Viendo "Posts antiguos"

CAMINO A LA PASCUA DEL SEÑOR


Caminando con la mirada en la Pascua del Señor

- ¿Para donde va la procesión?- ¡Mira, quiénes van en el cortejo! - ¡Sí! - Es que viene el Cristo del Amor de Santo Domingo!

La procesión es expresión pública de la fe de los creyentes. El paso del Cristo del Amor por las calles principales de la ciudad sólo es indicación que al final del camino hay algo grandioso, que la muerte no es el destino último de este pueblo. Por eso, este es tiempo de gracia en la cuaresma da significado y color a los creyentes. Entusiasma interiormente. Quema nuestras ansias. Induce al espíritu a buscar comprender "ese algo" misterioso que se deja venir tras el calor, y la luz de estos días. Es movernos a la Pascua del Señor.

Acompañar al Señor en esta hora es tener la mirada puesta en la gran Victoria de la Vida. Hacia allá es donde va todo cortejo procesional. Donde coincidimos.

Pareciera que los caminos no llegan a ninguna parte, van y vienen al mismo tiempo. No siempre son lo mismo: depende, se vamos o venimos. Pero mientras vamos y venimos crecemos, decidimos, construimos y amamos. Eso es procesionar.

Los verdaderos caminantes saben a dónde van y de donde vienen. Conocen cual es el sueño del que despertaron y el fin al que, humana-y-divinamente, están determinados. Pero, ay, de aquel caminante, que va y viene y solo haya insatisfacciones en su ruta. Se parece a una oropéndola, a una palmera, que para subsistir debe alimentarse, depredar. Crece hacia lo alto o hunde sus raíces, busca una dirección o vuela alto, pero por la tarde cae rendido de vivir.

Lo propio de los hombres de camino, de las mujeres direccionadas, es buscar la altura y orientarse por el horizonte que les otorga sentido. Tienen razones por qué vivir. Se preguntan continuamente delante de quienes aman o con quienes caminan ¿cómo ser mejores y más felices? y hallan respuestas con más o menos satisfacción, en ellos mismos. Ese es el sentido de la vida. Lo que genera alegría, gozo. Lo que nos hace ser gente de amor, por consiguiente felices.

Quienes son felices saben dar y recibir amor, porque crecen hacia lo alto, conocen su dirección, se reconocen asi mismos en las personas con quienes andan. Hacen camino.

El canino de los cristianos se recrea entre el Alfa y la Omega, vive la vida en el tiempo de Dios. Se anticipa a lo eterno. Por eso el cristiano se alimenta del Pan de la Vida, y de la Sangre de la salvación. ¿Qué mejor sentido para el hombre, qué mejor camino para una mujer? Quien así camina y pone su pie junto al Cristo del Amor, se hace Cristo de amor. Apúntate a esa procesión.

No olvides que la espiritualidad cristiana como camino perfecciona la imagen humana a la manera divina, crea identidad y otorga el regalo de la salud interior y exterior, nos hace parlantes de Dios o prisma por donde pasa la Luz de Cristo para embellecer al mundo.

Por: Fray Guillermo D.
sábado, 5 de abril de 2014

EL COLOR DE LA VIDA



Aquienes generan
colores de paz y esperanza,
y se hacen en la predilección el mejor de los colores.

Los colores sin la luz no existen. Se necesita de luz para que surjan. 
El color no tiene valor propio. Sólo vale cuando brilla delante de lo otro.

Cuando lo evidente es lo menos evidente, digamos cuando no se hace ciencia con el sentido común, la persona se sumerge en el mar de la ceguera.  

El ciego, digamos por el ciego de nacimiento (Jn 9), no ve los colores aunque él mismo sí es visto. Por eso, el ciego puede volver a ver. En cambio aquellos que viendo han caído en la ceguedad, y permanecen en el estado de la ceguera interior, en ellos el color es imperceptible, tienen el mal enquistado en el alma como indicación de muerte. En ese caso es casi imposible volver a ver, a no ser que acepten la luz; pero tendrían que aborrecer primero la costra de la iniquidad que los envuelve en la que han profundizado su propia vida.

Eso pasa cuando no respetamos lo que merece ser respetado, cuando no seguimos los principios de la justicia en situaciones de injusticia, cuando somos insensibles al drama del sufrimiento humano. Y a veces cómplices de otros males.

La ceguera moral y espiritual, de aquellos, en la práctica les transforma hasta el cuerpo físico. Ceguera que les hace andar curvados, opinar no acorde a la realidad, y lo peor es que se sienten movidos al laberinto del atrevimiento de intentar gobernar la vida propia y ajena. ¡Y, vaya de qué modos! Estos son tan severos, unos beodos, que matan hasta la vida. Basta con leer sus comentarios ( en el f ), sus juicios ( en el t ), o saber de su reputación.

Han olvidado, o quizá también son sordos sin memoria, que Jesucristo es la luz. Luz con la que se reconocen los colores de la vida, y se accede a la felicidad, como color de identidad.

Pretendo decir que, necesitamos pintar el mundo de esperanza. Que la gente, ciega o no, vean que ese color anda por las calles. Que la gente se entere que el color de la felicidad cruza las calles. Que ese brillo sea el brío de nuestra presencia, el color que le falta a los parques de este pueblo.

Jesús, el Dios vivo, nos permite encontrar los colores esenciales, esos que se ven con el corazón. Sin esa luz iremos por la vida como Diógenes, el sínico, con la lámpara encendida en pleno día buscando al verdadero ser humano.

Yo, simplemente deseo, que los colores requeridos para este pueblo estén significados en cada uno de nosotros para que los otros vean que Jesús es la luz del mundo.

A este mundo le urgen hombres y mujeres que pinten de color la vida.


Ahí está el rojo, el verde, el azul, todos los colores. El blanco de la paz, el azul de la patria, el verde de esperanza, el rojo del amor, el verde-montaña de la alegría, los amarillos de la amabilidad, la transparencia del agua, el negro de la belleza, el celeste de la amabilidad, el rosado de la ternura, el violeta del misterio...

Mostremos todos los colores a los niños que empiezan a ver. Ellos, también quieren tener como signo de identidad el color de la felicidad.

Los colores no existen sin la luz. Jesús es la luz, nosotros los colores que le dan brío al mundo.

Por: Gvillermo Delgado
Foto: jgda y Ricardo Guardado.
lunes, 31 de marzo de 2014

LOS PÁJAROS



Los pájaros se sostienen sobre el aire
por sus dos alas
con canto propio
mientras llegan a la rama del otro árbol.

Yo, sólo puedo dar fe de su canto,
desde aquí adentro,
de estos muros sin alas.

Ellos, los pájaros,
llevan música en el corazón:
son trompetistas y saxofonistas,
pianistas y cantores: 
directores de orquesta.

Despiertan al viento del sur
obligando a los taciturnos ocotales
a danzar desvergonzados
luciendo ufanos sus ropas en verdes.

Después...
ellos, los pájaros,
se callan
y juegan con insectos fugaces
como meteoritos inesperados,
y acariciándose por debajo de sus alas,
sin decir nada,
se envuelven con la noche
hasta el próximo día.

Ellos, los pájaros,
me sostienen
en el filo de sus ojos
en el vértigo de sus alas,
en la noche de equilibrios,
cuando duermen,
cuando sueñan,
cuando vuelan.

¡Nosotros los pájaros!


Por: Gvillermo Delgado
Foto: prestada
lunes, 24 de marzo de 2014

LOS POBRES


Al decir pobres,
hablo de los que mueren
con la misma ofrenda
que tuvieron al nacer,
de los que tienen
maíz por piel
y al sol por color.

Hablo de los que en su vientre,
pasó, pasó
el río caudaloso
de los días.

Los que
con las manos apretadas
se agarran de la inercia
de la gravedad.

Esos que antes que el sol caliente
y con sus instrumentos pequeñitos
hacen inmortal al canto
que más tarde escriben
los pájaros vagabundos
para su magisterio.

Los que con pies de soportes
abren nuevos rumbos
que llegan al final
y más allá de la meta.

Los pobres escriben lo que nadie leerá,
cantan por puro gusto
cuando van por el camino
y le ponen color a los segundos.

Ya que nadie sabe de ellos.
Se convierten con los días
en mito, leyendas,
y en los antepasados-difuntos.

Mientras viven 
son anhelo por llegar lejos,
como los bejucos.

¿O serán sombra de palos grandes,
los dioses que empujan
los carruajes de nubes sin agua
que dan color a la montaña
y enseñan a balbucear
a los recién nacidos?

Los pobres están en la forma
de las piedras,
en el azul de la distancia...

De ellos nadie sabrá,
más que
gritaron
entre la multitud
que manifestaba
frente al palacio nacional
en noviembre pasado
pidiendo más abono
al gobierno.

Por:  De Gvillermo Delgado OP

Foto: Mimita Aragón.

Atisbos de fe

Ahora,
me recreas
  l e n t a m e n t e,
         le n t a m e n t e,
l e n  t a  m e n  t e.

Flor silvestre

Cuando pasé tempranito
en la mañana, por la vereda,
rumbo a la montaña
sentí en la piel desnuda la mirada de alguien.
Cuando volví a la Casa,
era mediodía,
una alegría como bomba de fiesta patronal estalló muy dentro de mí...
Entonces supe que ella,
esa flor silvestre,
me había visto pasar.
Ya de tarde, casi de noche,
cuando te digo estas cosas.


Por: fr. Gvillermo Delgado
Foto: jgda (amanecer en chipok)

domingo, 23 de marzo de 2014

Nuestra Señora de la Soledad


Unidos a la Pasión del Señor

En este tiempo intenso de reflexión que nos mueve con acento especial a los días santos del Triduo Pascual, hacemos una enorme pausa para contemplar y acompañar al varón de dolores (Is 53, 3) y a la vez príncipe de paz (Is 9,6). Unidos a ese camino de pasión, nos encontramos con la Madre, Dolorosa, La Virgen. Como muestra de la gran solidaridad divina con el drama del sufrimiento humano.

Durante la cuaresma constatamos el modo en que Dios sufre apasionadamente nuestras penas, como sólo Dios puede serlo. Le contemplamos en el rostro de la ternura femenina de la Madre, sobre todo en la soledad y el sufrimiento. Como señales de cómo a pesar del dolor la persona humana siempre encuentra un sentido a su vida.

Contemplemos a Nuestra Señora de la soledad quien al pie de la Cruz, presiente en su alma aquella luz que se irradiará en la creación entera. Vemos a la Mujer de palabra, que dialoga con Dios, y asume las consecuencias de sus promesas. Abrazada por el amor divino, paradójicamente es atravesada por la espada del sufrimiento y a la vez por la gracia que la mueve al gozo, la alegría, y la luz.

Identifiquémonos con ella. No perdamos de vista nunca que la Cruz del Hijo es señal anticipada de la victoria. El vencido que finalmente vence, se convierte en la Luz que ilumina. Por eso, la madre del Señor nunca se apartó de la Cruz. Intuyó en su alma que aquello no terminaba en la desnudez del hijo martirizado, sino en el revestimiento de la nueva condición que devuelve con la resurrección la dignidad que misteriosamente emerge de la penumbra del llanto.

Así, nuestra Señora es indicación de que lo propio de quien es iluminada es iluminar al mismo tiempo. Ella, la que dio a luz se viste de luz (Ap 12,1). Con lo cual nos reafirma las palabras del Maestro cuando dijo que somos luz del mundo (Mt 5, 14).

Aunque se impongan las tinieblas y la inmensa soledad, la luz tiene más poder ya que viene de lo alto y de las profundidades del alma. Es que Dios está con nosotros.

Madre de la luz, llévanos a él

Por: Gvillermo Delgado O.P.
Foto: Carlos Ortíz

sábado, 1 de marzo de 2014

El sentido de la vida

¿Cómo ser mejores y más felices?
Los verdaderos caminantes saben a dónde van y de donde vienen. Conocen cual es el sueño del que despertaron y el fin al que, humana-y-divinamente, están determinados. Pero, ay, de aquel caminante, que va y viene y solo haya insatisfacciones en su ruta. Se parece a una oropéndola, a una palmera, que para subsistir debe alimentarse, depredar. Crece hacia lo alto o hunde sus raíces, busca una dirección o vuela alto, pero por la tarde cae rendido de vivir.
Lo propio de los hombres de camino, de las mujeres direccionadas, es buscar la altura y orientarse por el horizonte que les otorga sentido. Tienen razones por qué vivir. Se preguntan continuamente delante de quienes aman o con quienes caminan ¿cómo ser mejores y más felices? y hallan respuestas con más o menos satisfacción. Eso es lo que aquí llamamos el sentido de la vida. Lo que les genera alegría, gozo. Se hacen gente de amor. Hacen la felicidad.

Quienes son felices saben dar y recibir amor, porque crecen hacia lo alto, conocen su dirección, se reconocen así mismos en las personas con quienes andan. Hacen camino.
Por: Gvillermo Delgado
Foto: jgda
miércoles, 19 de febrero de 2014

El Sol que nace de lo alto




Es el Sol que penetra con su luz hasta lo más profundo y secreto
Las grandes preguntas humanas, en el marco de lo religioso, nos están arrinconando frente a un muro ciego. ¿Para dónde agarrar con nuestra fe, con nuestra humanidad?

A veces apelamos a "la esperanza" y decimos: menos mal que en lo oscuro siempre queda la penumbra como señal ambigua de que ahí está la luz. Con esa intuición entendemos la oposición entre el mundo de la cultura puramente humana y puramente religiosa, donde o sólo se cree en lo humano o solo se cree en Dios. A la postre, la chispa de la luz puede prevalecer al ponerle atención a la humanidad como realidad cósmica y social, que queramos o no desvela más que huellas de lo divino. No existe "cosa" separada. A no ser que nos percatemos que somos "otra cosa" fuera de lo eminentemente humano.

En lo humano, describimos la verdad de lo humano y la verdad de Dios. Con lo cual afirmamos que las verdades sobre Dios son al mismo tiempo aciertos sobre lo humano; y, las verdades sobre lo humano son al mismo tiempo aciertos sobre Dios. Es la mejor manera de comprender el misterio de la encarnación del Verbo. Es el Sol que penetra con su luz hasta lo más profundo y secreto. Quien iluminando el rostro de su madre, ilumina cada cosa, cada acontecimiento, a la persona en toda su realidad, en su marcha.  Como el sol a la luna, hace de su madre a la Mujer vestida de sol (Ap 12, 1).
Esa transfiguración debida a  su condición de gracia, y como indicación del camino que mueve a lo divino; permite responder a las preguntas fundamentales, esas que primero son iluminadas en su rostro al mirar al Hijo. Sin embargo, no quiere decir que ella sea la respuesta, sino la transparencia que nos permite mirar. Al sol no lo podemos ver de frente, necesitamos el reflejo que nos haga acceder a él. Como la luna al sol, así es ella, para nosotros. Mientras acontece la real esperanza, de encontrarnos cara a cara con el sol de la justicia (Mal 4,20) y lo veamos tal cual es.

Por: Fr. Gvillermo Delgado
Fotos: varias
viernes, 24 de enero de 2014

La Palabra Eterna

Con la Madre compartimos la condición de ser criaturas, creados por Dios. En ella la humanidad entera ha sido asumida por Dios porque ha dado lugar a la Palabra Eterna.  
 Ella es como el vientre de la humanidad donde lo divino ha construido su casa, y se ha quedado para habitar y abrazar a la creación entera.  

Quiere decir que Dios habita en los más íntimo y profundo, y en lo más externo y visible de la persona. Con lo cual, lo humano es imagen de lo Divino,  porque ahí se hace alter (el otro yo). Más allá de lo puramente "humano", y más allá de la pura interioridad. Porque Dios está en la casa interior donde intimamos con él para hacernos fuertes. Dios está en la exterioridad, puesto en el camino: avanza en la misma calle donde tú y yo buscamos trascendernos.
Esa cercanía de Dios sería imposible aceptarla y comprenderla sin la aceptación y comprensión de la presencia de Dios en el corazón de nuestras culturas y nuestros sueños. El lenguaje y la condición femenina de la Madre visibiliza lo que el Papa León Magno, decía: "Jesús fue tan humano, como sólo Dios puede serlo"

  • Por: Fr. Gvillermo Delgado
  • Foto: jgda 
jueves, 23 de enero de 2014

La ignorancia




Por: Gvillermo Delgado
Fotos: Varias


La ignorancia es presunción contradictoria  que permite pensar que lo sabemos todo. Inmoviliza las ideas y las acciones hacia la recta conciencia. La ignorancia es ceguera, atrevimiento. 


Santo Tomás de Aquino pensaba que la ignorancia es un defecto con el que nacemos, pero al igual que la oscuridad se disipa con la luz de la sabiduría. La sabiduría es la cualidad natural de la persona despierta. Y la persona despierta es persona de esperanza. 


Según Aristóteles, el Filósofo, la esperanza es el sueño de los hombres despiertos (Aristóteles). Entonces, si la ignorancia es un defecto, la esperanza es un dulce efecto. Gracias a que "siempre vamos de menos a más", en búsqueda de lo perfecto. Gracias a que estamos en marcha hacia lo que llamamos la realización

viernes, 10 de enero de 2014