la madrugada que se prolonga hacia el final de otro amanecer donde nunca falta la esperanza para este país de incertidumbres.
Por mi parte, creo tener las razones de mis búsquedas.
el Paraíso terrenal
Por: Gvillermo Delgado Acosta OP
Las crisis señalan la urgencia de lo que “debe” ser cambiado: ¿Cómo cambiar? ¿Hacia donde impulsar los cambios requeridos?
Para cambiar hay
que tomar decisiones. Estas sólo se hacen en el margen de la libertad, con responsabilidad incluida. Un buen ejercicio para decidir en libertad es
anticiparse a asumir la responsabilidad de cualquier acción.
Dios al crear la
persona la hizo despertándola de un sueño. De ahí nace el diálogo de Adán y Eva
con Dios.
Si con el tiempo hubo rupturas y desacuerdos entre Dios y las personas creadas, hadio porque el hombre y la mujer creyeron que se bastaban así mismos. La libertad dejó de ser libertad parqa dar paso al pecado. El pecado es consecuencia de haber sacado a Dios de las relaciones de libertad. Siendo la irresponsabilidad el rostro negado de lo divino.
Por tal razón,
el sueño es aquello que perdura en el tiempo mientras vivimos. Y la libertad es
el derecho de tender a ese sueño del que un día fuimos despertados (que después
negamos). Ese es el sueño de la realización o felicidad, que, de no materializarse
de día en día en el tiempo, sólo será una fantasía infantil.
El sueño de la
felicidad se realiza ahora mismo, para que a cada impulso hacia adelante la persona se mejore cada vez más y más.
Aparece así el
amor como la fuerza que moviliza las decisiones hacia ese mundo feliz. El mundo
feliz es la materialización del beso de la justicia y la Paz (Salmo 85,10).
Simbólicamente es el paraíso terrenal donde habita Dios, del que un día nos
extraviamos.
La realización de
todo sueño humano sólo es posible por la fuerza misteriosa del amor. El beso es
el mar donde se funde toda la fuerza humana con la divina. Es el choque de
las miradas del cielo con la tierra, que florece en el paraíso que cada persona
construye al ejercer su derecho de libertad.
Decir que el amor
es la fuerza que nos mueve a la construcción del paraíso es sólo una constatación
que ha nacido de las acciones libres y responsables gracias a ese anhelo
permanente de ser más.
Envuelto en el
misterio, la persona sólo puede definirse como quien está enteramente insatisfecho
hasta no verse abrazado por lo divino. Mientras aquello acontece, se abraza y
realiza en las pequeñas cosas que puede construir en las relaciones humanas.
Eso explica porqué ama a las otras personas.
Quien ama se impulsa
en la dirección del único y definitivo amor.
Siendo que el definitivo
amor es el sueño del paraíso, la experiencia del amor humano siempre será
limitado e imperfecto. Pero esa es la única manera con el cual nos vemos
impulsados hacia al gran amor. No hay otro camino.
Mientras vivimos
en este mundo no nos queda nada más que construir el paraíso terrenal en nuestro
propio jardín, en aras de alcanzar el paraíso definitivo del abrazo con lo
divino.
Si lo que aquí experimentamos
es un ensayo de lo que seremos, el amor que aquí tributamos no puede dejar de
ser, en cierto modo, divino.
La creatividad
El mejor autorretrato de sí mismo son tus obras, como los hijos son para los padres, la silla para el carpintero y la salvación de las almas para quienes predicamos el amor eterno.
Entender la libertad
Si las leyes vienen de uno mismo, las consideramos autónomas; si las leyes las imponen desde fuera, de cualquier tipo de institución, entonces las consideramos heterónomas.
La rebeldía es el modo de actuar de acuerdo con las leyes a las que nos oponemos. Oponerse a una o a otra depende de las impotencias, la fragilidad con la que nos enfrentamos al mundo en un caso determinado. Es así como nos oponemos a la religión, a la policía, a la opinión de las personas, al matrimonio; en el peor de los casos, nos oponemos a las leyes de nuestro propio interior.
¿Que pasa cuando ya no nos sentimos dueños de la propia casa, de nuestro interior ni del ambiente que nos rodea? Ante tal impotencia nos declaramos ¡rebeldes! «dueños» de nuestra propia ley y de la verdad. Es decir, no queremos nada con nadie ni con nada, y nos atrincheramos en «nosotros mismos», como los únicos que determinan el presente y el futuro de todo.
El valor de la Comida
El valor de la Comida
Una persona cualquiera siempre se descubre «humana» delante de otra persona. Con frecuencia lo hace alrededor de la comida. Ya que la comida es el símbolo sagrado más preciado en todo el universo de las cosas.
Por: Gvillermo Delgado OP
Vació es el salto de la soledad al abandono. Como cuando uno se queda solo porque todos los demás se van a cualquier parte, y no sabemos que hacer con nuestro tiempo libre y espacio que ocupamos.
Así pues, vacío existencial es la pérdida del sentido ante la ausencia de aquello que define la vida.
¿Qué queda de una casa campesina sin el humo que se escapa por sus chimeneas?
Imagina el matrimonio de tu hija o el funeral de un ser querido donde falte, por lo mínimo, una taza de café y un pedazo de pan. Cuando aquello que compartes, ya sea la tristeza o el festejo, lo simbolizas en la comida, eso que compartes toma un nuevo matiz: si es de tristeza deja de ser menos trágico, si es de gozo lo trasciendes a lo más profundo de tu interioridad o lo elevas a las alegrías más sublimes.
En el momento en que la comida es el símbolo del encuentro entre dos o más personas, lo que está ocurriendo es que «tu condición humana» está volviendo a nacer, tanto, como si Dios te tomara en sus manos como barro moldeable e hiciera de ti una vasija nueva.
Simbolicemos en este acto al gran amor del cual venimos. En el que nos reunimos cada vez que la mesa se pone para contemplarnos, celebrar la vida o unirnos en solidaridad con quienes sufren una pena.
El mal
El mal
El mal es un problema humano que no debiera existir; pero existe.
El mal es muralla infranqueable con quien la persona libra una batalla de modo permanente.
Desde que lo humano es humano el mal se ha convertido para él en una realidad inevitable; y como voz desesperada golpea el paredón como grito de muerte que al parecer Dios no escucha.
El mal no debiera existir ya que toda persona humana está llamada a una realización siempre mayor, la felicidad permanente, por ejemplo; y el mal impide tal anhelo.
Humanamente no es posible la realización sin la pérdida, como no puede
haber vida sin crecimiento. En el desarrollo o crecimiento siempre debe perderse algo, sin el cual no es posible alcanzar mínimamente aquello que se busca. Por ejemplo, nadie puede realizar su personalidad adulta sin renunciar a la felicidad de la niñez o de la juventud.
Por tales razones el mal no sólo es inevitable, sino al parecer, parte de la naturaleza del ser limitado, que dará sentido a la vida en aquella hora en que, a pesar de lo que provoca, impulsa la búsqueda de la comunión plena con lo infinito, como lo entendía San Ireneo al referirse
a la salvación “como crecimiento hacia la plenitud”.
De otra manera, el mundo sensible, el de la
limitación, -no el de Dios- produce el mal inevitable, porque impide la
perfección.
¿Dónde está Dios?
¿Por qué no acude al clamor de quienes sufren el mal?
Si afirmamos que Dios es amor, que jamás abandona a quienes creó por amor. Eso quiere decir que, Dios padece el mismo grito desesperado de quien lo expresa, del mismo modo como la madre experimenta el sufrimiento de su propio hijo. El ser de Dios, estando entre nosotros, tiene que ver con la lucha permanente
ante el mal. Y, es precisamente ahí donde nuestra existencia tiene verdadero
sentido, a pesar del sufrimiento que el mal provoca.
Consideremos cómo la muerte de Jesús en la Cruz implica una tremenda confianza en el Padre,
porque el Padre nunca estuvo tan unido al Hijo que en su muerte; tal afirmación
es completamente válida, también al decirlo para nosotros.
¿Dios creo el mal?
Dios crea al ser humano finito, con realización infinita. Si Dios hubiera creado a la persona humana infinita, entonces ya no sería una persona humana, sino otro Dios, y Dios no puede crearse así mismo. Por consiguiente, Dios no crea el mal, sino a la persona finita.
Al crear a la persona con esa condición le da la capacidad de aspirar y alcanzar lo infinito. Por eso le crea por amor y le ama de modo permanente.
Eso quiere decir que Dios está en diálogo de amor con sus criaturas, y le está invitando de modo permanente a la comunión infinita de la que él participa.