Yo y Tú Hechos y Palabras martes, 16 de marzo de 2021 Sin Comentarios

 



Yo y Tú

Por: Guillermo Delgado OP

 

Al nacer traemos trazos, como mapa interior, que dibujan los caminos por donde transitar sin la ayuda de nadie. Tal itinerario no puede ser entendido sino caminándolo, poniendo límites, estableciendo distancias, y definiendo metas.

 

En cuanto nacemos crecemos en todos los sentidos. A penas avanzamos por la vida, se impone una angustia incómoda de tener que mirar hacia las demás personas, seguir instrucciones y obedecer.

 

Es el momento en que nos descubrimos como “necesitados”.

 

Esa incómoda sensación también nos descubre otro estado natural: la rebeldía, de no querer necesitar de nada ni de nadie. Entonces, se ilumina desde la propia alma la individualidad como concepto mental, que nos acompañará el resto de la vida.

 

Digamos que la individualidad flota de aguas profundas, que emerge espontáneamente y exige imponerse por encima de todo pensamiento.

 

La adversidad de la individualidad da origen a una consigna con gérmenes primarios de sobrevivencia, que dice: yo versus tú. Ese egoísmo ensanchado será la propia sombra que no podremos sobrepasar por más que queramos, no al menos mientras caminemos bajo el sol de este universo.

 

Lo que nos queda es validar la libertad a prueba de voluntad, delante de las personas que amamos o que no.

 

O sea que, despertar al sueño de la vida nos obliga comprender la “condición misteriosa” de lo individual y la necesidad de las relaciones humanas.

 

Entendemos que junto al diseño de origen existe una caja de herramientas que tendremos que aprender a usar, más allá de todo egoísmo y más acá del puro amor.

 

Desde tiempos ancestrales los maestros de la moral y la religión nos hablaron de guiar el comportamiento hacia el equilibrio de las virtudes, sin las cuales no sería jamás factible la felicidad y la buena vida. Pero la felicidad no tiene un lugar, una meta, ni es una realidad determinada de una vez y para siempre. Sino que ella es el paraíso siempre habitado mientras la vida acontece.

 

La felicidad es lo verdadero. Lo conquistado. Partir de las propias disposiciones interiores, donde está el poder, el amor y el dominio propio, del que le habló San Pablo a Timoteo (2 Tm 1, 7). Cuyo alcance definitivo jamás será posible sin el auxilio de aquellos que nos aman. 


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