¡Abrázate desde
lo íntimo y profundo! Quiero decir, busca tiempos prolongados de silencio. No
temas a la soledad. Apaga tu teléfono, desconéctate de los satélites que te
tienen inundado de palabras e imágenes difusas. No tienes que ir muy lejos, el
silencio lo encuentras de camino en el bus, en tu habitación o en el parque de
tu ciudad donde todos se mueven con la prisa de su vaivén.
Apaga también
esas voces inútiles que amplificaste erróneamente cerca de tu corazón. ¡Aléjate
de la gente ruidosa! Ellas no ayudan a la salud del alma. No temas tomar
distancia de ellas. Sólo así habrás liberado tu espíritu de toda atadura
innecesaria.
En el silencio
habla a tu alma haciendo eco de cada una de estas palabras:
«No te aferres más a lo que no es tuyo». «¡Es la hora de amarte a ti mismo!». «Desprende-te del todo como la rama del tronco». «Deja que el río arrollador de la ternura te arrastre al inmenso y acantilado Mar (A-mar)».Esto te puede parecer egoísta o extraño ¡pero no debe serlo! Eso es "amarse así mismo". ¿Sabes? ¡Sólo sí te amas a ti mismo darás lugar al Gran Amor! ¡Antes no! Así, al salir de tu soledad silenciosa mirarás de otras maneras, y atenderás las palabras como música agradable. El ruido se convertirá en la sensación de armonía humana (aunque no lo sea para las demás personas). Entonces, sin mucho esfuerzo estarás amando-te, y amando todas las cosas.
No olvides que vinimos
a este mundo únicamente a una cosa: para amarnos. «Lo demás», como dijo el Maestro:«vendrá por
añadidura».
Por. Guillermo Delgado OP
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