El mal que se hace a una sola persona afecta a
la humanidad entera. El mayor afectado de toda maldad será siempre quien
la provocó. Cuando ese efecto te alcance no quedará otro camino que
reconciliarse con el ofendido. El mal que un día hiciste en solitario, no lo
podrás reparar sin amor y sin el auxilio de otros. Si bien es cierto que nunca
llegarás a diluir el mal que hiciste, sin embargo, el amor puede hacer
misteriosamente la reparación que tú no puedes hacer por sí mismo (sólo crear
las condiciones desde la convicción interior). Los pensadores decían que la
vida feliz embellece a la persona. Se embellece quien hace el bien. Dios cuando
creó la flor quiso hacerse visible en ella. Al crear al ser humano instituyó una
relación permanente de amor. Eso quiere decir que una sola relación de amor es
suficiente para afectar positivamente a la humanidad entera. Una persona que ama a otra, en ella, ama a toda la humanidad. La mujer al convertirse en madre no lo es sólo de su hijo, sino de todo lo humano, en cualquier niño mira a su propio hijo. De ahí nacen los valores y dignidad, que no es otra cosa que el reconocimiento del mismo Dios en la persona.
Por: Fr. Gvillermo Delgado O.P.
Foto: jgda
Sin Comentarios
¿Qué piensas de esta reflexión? Dame tu opinión.