Viendo "Posts antiguos"

Valores de una persona para otra persona

 


Mis valores para ti 

 

Por: Gvillermo Delgado OP


Valores para una persona es la síntesis a la que finalmente he llegado, luego de un largo trecho de reflexionar sobre valores y confrontarlos conmigo mismo.


Valores para una persona definen el pensamiento que orientan las emociones, para decidir y actuar. Son el esplendor de la realidad espacial y temporal que afectan todo: La vida moral y espiritual. Ahí están las razones para enjuiciar y normar a modo de criterios la conducta en cada caso.


Si un día concluyes que existen tantos valores, que son sólo tuyos, y al mirarlos en los demás llegues a pensar que tu alma se ha expandido en otras almas como luz; entonces, concluirás que eres fuente de irradiación porque participas de los bienes originarios y universales.


Por consiguiente, si llegas a afirmar, como yo ahora, que “estos valores son míos y de los demás”, como ratificación de tu propia existencia; sabrás que existirás siempre en ellos, aunque desaparezcas para este tiempo y este espacio. Si eso te llegara a pasar: serás recuerdo, amor, alma expandida, bondad actuante.


Sin más, presento la jerarquía de  mis 5 valores, los razono "para" todas las demás personas:



El amor. El amor está por encima de todos los demás valores, por ser el regalo más grande de la vida, a lo que llamamos gracia. Por ser lo primero imprime carácter. Es el valor ideal. La base para construir mi marco teórico. El amor es fuente y meta de toda la existencia. El criterio para comprender y hacer el bien. Se ilumina en el bien y se manifiesta en la belleza.


La alegría. Subordinado al amor. La alegría es expresión de lo que abunda en mi interior. Si falta alegría en mis acciones humanas, por las razones que sean, es obligatorio examinar las posibles causas de las desarmonías y caos interiores. Es indispensable examinar los sueños, oír los reclamos del cuerpo en los temas de salud, examinar los recuerdos, las tristezas. Refundarse en el amor.


El respeto. Respeto es la condición de cuidar. Al ponerme en relación con los otros me obligo a cuidarme primero. Solo entonces me convierto en estima amorosa para las demás personas. Hallar en los otros (y en la creación entera) aquello que destella belleza, ese asombro de “hallar” me abre al respeto. Y al hallarlo de modo exclusivo en las personas me obligo a dignificarlas.


Empatía. Empatía aglutina todas mis capacidades de sentir (lo bueno o lo malo) de los demás y al mismo tiempo asumir su condición. Me hace solidario. Me define en el servicio. Es un modo de visibilizar la fuerza del amor. Es el rasgo primario y lejano en el tiempo de mi edad personal. Al ser la fuerza primaria de mi diseño humano, me convierte en persona buena por naturaleza. Con lo cual afirmo que nací “para” existir en relación con todo lo que existe. Por eso existo.


Responsabilidad. Es cargar. Encargarme del otro. Y cómo sólo en el amor se carga, no cargar nunca reclamos de la propia conciencia y actuar en consecuencia, eso me define responsable. Como quien responde por cada una de las acciones realizadas.


Honestidad. Es dignidad y honor. Tan universal que se pronuncia de modo parecido en casi todos los idiomas del mundo. Este valor me hace aparecer igual en todos los ámbitos de la vida en que participo. Soy el mismo en la ermita del pueblo, el mismo en la Plaza Gerardo Barrios del Centro de San Salvador, el mismo en las aulas de la Universidad. 


Intento ser, no un espejo que ataja y refleja la luz, sino el vidrio que la deja pasar. Soy lo que ven. Lo que los demás miran de mí, eso soy.

 

La honestidad es la luz que lo atraviesa todo. Va y viene. Permite ver afuera lo que hay adentro y adentro lo que hay afuera. Es el mejor modo de ser digno mientras duermo, desayuno, hablo con las personas, reflexiono el evangelio y doy un beso al saludar. Es mi honorabilidad.


Libertad. Es la fuerza de mi voluntad. Que apuntala a la toma de decisiones hacia lo mejor de mí. Pero antes promueve mi pensamiento y la imaginación fundamentada en la fe y el orden de mi mundo. Es la configuración de mi tiempo y mi espacio. Mis límites y alcances. Mis frustraciones y realizaciones en orden del perfeccionamiento. 

martes, 9 de abril de 2024

Círculo amoroso o círculo vicioso

 


Círculo amoroso o círculo vicioso

A propósito de la Oración del Padre Nuestro 

Mateo, 6, 5-15

 

Por: Gvillermo Ðlgado OP

Fotografía de luna: Juana Guerrero (27/11/2023)

 

¿Cómo es la vida interior de quienes prosiguen la lógica del amor de Dios Padre? La vida de quienes prosiguen los modos de amar en Dios crea relaciones de amor divino, porque Dios está en ellos. La lógica “pagana” como lo dice el mismo Jesús (Mateo, 6,7), al no tener una fuente superior, se surte de “palabrerías”.


Para analizar el círculo perfecto o amoroso sigamos las indicaciones que Jesús da a sus discípulos cuando les enseña a orar (Mt 6, 5, 15).

 

La misericordia es el punto de irradiación


La misericordia es el corazón que ilumina desde el centro todo aquello que rodea las acciones espirituales que se mueven en torno a ella. La misericordia está contenida en Dios.


Entonces, el Padre Dios es el punto de partida. Él es misericordia. Da misericordia porque es entregado en amor sin discriminar nada ni a nadie.


Nada porque su amor está en todas las cosas, por eso regala el tiempo, el ciclo de las estacione, el agua, las cosechas; está en las leyes de la naturaleza y la vida.


Se da también sin discriminar a nadie: perdona al pecador, ama al pobre y desamparado, socorre al afligido, sana al enfermo, salva al arrepentido. Tiene preferencia por los pequeños y pobres, sin excluir a nadie, porque el amor como la luz irradia e ilumina lo oscuro, sucio y lejano.


Continuamos el círculo perfecto


El círculo es perfecto y amoroso si continúa la lógica de Dios Padre. Es decir, si él “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden” (Mateo, 6, 12). Dios me perdona, de igual modo yo perdono al hermano. A su vez, el hermano replicará tal acción, perdonando a quien haya ofendido; creando de tal modo círculos infinitos de perdón, cuyo cierre sólo puede acontecer en aquel que primeramente ama y perdona, o sea, Dios.


El círculo vicioso


Pero cuando yo no perdono como Dios Padre perdona, el círculo deja de ser círculo perfecto y se transforma en círculo vicioso. El círculo vicioso rompe el cauce de amor cuya fuente procede del Padre Dios. Lo vicioso está, por tanto, en el bloqueo que yo o el hermano establecemos para impedir que no fluya el amor perfecto del Padre Dios.


La vida espiritual


El círculo perfeto irradiado por la misericordia define la vida espiritual de quienes rezan o dialogan con Dios Padre para mantenerse en estado de gracia y en esa gracia acoger a los hermanos.


Salvados en ese amor se construye la gran fraternidad o sororidad con la luz infinita de la misericordia cuya fuente está en Dios Padre. Esa es la vida interior de la persona íntegra, cuya gracia se muestra en la belleza de sus relaciones humanas. 𝛀

martes, 20 de febrero de 2024

Indicios de eternidad

 


Indicios de eternidad


Por: Gvillermo Delgado OP

07 de febrero del 2024


En la medida que el tiempo transcurre en esta sociedad de ritmos acelerados no siempre es posible asumir que la vida se acaba.


Es suficiente una pausa, dejando por fuera la tecnología y el ritmo de vaivenes, para percatarnos que no somos cosas en desuso, sino personas de piel y espíritu que se baten en paradojas indescifrables. Para caer en la cuenta de esto, son suficientes hechos relevantes y significativos, por ejemplo: Una celebración “feliz” de un cumpleaños o una nota luctuosa que avisa de la partida de un ser querido. En esta sociedad difuminada y atomizada ¡Necesitamos una pausa para percatarnos de qué estamos hechos!


Al ocurrir, aparece un “de pronto” o sensación de que, con el tiempo el “sentido de ser” ya no es posible. Entonces razonamos con acierto. Atendemos las voces interiores del alma. Habitamos un mapa de verdades que llamamos a veces nostalgia, otras veces recuerdos. En realidad, es la memoria por donde a menudo transitamos (viajes de lo acontecido, por ejemplo, en los abuelos que un día se fueron y nos dejaron para siempre, o los senderos que nosotros trazamos en los días de infancia).


En ese de pronto, también caemos en la cuenta de que apenas empezamos a construir un sitio propio, agrandando ese mapa. Es lo que nos pone en condición melancólica y en desventaja hasta el día en que nos hacemos nostalgia para otros, para los que se quedan ocupando nuestro lugar presente.




En el fondo, esta experiencia no sólo es anhelo acerca de lo que fuimos sino, y al mismo tiempo, lo que podemos llegar a ser un día. Esos son los indicios de eternidad.


Con lo cual habitar aquella geografía describe el sueño originario de Adán cuando su creador lo hizo caer en sueño profundo (Libro del Génesis, 2, 21). Porque el sueño del paraíso terrenal está en la nostalgia y en lo que puedo habitar.


El paraíso es lo mejor del tiempo presente que se bate en las paradojas descifrables de la memoria y el sueño, sobre todo cuando llegamos a saber, con claridad consciente, quien es aquel que nos permite acceder a ese sueño profundo.

miércoles, 7 de febrero de 2024

La noche prolongada

 


La noche prolongada

 

Por: Gvillermo Delgado OP

23 de enero del 2024

 

La noche se prolonga sobre un día de luz. Esta afirmación pudo ser entresacada de una novela o de un cuento de terror. Esto es una afirmación de lo real.


Con noche prolongada nos referimos a los espantos de vuelos legales creados en contra de la paz común, promovida por quienes viven del caos. Por quienes justifican guerras y la muerte in misericorde o sin compasión.


Los espantos de las guerras prolongadas se parecen a la que se cierne entre Hamas (porción del pueblo palestino en Gaza) e Israel (en los feroces contraataques de muertes). Se parecen también a los aliados de la corrupción que propugnan días felices a base la confrontación y el saqueo de las arcas de los estados. Esa noche oscura está en el lejano oriente y en el vecindario guatemalteco o nicaragüense.


La noche parece infinita si la esperanza es la gran ausente en quienes madrugan en las grandes urbes para llevar sus hijos a la escuela y luego adentrarse a sus ocho horas laborales. Aquí parece que no amanece nunca.




Sin embargo, nunca la noche es más oscura que cuando va a amanecer. Basta que haya hombres y mujeres de luz. Una sola braza es suficiente para prender una hoguera.


En el mundo de las tinieblas suelen asomarse los ángeles de luz, cuya existencia no está referida a entelequias racionales sino a personas batalladoras, persistentes, que llegan hasta el final con sus convicciones radicales. Son las personas del juramento y la lealtad.


En las personas de luz hemos visto asomar entre las montañas o en las ciudades a personas como Juan el Bautista, a poetas con grandes intuiciones como Dante, Santos como Agustín y Tomás. Políticos como Tomás Moro y Juana del Arco; pensadoras y poetas como Hannah Arendt o Inés de la Cruz. ¿Qué decir de Monseñor Romero en El Salvador o del humilde y místico Fray Terencio María Huguet allá en el pueblo lejano de Santa María Cahabón?


En fin: ¿Qué decir del destello de la luz inextinguible de la resurrección del Maestro de Galilea?

martes, 23 de enero de 2024

El mandamiento del Amor

 




El mandamiento del Amor

Mateo 22


La vida tiene una dirección infinita,

un horizonte que le guiará siempre


 

Por: Gvillermo Delgado OP


Toda persona es un ser misterioso. ¿Por qué? Porque desde el primer día de su existencia crece y busca alcanzar “algo” que no está a su disposición. Y nunca logrará adquirirlo. Con lo cual vivirá con esa tensión permanente. Así transcurrirá toda la vida.


En consecuencia, queramos o no, la vida tiene una dirección infinita, un horizonte que te guiará siempre. Que te convierte en un ser espiritual.


Lo misterioso y espiritual son los resabios que existen en el alma humana de lo eterno. No cómo un indicio de su origen, sino de su condición creada por un ser superior a él.


De ahí que, quienes viven sin intentar ni siquiera pensarlo o creerlo, hacen de su vida un fin en sí mismo. Eso puede parecerles racional y suficiente, pero el hecho de que esas razones le arrastren hacia angustias y momentos mínimos de felicidad es un indicador que están en el error.


El rastro más significativo de lo misterioso es la intuición interior, que nos musita: que somos para lo eterno, cuya expresión más alta está en el amor. Con lo cual afirmamos que fuera del amor la persona “vive sin vivir”: estará condenada a la insatisfacción frustrante y triste.


Con razón Jesús dijo que amar es el mandamiento principal, y se ejerce no de cualquier modo. Se ejerce con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente. O sea, con todo lo que la persona es. Porque el amor acontece ahí, con todo y para todo. O no es amor. Así que aquellos que presumen no participar de Dios, jamás tendrán la capacidad de amar.


Quien niega lo que ha recibido como regalo, a la vez será negado por aquellos que aman en verdad. Quien niega el amor, lo eterno será un resabio de eternidad, nunca un hecho. De tal modo que cuando dicen amar, no hacen otra cosa que buscar amarse ellos mismos, y mantenerse vigentes mientras la muerte los arrebata de este mundo. Viven para morir, como las plantas y los animales.


Por eso digo que la persona se convierte en un ser misterioso cuando acepta haber recibido el amor primero que viene de aquel que es misterioso: Dios. Y se da cuenta al recibirlo, por eso ama como si fuera Dios mismo. Con lo cual descubre que ese misterio que crece día con día en él, le permite no solo abarcar el amor de otros, sino ampliar su alma hacia la plenitud. Por tanto, hallando amor en las personas, comprende su vida presente como un anticipo de su vida futura y definitiva que descansará en el misterio mayor que es Dios.


En resumidas cuentas, el ser humano misterioso sabe que a Dios no lo puede amar fuera del amor a las demás personas y que no existe amor a las demás personas que a su vez no esté orientado a Dios.


Por eso, quiso Jesús dejar el amor a Dios como el mandamiento principal, del mismo modo el amor al prójimo.


Fuera del amor nada somos, porque nada es posible. Todo en el amor, nada sin el amor.

lunes, 6 de noviembre de 2023

El trabajo y la migración de los jóvenes

 


El trabajo y la migración de los jóvenes


La vida es para vivirla 

y engrandecerla en cada acción.


 

Por Gvillermo Delgado OP

19 de septiembre de 2023.

 

Todos necesitamos un trabajo para vivir, porque necesitamos dignificar la vida para vivirla. En la tradición cristiana comprendemos esa dignidad en la figura de san José obrero como modelo del hombre hacedor.

 

Existe una actitud básica de todo obrero, esta es de ofrecer a Dios el comienzo de su jornada y agradecer por lo que realizó al final del día. Esta actitud le deviene del solaz que el cansancio provoca. Es la paz, el sosiego, la satisfacción que viene del desgaste cotidiano, al que de otro modo llamamos dignificación del hombre.

 

Guatemala gradúa anualmente más de doscientos mil jóvenes aptos para unirse a las fuerzas productivas del país. De esos solo una tercera parte encuentra un trabajo formal. El resto se ve obligado a buscar rutas laborales alternativas, ya sean en las ciudades o fuera del país cuyo destino principal es Estados Unidos. Ese sentimiento de “forzar” la migración de los jóvenes, se define como si fueran “expulsados de su propia patria”. Que más allá de un derecho, la migración les estigmatiza para siempre como quienes perdieron un lugar de pertenencia.

 

La educación básica mínima no es suficiente para obtener un trabajo digno, pero sí suficiente para migrar.

 

Las posibilidades de acceso a la comunicación y la técnica capacitan a los jóvenes para soñar en grande y movilizar sus energías más allá de su propio territorio, de su intelecto y sus emociones. Pero la tecnología no les capacita para desarrollarse en otras latitudes, con lo cual les toca realizar trabajos que nunca hicieron mientras estudiaron o vivían con sus familias. Entonces, migrar no sólo es una expulsión de su propio territorio sino verse obligados a realizar trabajos esclavizantes sin los cuales sería imposible tocar, al menos, con el dedo índice el sueño que los movilizó en estas peripecias.

 

Condenados a envejecer sin mayores incentivos de vida, muchos mueren sin abrazar los anhelos más profundos que un día los vio largarse de sus tierras.

 

Así como las manos son para construir y la boca es para la palabra, la vida es para vivirla y engrandecerla en cada acción.

 

Necesitamos un trabajo digno para vivir. Es digno el trabajo si posibilita envejecer y disfrutar el tiempo en el que la vida acontece.

martes, 19 de septiembre de 2023

Tu casa es fragancia de Cristo

 


Tu casa es fragancia de Cristo

 

 

Por: Gvillermo Delgado OP

Homilía del 30 de abril del 2023.

Transcripción literal de: Lorena Natareno

 

 

La casa como epicentro de la vida

 

No hay entre nosotros quien no tenga un centro, un lugar de donde salir y hacia donde regresar cotidianamente. Piensen en cuál es su centro, su punto de irradiación. Este suele ser la casa: ¿No es cierto?

 

En la casa hay puntos claves e importantes. Si tuviéramos que mencionar el lugar de la casa donde permanecemos más tiempo y la vida transcurre: donde envejecemos, nos curamos, creamos relaciones, peleamos y nos reconciliamos, donde nos hacemos personas y permitimos que los otros también lo sean. Esos lugares de la casa posiblemente sean: la mesa en donde comemos (aunque cada vez nos reunimos un poquito menos a su alrededor). En la mesa cada uno tiene un lugar, una silla. Nadie lleva a un extraño a que se siente en ese lugar especial de la mesa. Otro lugar importante de la casa es la cama. Tampoco invitamos a cualquiera para que descanse en “nuestra cama”. ¡No, no, no, cuidadito! A lo sumo los hijos pueden descansar en la cama de los padres. Aunque a veces hay "ladrones", como dice el Evangelio, que se meten sin permiso a nuestras casas...

 

El cuerpo y el templo son también epicentro de la vida

 

La casa es el lugar más importante en la ciudad. De igual forma el cuerpo es templo en el ámbito de lo humano, cuyo altar es el cerebro. Ahí están las emociones y todo lo que rige el cuerpo. Nada puede ser gobernado sin el cerebro. Por eso es como el el altar del templo. En pocas palabras, en el cerebro está el alma del ser. Por eso hay que cuidarlo. Cuidarlo significa no dejar que entren ni que se queden ahí ideas y sentimientos malos. No permitir que el pasado nefasto nos siga carcomiendo como el comején lo hace con la madera. No permitir para no sufrir mientras carcome ese lugar sagrado.

 

Como es la casa para la ciudad, también son nuestros Templos o iglesias. Pues son referentes de identidad. El Templo es el epicentro, el lugar de llegada, desde donde salimos. Por eso la puerta más importante que nosotros atravesamos es la puerta del Templo.

 

Dice Santa Catalina de Siena que una vasija si está llena no hace ruido; hace ruido cuando está vacía.  Nuestros Templos están llenos. Están llenos del silencio de la presencia de Dios. Al entrar entramos en esa Presencia a través del silencio que ahí encontramos.

 

Sólo así nos capacitamos para oír la voz del Maestro cuando dice:

Vengan a Mí, todos los que están cansados y agobiados que yo los aliviaré. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón… Mi yugo es fácil y Mi carga ligera». (Mateo 11, 28-30) ¡Vengan!

 

Jesús es ese el lugar que buscamos

 

Al modo de Santo Tomás preguntemos: "Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?"(14,5). Jesús le dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

 

Jesús se define a sí mismo: “Yo soy la verdad”. Y reafirma: “Yo soy la resurrección”. Además, Él es puerta (Juan 10, 7). Es el acceso para habitar este Templo: epicentro desde donde Dios se hace sentir en el silencio, donde escucha nuestra voz muchas veces agobiada.

 

Solo así entendemos lo que hemos oído hoy en la primea lectura: “eviten vivir en un mundo corrompido”. Es decir, aquí hay una actitud primera, esa es apartarnos del mundo de la corrupción, de la perdición. Santa Catalina hablaba de “las aguas putrefactas” como sinónimo de lo apestoso de la maldad y el demonio. En contraposición con lo que decimos en las bendiciones de nuestras casas al pedir que desde nuestras casas se difunda la fragancia de Cristo. Entrar en el templo y salir de él es difundir esa fragancia.

 

En cuanto nos apartamos del mundo corrompido sabremos elegir la puerta por donde entrar.  Para eso requerimos de una actitud primera. Dios cuenta con nuestras disposiciones personales. Dios no va a resolver por ti aquello que tú puedes hacer a partir de aquello que Él ya te ha dado, que son las capacidades naturales. ¡Apártate, ya no te sigas saltando esos muros! ¡No te bañes más en las aguas putrefactas que sabes que te convierten en el apestoso, en tóxico, en destructor, en el que lleva ideas perversas, maquiavélicas, el que hace que los otros incluso se engañen porque les presentas como bueno lo que yo ya sé que es malo!

 

Escuchar la voz del Pastor

 

Revise cada uno su pasado. Atrévase a conocer a la persona que camina a su lado. Y descubrirá que siempre algo bueno nace incluso de aquello que parece malo.

 

Apártese cada uno del mal. El mal no lo hará por ti. Esa es la primera indicación para que podamos escuchar la voz del Pastor. De lo contrario oiremos otras cancioncitas. Seguiremos otros slogans. Y no la Voz del Pastor. Asimílate a él. Él tiene la capacidad de entender lo que hay en tu corazón. Como lo hacen los papás con sus hijos chiquitos. A veces no hace falta ni una sola palabra. Un gesto es suficiente para ser comprendido. Pues, un gesto es algo más que una palabra. De Igual forma el Evangelio de San Juan nos presenta la figura del Pastor.

 

El pastor, como sabemos es quien se ha convertido en el guía, en el maestro. Quien te cuida y guía. Y convierte a su vez a los otros en personas sensibles que escuchan y atienden su voz.

 

Curar las heridas y cumplir la misión

 

Desde nuestro epicentro, que puede ser el Templo, nuestras casas, nuestro corazón; desde donde salimos y regresamos a diario; ahí donde acontece aquello que da consistencia a nuestra vida, ahí es donde se entreteje el amor y desde donde resolvemos los problemas más grandes, y curamos las heridas por graves que sean.

 

¿Sabes que hace una loba herida para sanarse? Se esconde de la manada y lame sus heridas. Una vez sana, regresa a la manada, porque entiende su responsabilidad de guiar, de cuidar. La loba muere o se deja morir cuando entiende que ya no tiene la capacidad de guiar y de cuidar. Igual pasa con el lobo alfa: cuida, guía. Siempre avanza a lugares seguros para ejercer fielmente su tarea. Igual ha de pasar con nosotros. Sólo debemos irnos a un lugar seguro, a la casa o al Templo para aliviarnos y sanarnos.

 

Les habrá pasado muchas veces que no quieren que sus hijos los vean llorar para que no sepan de sus limitaciones. Dado que, no pueden perder la condición de guías. En esta misión, mostrar debilidad puede indicar que no estamos hábiles para cuidar de los demás. Por eso nos curamos, a veces lejos de todos. Como lobas heridas.

 

Los buenos pastores nunca merman en su ímpetu, aún en las debilidades del cuerpo. Nos pasa que cuando cuidamos de nuestros ancianos en su poca salud, descubrimos en ellos que siguen siendo el punto de referencia para nosotros. Aunque ya no hacen las cosas que hicieron con menos edad, quizás diez o veinte años atrás, siguen siendo nuestros guías, nos siguen cuidando desde el silencio de su propio dolor. Como es el caso de mi padre en su ancianidad. Esos son nuestros ancianos, y desde ellos, desde su corazón, se difunde la misma fragancia de Cristo, porque siguen siendo pastores.

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Somos puerta abierta

 

Hoy desde que se despertaron y se pusieron de pie atravesaron muchas puertas. ¿Las han contado? Probablemente la misma puerta la hemos atravesado muchas veces. Así a lo largo de todo el día. Ya no digamos si salimos de casa y entramos al carro, y los percatamos de las puertas de la casa, de la Iglesia, del súper mercado… Muchas puertas, como claves importantes. Entonces, ¡qué nuestra vida también sea esa puerta en la que otros entren! Así como no estamos conscientes de las puertas que a estas horas del día hemos atravesado, también hemos perdido la memoria y no recordamos a cuántos les hemos cerrado las puertas, ¿verdad? En eso también hemos perdido la memoria.

 

Les invito a que en la docilidad del mismo Cristo seamos una puerta abierta. Abrir tus puertas de par en par a quien hoy tendrías que permitirle entrar a tu alma, a tu corazón, a tu memoria y te pueda guiar y cuidar. De repente te estás perdiendo la oportunidad de guiar y de cuidar, de ser como Cristo: el Pastor de otros que te necesitan.

 

De repente uno de entre nosotros diga: “sí, pero es que yo ya le había abierto las puertas a esa persona, pero no quiere entrar, lo he invitado y le he dicho hablemos, arreglemos esto o lo otro y no quiere”. Eso es recurrente en las relaciones humanas. A pesar de eso: ¡Deja las puertas abiertas! Más temprano que tarde reconocerán tu voz de pastor. Si la otra persona conoce tus sentimientos, con la excusa que sea, tímidamente llegará un día a ti, porque el amor siempre encuentra su camino. No cierres las puertas.

 

Pidamos al Señor que nos conceda la capacidad de mantener nuestras puertas abiertas, así como la de nuestras casas…   Demasiados necesitan ser cuidados, ser guiados.  Nuestra casa es el punto de referencia y quizás no lo sabíamos. Ahora que lo sabemos, dejemos que otros entren en nuestras casas.  Dejemos las puertas de nuestra alma abiertas, de par en par… muéstralo con tu sonrisa, con tu manera de presentarte delante de los demás, para que esta gracia se derrame en ti y en tu casa.

 

¡Que seas tú y tu casa ese lugar desde donde se difunde ampliamente la fragancia de Cristo! ¡Amén!

 


jueves, 17 de agosto de 2023

La Gracia de Dios

 


La gracia de Dios


El ósculo de la paz es el gesto fraterno, 

el gesto de la comunicación del amor.



Por: Gvillermo Delgado OP

Homilía del 25 de abril del 2023.

Transcripción literal de: Lorena Natareno.


 

Los vecinos de Galilea al mirar a Jesús hacer milagros se preguntaban entre sí: ¿De dónde le viene a éste tal poder? ¿Con qué autoridad lo hace? En nuestra tradición decimos que esto es “fruto de la Gracia”. La Gracia de Dios estaba con Él. Él crecía en Gracia y Sabiduría.

 

La sabiduría es la capacidad de añadir conocimiento a partir de la experiencia del ensayo y el error.  Desde los golpes que nos vamos dando, la sabiduría crece. Con lo que aprendemos a saber decidir, saber alejarnos, saber estar, saber hablar, saber callar… ¡esto es la sabiduría humana!

 

El plus de la Gracia

 

La Gracia es otro nivel. Es el plus que nos va elevando, que va transfigurando esta sabiduría en algo diferente. Tú puedes tener mucha experiencia, mucha sabiduría para integrar experiencias; para aconsejarte a ti mismo o para aconsejar a los demás, pero no siempre tienes el plus de la Gracia.

 

Hay muchos entre nosotros que enlistan consejos o recetarios para vivir bien en tres puntos, cinco puntos. Pero nunca son suficientes, si quien da el consejo o quien lo recibe no tienen la Gracia. El consejo en sí mismo no basta. ¿Cómo comprender esto?

 

Si sigo los cinco pasos que me dan para vivir, pero no me resulta nada de lo que pretendo alcanzar: a lo mejor me sale un cangrejo o acabo haciendo rarezas.

 

¿Qué es lo que me falta entonces? Díganlo… díganlo… ¡la Gracia! ¿Y, cómo se adquiere la Gracia? Con frecuencia afirmamos que somos unos “desgraciados”. Lo decimos en el sentido de que no tenemos gracia alguna, en nada. Y se nota.

 

En el Bautismo se nos infunde o regala la Gracia. La Gracia es lo primero que recibimos del bautismo. Hay aquí una condición particular por la cual no solo crecemos: comiendo, estudiando, aprendiendo, cuidándonos o dejándonos cuidar; sino que crecemos con la Gracia de Dios. La misión de los padrinos del bautismo y de los papás del niño es cuidar esa Gracia, para que esa condición original en que hemos introducido nuestra vida individual en la vida de la comunidad se mantenga. Por eso los Sacramentos en los que posteriormente se nos pide participar: La penitencia, la Eucaristía… es para mantener viva y actuante esta Gracia en nosotros.

 

Esta es una capacidad extraordinaria que no depende de nosotros. Esta capacidad es al mismo tiempo un poder que Dios nos da en la justa medida, de acuerdo con lo que cada uno va cultivando. Por eso, para recibir la Gracia requerimos ausencia de pecado. Así Dios interviene en cada uno y la Gracia tiene efecto en ti. En este punto tiene sentido la pregunta que muchos hacen: - “Mire Padre, ¿y si no me he confesado, yo puedo comulgar?”

 

¿Cuántos comulgan sin confesarse? Supongo que la mayoría: ¿O no? Que es lo mismo, cuántos andamos en situación de pecado, aun así, accedemos a la condición de lo sagrado o al menos nos atrevemos a participar de lo divino.

 

Los efectos de la gracia


La pregunta sigue en pie: ¿se vale o no se vale? ¿puedo o no comulgar? Echen agua limpia en un trasto sucio ¿qué ocurre? El agua permanece limpia, sólo se enrarece en el trasto. El trasto no permite que el agua permanezca limpia por estar sucio. La Luz pura y santa alumbra el charco permaneciendo pura. Por tanto, si tú, por ejemplo, vienes y recibes los sacramentos estando en pecado, pues esa fuerza, ese poder de Dios no tiene el efecto en ti; qué sí tuviera si fueras un vaso limpio. Es cuestión de vida interior. El sacramento, como participación de lo sagrado, no tiene efecto en ti, si tú no tienes esa disposición interior.

 

Hay entre nosotros algunos que no se confiesan o no se han confesado nunca, tampoco participan de los Sacramentos como si no hubiesen sido bautizados. Así viven toda su vida. De ellos, otros afirman que, sólo vienen a la Iglesia chineados: de niños o casados, luego cargados al despedirse de este mundo con los pies fríos.

 

La Gracia se nos da para hacer uso de ella. Dios actúa en nosotros y a través de nosotros. Con la Gracia dejamos que Dios haga los milagros que Él ha hecho siempre. Para eso necesitamos esa Gracia que actúe en nosotros.

 

Quiero aludir de manera especial a las enseñanzas del apóstol San Pedro en su primera carta. (Las cartas de San Pedro tienen una connotación de mucha ternura, de hecho, a Juan Marcos lo trata como “mi hijo” o como hijito). Al escribir el Apóstol va recogiendo su experiencia, de cómo en él ha surtido efecto la Gracia, y cómo ese efecto es notorio en los milagros que él hizo; y dijo: “no es por mí, es por la fe que tengo en Cristo, por Su poder que está en mí. No soy yo”. Esa claridad le definió siempre, por eso se le llamó el pontífice (o sea, puente: instrumento para llegar a Dios).

 

La gracia en los humildes

 

Nadie será puente si la Gracia no está en él. Tampoco si no tiene la capacidad para resistir a la adversidad, como el León alado que simboliza al Evangelio de San Marcos. Recogemos un consejo que nos deja el Apóstol en el comienzo de esta carta, cuando dice: “Que, en su trato mutuo, la humildad esté siempre presente, pues Dios es enemigo de los soberbios y en cambio a los humildes les concede su Gracia”.

 

Si les pregunto: ¿ustedes quieren y necesitan la Gracia de Dios? Me imagino que la mayoría dirá que sí. Yo les diría a la manera de Pedro, “pues sean humildes”, bajen el listón, bajen ese garbo, bajen esa soberbia, y al hacerlo, lo que les quedará es la humildad.

 

La humildad queridos hermanos, consiste precisamente en reconocer los propios límites. Reconocer las debilidades. Pero no solamente reconocerlos y seguir siendo el mismo débil y limitado. Reconocer los propios límites es no ceder a aquellas cosas que contradicen la humildad. El soberbio es aquel que se cree y presume; y el pecado en él está precisamente en lo él que hace con lo que se cree y lo que presume.

 

¿Cómo tratas a los demás? A algunos les dan un poquito de poder y se marean. No saben los pobres qué hacer. Son unos pobres desgraciados que dan lástima; porque creen que tienen todo el poder olvidando que son gurús de paso. Al final de todo terminan, terminan siendo tan frágiles como los demás, eso que en cierto modo define la humildad. Tiene que ver con lo que el mismo Apóstol dice: “sean sobrios”.

 

La sobriedad es vivir sin mayores pretensiones. Si lo que tienes es fruto de tu trabajo y lo has conseguido no con el afán de tener por tener, ni ser en base a lo que tienes; sino en función de ser humilde, entonces has dado lugar a “ese algo especial”. Eso es reconocer los límites, dejando que la Gracia obre en ti o que Dios permita en ti hacer lo que Él haría si estuviera aquí en medio de nosotros.


Ahora Dios actúa en medio del pueblo a través de ti y a través de aquellos que les ha dado Su Gracia, Su Poder.

 

Esto es precisamente lo que el Apóstol nos aconseja en el capítulo cinco de esta carta, cuando habla de aquellos que viven en la Gracia. Ellos, no solamente tienen el poder de sanar, de aconsejar, de llevar la sabiduría a un nivel distinto, sino que al mismo tiempo tienen capacidad de buen trato, de buenas relaciones. Aquí están las palabras que él aconseja y que a mí siempre me han gustado, cuando dice: “salúdense los unos a los otros con el beso fraterno”. A eso se le llama también el ósculo de la Paz. Algunos lo llaman el “beso santo”.

 

El ósculo de la paz


¿Cómo se saludan ustedes? Con eso de la pandemia nos pusieron muchas restricciones y tan bonito que es saludarse de beso ¿verdad? El “ósculo de la paz” es el beso que transmite o comunica la ternura, la belleza del trato. En nuestra cultura es costumbre saludarnos con un beso en la mejilla. Algunos interpretan este modo de tratarnos y de mostrar nuestra ternura de un modo particular, especial.

 

No sé si ustedes tienen la costumbre de besar la frente. Es un modo de comunicar lo que quiero o que recibo. Yo siempre he interpretado ese beso como el ósculo de la paz, que es el gesto fraterno, el gesto de la comunicación del amor. Pero esto solamente se lo dan aquellos que saben que entre el tú y yo fluye un modo particular de ser. Pues San Pedro nos lo pide para toda la comunidad; o sea, para todos aquellos que han recibido la Gracia, a aquellos que han superado la soberbia, aquellos que con la Gracia del Señor saben que Él está actuando en ellos, pues en ellos ya hay un trato preferencial, un trato especial… en el ósculo de la Paz. Queridos hermanos, que la Gracia esté con ustedes: ¡Amén!

jueves, 6 de julio de 2023

Democracia y civilización







Democracia y civilización


 Con sólo que evolucionemos democráticamente en dirección de las mujeres, los esclavos y los extranjeros podríamos llamarnos mínimamente civilizados.


Por: Gvillermo Delgado OP


La democracia fui intuida en las sociedades griegas 2500 años atrás. Tuvo su apogeo en las ciudades-estados de Atenas y Esparta. Desde entonces se sigue definiendo por la participación política de los ciudadanos de una nación. Como una hablar bien de los seres civilizados. Aunque en la antigua Grecia se excluía a las mujeres, a los esclavos y a los extranjeros, aquella intuición está vigente.


En la ruta de los civilizados


Hoy: ¿Somos más civilizados o democráticos que entonces? No lo sé. Para declararnos abiertamente civilizados falta ganar terreno sobre la participación de las mujeres en la toma de decisiones reales, no como validación de lo hecho por los hombres a lo largo de los siglos, sino a partir de los usos y costumbres en que ellas nos han educado desde niños y encaminado en sabiduría para alcanzar la altura mínimamente requerida para ser humanos. También, para declararnos abiertamente civilizados nos falta ganar terreno sobre los esclavos, los que algunos llaman “las masas”, los manipulados sin pensamiento propio, los que trabajan para sobrevivir, los que nacen y mueren anónimamente como si fueran apátridas sin apellido y una herencia ancestral. Declararnos civilizados obliga ganar terreno sobre los extranjeros, esos que algunos definen como migrantes: los perseguidores de sueños, que mueren sobre la almohada de sus frustraciones. No digamos más. Con sólo que evolucionemos democráticamente en dirección de las mujeres, los esclavos y los extranjeros podríamos llamarnos mínimamente civilizados.


El gobierno de los principios


De ser cierta esta connotación histórica; entonces, a nosotros los civilizados y civilizadores de este siglo en marcha nos toca ejercer la noble misión humana de orientar el gobierno de los pueblos a partir de los principios fundamentales de la prudencia, la honestidad, la responsabilidad, la sabiduría, el consenso, el respeto, el bien común y la justicia.


Y ejercer el derecho democrático para elegir a quienes nos representan para gobernar nuestra ciudad: a los aptos o formados para esa digna tarea. O elegir a quienes a pesar de la academia han integrado en su carácter ético la sabiduría del buen vivir. No un carácter para vivir bien, porque eso puede apestar con el paso del tiempo, al retorcerse en las malas prácticas de la irresponsabilidad o de la corrupción, bajo premisas que finalmente sólo sirven para salvaguardar los intereses de unos pocos, o de las gremiales económicas que históricamente han ostentado poder a costa de lo que sea. No. Se trata del buen vivir, para convivir de acuerdo con lo que la naturaleza humana ha puesto en nuestra alma como herencia, y que se evidencia en los grandes principios universales y las normativas respectivas para hacerlos prevalecer, sin preferencias de género, sin discriminación racial o económica; sino con recta conciencia y principios fundamentales. Por eso elegir como nos toca ahora, no debe hacerse por quienes presumen una victoria, sino sobre quienes nos representan, aunque no canten victoria en la plaza pública. En esos casos habremos ganado en democracia y civilización.


Si para hablar de democracia nos remontamos al tiempo de los griegos de 2500 años atrás, para hablar de lo humano tendríamos que remontarnos a los tiempos ancestrales o primordiales desde donde hemos evolucionado milenariamente; por lo cual, ninguno de nosotros puede presumir que conoce su edad, porque la suya es la edad de sus ancestros y en consecuencia del largo camino de la humanidad del cual ahora somos su manifestación presente.


En clara conciencia de que un día seremos antepasados para otras generaciones que están por surgir de nosotros, de no hacer bien las cosas o no trazar debidamente la diferencia al respecto, como seres evolucionados, engrosaremos la masa de los seres anónimos, perdidos en las antípodas de la memoria.

jueves, 22 de junio de 2023