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LA IDENTIDAD Y EL SER AUTÉNTICO


Varias maneras de ser
Cada vez que te posas delante de un espejo descubres que dentro de ti mismo hay varias maneras de ser, además, que esos modos de ser están determinados por las circunstancias que te obligan a actuar de uno u otro modo. Por lo cual, miras lo que en ese momento necesitas ver.

Eso pasa porque la naturaleza a veces opaca la posibilidad de aclarar a ciencia cierta lo que somos realmente, lo que queremos, y cuál es nuestro destino. Más allá de las puras satisfacciones humano-biológicas, que deben ser satisfechas a cada instante.

Sin embargo, la misteriosa naturaleza humana, es la fuerza motriz que nos mueve a que busquemos y que realicemos en el tiempo las diversas cosas del universo que habitamos. Considerando que ese universo está en las demás personas, por eso, interesa mucho saber que piensan las personas de ti. Ya que “la otra persona” da los contenidos a tu existencia, ahí te fundas.

La identidad primera
Por eso, el espejo debe dejarnos claro que hay una identidad que es la primera, que prevalece por encima de todas las demás, incluso por encima de aquello que buscamos con decisión, porque creemos que es lo que necesitamos en un momento dado. Esa identidad es la que da sentido a toda la vida.

La identidad primera la encontramos en el sentido. El sentido nos da las razones principales del ¿por qué existir? ¿por qué estoy aquí? Es la respuesta a la pregunta ¿Cómo vivir la existencia con vigor y afecto en los buenos o malos momentos?

El ser auténtico
Por consiguiente, la identidad define a la persona como auténtica, ya que aborda sin miedo los temas relacionados con las limitaciones o satisfacciones, las frustraciones o las alegrías, por ejemplo: ¿Qué es la muerte? La persona sabe que no camina hacia la muerte, sino que la muerte la lleva puesta, vive con ella, muere con ella en el tiempo que le toca vivir. La muerte es la única certeza del futuro, ya que aclara la existencia presente, determina todo "proyecto". Igual podrías pensar de la felicidad o de los sueños puestos en la cúspide de nuestras búsquedas.

De ese modo, el sentido es vivir el futuro de manera anticipada. Es afirmar, que el presente es el futuro que siempre quisiste, y a la vez, no apartar la mirada del futuro que anhelas, de tu proyecto, que perfeccionará tu existencia, aquí y ahora. Esto es el ser auténtico.

El sentido es el por qué, y el cómo asumir la vida, el coraje para encarar la muerte, a “las realidades límite”, y al mismo tiempo como avanzar con la mirada puesta en mayores realizaciones.

Por eso, todos debemos saber, hasta por obligación humana, cuál es esa identidad primera, la que da sentido a toda la existencia, porque permite vivirla de manera auténtica; más aún, para actuar con claridad a la hora de tomar cualquier decisión, y perseverar en tal acción.

Con todo, la identidad te define como un ser presente, auténtico, con un programa siempre por realizar, porque eres y a la vez tienes un proyecto, con enormes posibilidades de “ser más”.

De Gvillermo Delgado OP
Arte: [en línea]


miércoles, 16 de agosto de 2017

LA ESPERANZA HUMANA


LA ESPERANZA HUMANA

Guillermo Delgado OP

La frustración pone al descubierto lo susceptible que es la persona a todos los males y a todos los bienes.

Nunca la felicidad se extraña tanto como en los momentos del infortunio, que desatan los nudos del sufrimiento en el muro sin salida de la frustración. Cuando se expone la dura realidad, la felicidad se echa de menos.

Paradójicamente, en los días felices, la libertad se define como la posibilidad de abrirse al mal, lejos de toda conciencia; hasta que esta empieza a morder y a despedazar lo más sensible del alma.


La persona acongojada por sus propios males intenta de todo.  Baja a su propio infierno a traer las flores del consuelo. Angustiada reza a dioses inexistentes y es golpeada con sus propias palabras.

Convertido en reo de sí mismo, ¿quién puede salvar lo humano? Demasiado lejos suena aquella canción de la banda Scorpions, de los 90:

«Listening to the wind of change… The future in the air… Blowing with the wind of change».


¿Qué esperar?

Hay que partir de “un lugar presente”, y esforzarse para que el futuro no implique sólo una espera confiada. 

Este lugar presente sólo puede serlo la persona humana: ella es el terreno fértil desde dónde toda religión, toda ética, todo el arte, todo el pasado y toda realización adquiere vitalidad.


La persona es el “sueño verdadero” que se realiza en la comunión, porque se asume así mismo y asume a los demás. Realiza su sueño en la imagen del otro, como su otro yo, y en el universo de todo lo creado. Pero eso no es todo.

La esperanza es la realización del sueño humano por haberse posesionado en otra imagen distinta a la suya con quien le gusta medir su propia estatura, o sea la divina. De ese modo la esperanza ya no es puro acontecimiento de un sueño, sino “realización”. Ya que delante de esa otra imagen, distinta de la suya, la persona descubre  su propia belleza, a pesar de las frustraciones de su mundo.

La esperanza libera a la persona de su indigencia, haciendo habitable su entorno inmediato. Aristóteles definió la esperanza como "el sueño de los hombres despiertos".

La esperanza es el lugar del nacimiento y del alma que está en el porvenir, siempre mayor, hacia donde está referida. Aunque parezca contradictorio, también la esperanza acontece en el presente consciente. Ya que la esperanza eleva lo humano hacia la altura de sí mismo, desde su propia raíz, siempre misteriosa.

La persona de esperanza vive en el aquí y ahora cada fragmento de su futuro.  La esperanza es realización presente y a la vez por llegar. Con justicia, la esperanza se reanima a cada instante, en la angustia, en lo trivial, permitiendo que la persona se reconstruya siempre en algo nuevo; gracias a aquella Imagen Mayor hacia donde está dirigido su corazón.

Asumida la esperanza en el aquí y ahora, al llegar la tribulación como la alegría, sitúan lo humano en la profundo y lo más alto. Sabiendo que entre la frustración y los anhelos está la razón del tiempo que pasa y del espacio que habita. No en el vacío sino en la espera confiada de algo mayor. Lo mejor siempre está por manifestarse.

Foto: jgda
miércoles, 9 de agosto de 2017

Un Haz de Luz

Como un haz de luz
que se desprende de su fuente
es la vida mía.

Con la única diferencia
que la luz difuminada
no regresa nunca a su fuente,
se diluye en el camino del infinito,
o en el fondo de la duda. 

La vida mía, en cambio,
al igual que la  tuya,
sí retorna a su fuente.

 Y es certeza. 

De José G. Delgado OP
Foto: jgda
martes, 1 de agosto de 2017

AMAR AL PRÓJIMO



Nadie existe sin estar referido a algo o a alguien


Por: Gvillermo Delgado, OP
Foto: jgda



Existe en un dileme infranqueable en el ser humano que consiste en el anhelo de una persona adulta por volver a ser como niño y la de un niño por llegar a ser como un adulto. 


La explicación que cada quien se hace con este realidad frustrante tiene que ver con que nada puede ser saciado de una vez para siempre. Trantándose de como se define cada quien, teambién, es facil saber que el fundamento de sí mismo se aparece en el modo en que las otras personas nos ven y nos asumen y al mismo tiempo en el modo como en que uno mismo se mira y afronta la vida. 


Eso explica en parte que, añorar lo otro (o a la otra persona) es reafirmar lo propio. Porque nadie existe sin estar referido a a alguien o a algo y al mismo tiempo, ninguno puede estar referido a alguien si antes no está referido así sí mismo o a su propio interior.


O sea que, nadie puede llegar a ser alguien sino es a partir del otro. Yo soy yo, porque tú eres tú. Tú eres mi fundamento. Tú me perfeccionas.


De ese modo, y sólo después de ello, el yo desciende a su fuente interior para saciar su propia sed. Luego la persona se eleva para dar de su agua a otros sedientos. Porque del mismo modo como yo me fundo en ti, tú te fundas en mí.

Amar al prójimo es amarse así mismo. No hay cosa más grande que encontrar a Dios en ese intercambio, ya que estando tan dentro cómo tan fuera del alma, ha de ser la razón de la búsqueda. No existe otro modo de acceso a Dios que no sea por lo ya conocido, ni una añoranza más grande que beber de su agua, que sacie la sed de eternidad.

Mientras camines en este mundo necesitarás ser como niño sin dejar de ser adulto y ser adulto sin dejar de ser como niño. Seguramente, un día comprenderás que lo que realmente buscabas no era otra cosa que ser prójimo de Dios.

El afán de la búsqueda define los privilegios de cada quien. De tal modo que, siendo niño o adulto nadie quiere abandonar la condición presente, sino añadir aquello que aumente la admiración de sí mismo.



jueves, 27 de julio de 2017

ORAR ES DIALOGAR CON DIOS



  1. Orar no es rezar, ni sólo pedir. Rezar es como repetir palabras: oraciones hechas o formuladas. Y pedir salud, bendiciones, etcétera, puede ser de los aspectos más pobres de la oración.
  2. Orar es dialogar, lo cual supone escuchar, y para ello hace falta silencio y tiempo para dárselo de manera exclusiva a quien uno ama.
  3. El silencio para oír. Crear silencio es el principio de toda oración y de toda sabiduría. Eso es ya una forma de orar. Hay que buscar un ambiente adecuado, apagar la tele, apagar los teléfonos, no sólo dejarlos en vibrador; no dejar nada pendiente por hacer.
  4. Dejarse guiar en la oración. En algunos casos alguien debe dirigir este momento, para que nos ayude a sentir la presencia de Dios. En otros casos es mejor estar totalmente en solitario: por ejemplo, en la Capilla del Santísimo de un templo.
  5. Encuentrar una postura cómoda y adecuada. Para estar inmóviles por unos minutos. Cerrar los ojos y estar en quietud, sin mover las manos ni los pies. No temas incluso dormirte. Cuando niño me quedaba dormido rezando el rosario. Mi Madre siempre toleró ese comportamiento porque sabía que mis últimas palabras y pensamientos antes de dormirme eran hacia Dios.
  6. Quietud física y mental. Busca una postura relajada: sentado, de rodilla, inclusive caminando. Eso es, alistarse  para escuchar. No hacer otra cosa. Ponte en actitud presente. Intenta no preocuparte por el pasado o por lo que hay que hacer más adelante. Debes estar presente de alma y cuerpo. Tú, entero.
  7. Escuchar los ruidos lejanos. Comienza por escuchar los ruidos que vienen del ambiente de la calle, la gente que pasa, el aire. Pero no te entretengas en ello.
  8. Escuchar los ruidos cercanos. Escucha los ruidos más cercanos, por ejemplo, los de la habitación, el respirar de quien está a tu lado o los impulsos del aire que golpean las ramas del árbol.
  9. Oír los latidos del corazón. Escucha tu cuerpo. Considera las emociones y las sensaciones internas y externas: el calor al sentarte, los dedos, el movimiento de tu respiración. Escucha los latidos de tu corazón.
  10. Escucha el silencio de tu alma. La conciencia es Tu yo más personal, por tanto, es posarte desnudo frente a tu alma ¿Qué dices de ti mismo? Así por unos minutos. Siente tu alma y habítala como tu propia casa.
  11. Descansar en el amor.  ¡Por fin, haz llegado al momento más sublime de la oración para descasar en el amor puro! Habla con el Padre, con tu Señor; puesto en sus manos o dentro de su corazón, déjate arropar por él, sostenerte por él. Es un momento privilegiado, por ser tiempo de encuentro con el amado.
  12. Dialogar. Si haces oración con otras personas, hay que invitarles a compartir “lo escuchado” o dialogado. Así darás paz y recibirás paz. Ya están orando y viviendo en oración.

Por: Gvillermo Delgado, OP
Foto: jgda

martes, 25 de julio de 2017

El Abandono



Escrito para Dafne
¿Qué es el abandono?

1. El "abandono existencial" es el sentimiento de pérdida de aquello que no hemos poseído nunca. También es la aceptación de un vínculo profundo de “algo más”, que con frecuencia sólo puede hacerse comprensible en lo más leve y cercano de lo cotidiano del día o de la noche.

2. En otras circunstancias llamamos letargo al abandono, en tanto estado anímico que subiste después de leer un libro de filosofía, o al regresar de un largo viaje. Es la sensación extraña que el alma retiene mientras el conocimiento se desinhibe (esto me pasa cuando me obliga la premura de saber).

3. El abandono en esta fase de la existencia mueve a la inseguridad, al no saber enfrentar el futuro incierto por sí mismo. Es el gran desconsuelo del niño ante la ausencia de su madre o la tristeza del amante por la partida del amor de su vida. Se parece a la condición de viudez que podría acabar con una persona, pero que se restablece con el tiempo, porque el abandono, en estos términos, no mata, sólo es un estado temporal del alma, como es la lluvia para las plantaciones del campesino. 

4. Por lo mismo, sólo hay que esperar que el sentimiento se asiente, como el atardecer al escampar la tormenta. Eso es. El asunto es saber esperar, soportar, aguantar "ese sentimiento terrible" que "oprime al corazón". La certeza sin igual consiste en que eso "pasará", y que no puede quedar retenido, oprimiendo al corazón. ¡Otras tormentas vendrán! pero deja que sean sobre otros territorios de tu alma. Sobre nuevos sueños.


¿Qué debemos entender por abandono?

1. Un atardecer, una sonata de Mozart, los olores del bosque entre los pinos, los caminos en tiempos de invierno, el trinar de los pájaros en la mañana o los grillos en la noche de verano, son indicios de un "rumor" lejano y profundo del alma. Por el cual, "sentimos" que estamos reverentemente "obligados" a ser encontrados, por ese algo o alguien. Obligados, también, a ir en su búsqueda. Aunque no sepamos dónde ir o qué esperar.

2. Lo propio del abandono es la espera de algo (alguien) o su búsqueda en una dirección definida y una meta de la que nunca puede la mirada apartarse. En ese sentido, el temor se define de otra manera, que empieza por dirigir la mirada en el horizonte hacia donde está inclinado espíritu y tus grandes anhelos. Cuando llegas a este punto, ya han desaparecido aquellas personas o situaciones que en el pasado fueron tus opresores, como pequeños demonios que bailaban en el patio limpio de tu mente.

3. El abandono es en cierto modo, ese "temor" de reverencia y admiración que se activa en la soledad silenciosa cuando el amor empieza a "manifestarse" de un modo no acostumbrado. Entonces, las palabras sobran, porque todo el universo se convierte en la palabra que “expresa” lo que el alma no puede ni siquiera balbucear.

¿Qué debemos esperar del abandono?

1. Cuando eso ocurre, la naturaleza y sus mutaciones se convierten en la expresión de lo que puede estar pasando dentro; porque somos uno con el universo. En esos días sabemos que estamos "orientados" a fundirnos en la unidad de un ser superior. De ahí que, el abandono se convierte en esa fuerza motora que nos capacita para "buscar", aquello que nos unifica; que en cierto modo se nos aparece en las personas y en todas las cosas que decimos amar.

2. Paradójicamente, sólo en el amor somos capaces o incapaces de entender esto. Ya que el amor es el alma universal que abraza a la persona desde fuera y lo inunda desde su profundidad.

3. Del abandono lo sabemos todo y al mismo tiempo no sabemos nada, pues, hay verdades que el alma conoce, pero no pueden ser expresadas con palabras, porque está anclado en la "esperanza" que da las "razones" del para qué vivir la vida. Y eso no explica con palabras sino con la vida misma.

4. O sea que, lo que el alma anhela, no lo sabremos nunca en su totalidad, a no ser que nos encaminemos a la unidad en el amor. Si avanzamos paso a paso a ese encuentro, seremos reconocidos como lo que somos. Pero sólo será posible mando a otros, amándonos a nosotros mismos, como lo hace el atleta cuando se equipa para su competencia y gana en salud y entusiasmo. 

5. En este momento interior de encuentro, decimos: “yo me abandono en ti”, “confío ciegamente en ti”, “sólo en ti espero”; tanto, como yo mismo confío y espero en mi.

Lo propio del abandono

1. Por fin hemos definido el abandono como encontrarnos cara a cara: saber que tú eres yo y que yo soy tú: que somos “nosotros”. Somos uno. Somos el amor.

2. Mientras vivamos en este mundo sólo el amor nos definirá, porque sólo él nos unifica en lo que anhelamos. El amor es la razón por el cual vivimos y existimos en este mundo. Lo demás está demás, porque nos quita fuerzas en lugar de darnos. La mejor manera de considerar lo que  vale, es la "calidad". Nos permite avanzar, ser más... 

De Gvillermo Delgado OP
Foto: Hun-ahpu.

sábado, 24 de junio de 2017

re-Imaginar la Identidad

Las identidades se construyen y reimaginan desde las propias culturas, los sujetos culturales y la realidad social de cambios.
En la diversidad, cada grupo cultural se representa desde sus narraciones ancestrales míticas. Los pueblos de Guatemala, como es el caso de Rabinal, conservan en su memoria histórica una identidad que les otorga sentido.
El baile-drama Rabinal Achí, y sus personajes, define y re-define la identidad geográfica de sus habitantes en la cotidianidad y en las practicas rituales conmemorativas, con lo cual resuelven el sentido de sus vidas y sus necesidades básicas, aún en los momentos álgidos como fueron los tiempos del enfrentamiento armado interno que tanto afectó a este municipio, o explican las permanentes movilizaciones que les define como pueblo migrante y toda la vida cotidiana.

Por: Gvillermo Delgado, OP
Foto: Carlos Grave
martes, 13 de junio de 2017

Amor Imponente

Imponente
en medio de la profunda noche,
así es el Amor.
Es Luz,
no claridad.

La Verdad,
no posibilidad.
Es el movimiento,
no la inercia.
El espacio en el tiempo,
no la casualidad.
El alma expandida,
no la noche breve.
La hora del encuentro,
no la búsqueda.
Lo Eterno que abraza.
Quien vino para quedarse.
Por: Guillermo Delgado, OP
Foto: jgda
martes, 16 de mayo de 2017

Nuestra Señora del Rosario en Fátima

En las distintas apariciones en Fátima, María es identificada como “Señora del cielo” y por su Inmaculado Corazón. Con estas referencias queda explicitada su maternidad y virginidad.

Es, pues, la Madre-Virgen, Nuestra Señora del Rosario.

Esas alusiones definen el prototipo de lo humano íntegro, así salido de las manos del Creador. 

Simboliza la vida en su estado de inmortalidad y nacimiento no contaminado por el tener y ser tenido. 

Ella es el ofrecimiento como flor a punto de abrirse, como fragancia a punto de expandirse por el aire fresco, como la idea buena que se hace palabra y acción.

Ello es la Virgen. Virginidad no estéril sino fecunda. Apertura que hace surgir nuevas realidades.

Por eso es Virgen-Madre, novia y esposa a la vez. Es la creación santa delante del misterio absoluto, posibilidad de nuestro futuro y la razón última de nuestra existencia.

La madre no sólo da a luz al Hijo sino que ejerce tal condición con todos los hijos de la humanidad. Al modo de Abrahán ella es “la madre de todos” por quien Dios nos bendice y hace fecundos (Gn 12, 1-4; 1, 26-28).

De Guillermo Delgado OP
Foto: jgda
lunes, 8 de mayo de 2017

Tiempo de Gracia

La espiritualidad mariana es prisma de lo femenino, por el cual la creación entera es revitalizada, inclusive más allá del cristianismo. Tal fuerza espiritual es dinamizadora de la búsqueda del equilibrio y la justicia, de la realización de lo humano y de la experiencia de lo divino. Al parecer, asistimos a una época de gracia y de encuentro con lo trascendente, en donde “la misericordia y la verdad se han encontrado, la justicia y la paz se han besado” (Sal 85,10). María, la Virgen Madre, es además punto de referencia, como Espejo de la justicia, Trono de sabiduría, Vaso espiritual, Casa de oro, Arca de la Alianza, y Consuelo de los afligidos… (Letanías luaretanas).

Extrañamente esta espiritualidad se ha universalizado desde las diversas experiencias sobre Dios; en algunos casos en expresiones no necesariamente religiosas, pero que finalmente lo refieren sin explicitarlo. Esto explica el surgimiento de diversos movimientos sociales que buscan reivindicar derechos, mostrando, así, las enormes fortalezas de lo femenino en el mundo.

Estamos convencidos de que tal evento histórico no es fruto de la casualidad sino consecuencia del devenir histórico, por el cual buscamos consumar lo esencial de lo humano en quien es el principio y el fin de cuanto existe (Ap 22,13). Como bien sabemos, tal potencialidad no descansa sólo en las posibilidades de la libertad humana.

En esta época de cambios, la persona se re-interpreta a partir de las relaciones con los demás como imagen de Dios. Lo hace con el símbolo más decisivo de la Santa Madre, la Virgen María. Porque ella representa la humanidad; pues al aceptar la palabra del Padre, con limpio corazón y “dar a luz a su Hijo, preparó el nacimiento de la Iglesia… tomó como hijos a todos los hombres, nacidos a la vida sobrenatural” (Prefacio a la Santísima Virgen María). Tal suceso e intercambio de amor tiene lugar en el actuar continuo de Dios en todos los tiempos y lugares de la vida, hasta que él vuelva.

Con justa razón la admiración que la Santa Madre provoca en la comunidad de los creyentes tiene que ver con el reconocimiento de lo mejor que de sí mismos hacen los hermanos, haciendo de ese reconocimiento el camino hacia lo más querido.

De Guillermo Delgado, OP
Fotos: jgda. Virgen del Rosario (Caleruega, España).
miércoles, 12 de abril de 2017