Viendo "Posts antiguos"

ENGAÑO

 




 

Engaño


Por: Gvillermo Delgado OP


Al poco tiempo de nacer nos apresuramos en hablar, leer, caminar; con el fin de relacionarnos y realizar nuestros sueños. Corrimos veloces, al punto de inventar el tren y el avión: llegando lejos y volando alto. Al mismo tiempo aprendimos, con ceño fruncido, que la distancia no se alcanza, nunca. El norte permanece inmóvil en el mismo lugar.


Con escasa suerte, un día nos fuimos a la escuela. Avanzamos en conocimientos y en realizaciones breves. Sin conocer, apenas, la verdad de todas las cosas. Porque la realidad de las cosas se oculta en leyes invisibles. Y aunque, sentimos el viento, tal como dijo Jesús refiriéndose al Espíritu, no sabemos de donde viene ni a donde va.




Un día cualquiera como hoy, frente a la encrucijada de la vida, nos hallamos tomando decisiones determinantes. Entonces, nos descubrimos desnudos. Vacíos en el alma. Vulnerables. A riesgo de ser vulnerados y asistidos por dioses extraños y por la alabanza de sus adeptos. Confundidos nos ponemos en sus manos. Hasta la hora en que, al desvelarse la realidad, vemos esfumarse a esos genios como ángeles caídos. Incautos, clamamos justicia, por nuestro engaño. Mientras los secuaces celebran con sarcasmo en sus libaciones honrando a dioses mustios.




Entonces, debido al propio engaño, ascendemos desde la verdad inconsciente, descubriéndonos ambiguos en la fe y derrotados por nosotros mismos.


¿Valió la pena aprender la vida en la prisa de hablar, leer, caminar y la escuela? Al parecer no, porque nunca pudimos con el engaño. En cambio, gracias a ello, un día supimos de los jazmines aromáticos del alba, de la frescura cuaresmal del incienso. Aprendimos a expeler la belleza originaria que sin saberlo estaba creciendo con nosotros desde el tallo. 

jueves, 22 de mayo de 2025

La multitud de los santos

 





La multitud de los santos



Por Guillermo Delgado OP

 

En la diversidad de las imágenes de los santos y mártires miramos el triunfo de la iglesia glorificada. Ellos “Los que están vestidos con vestiduras blancas” (Ap 7,13), son los que han triunfado y se sobrepusieron a las tribulaciones. Quienes “han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la Sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, le sirven día y noche en su templo” (Ap 7, 14); ellos han sido glorificados junto al Dios Altísimo.


Así vemos al sin fin de santos que la Iglesia nos ha legado para nuestros tiempos. Cada uno de nosotros se identifica de un modo particular con alguno de ellos. Muchos de nosotros incluso llevamos sus nombres. Como yo, que fui bautizado como José en honor al Patriarca San José, y consagrado como fraile, bajo el amparo y el testimonio de Santa María Magdalena, de Santo Domingo de Guzmán, de Santo Tomás de Aquino, de Santa Catalina de Siena, de San Martín de Porres y tantos otros santos dominicos.


Aquel que resplandeció en el monte Tabor es el mismo que trasluce en el alma y el testimonio de quienes le siguieron hasta dar su vida como él. Por eso el testimonio de los santos nos conmueven desde la profundidad de nuestras almas, al punto de querer imitarles, y como ellos dejar un legado para las nuevas generaciones.



En la tradición cristiana se describen dos tipos de bautismo. Ambos tienen que ver con asimilarse a Cristo. Desde los orígenes del cristianismo se hablaba del bautismo de sangre, aludiendo a las palabras del Señor cuando dijo: “El cáliz que yo he de beber, lo beberán ustedes, y con el bautismo con que yo he de ser bautizado, serán bautizados ustedes” (Mc 10, 38-39). Jesús se refería a ofrecer nuestra vida como él la ofreció en la vida terrena y desde la Cruz, o sea en los extremos del amor y el martirio.


También en la tradición cristiana hablamos del “bautismo de deseo” y de agua (San Fulgencio), con el objeto de parecernos al mismo Cristo. Más que cristianos nosotros somos y debemos ser “otro Cristo”. A esto refiere el bautismo de agua: a morir con él y resucitar con él. Pues responde a las palabras que Jesús dirigió a Nicodemo, cuando dijo: “En verdad, en verdad te digo que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Jn 3, 5).



Estas son las marcas o señales de los cristianos: de quienes nos alimentamos del Pan y del Cáliz del Señor. Estos los estigmas de quienes nos iluminamos con el resplandor del resucitado. Por eso llevamos en nuestro cuerpo las mismas llagas y los sufrimientos del Señor que nos hacen soportables las enfermedades y sufrimientos de este mundo, tal como lo expresó San Pablo en su tiempo, cuando escribió a la comunidad de los Colosenses: “Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo” (Col 1, 24).


Nosotros los bautizados, somos "uno solo" unidos a la vida de los santos que ya han sido glorificados; pues como ellos, también somos iluminados mientras peregrinamos en este mundo, como la Iglesia del Señor. En nosotros se cumplen las palabras del viejo Simeón cuando vio al niño recién nacido y dijo: nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por caminos de paz (Lc, 1, 78 -79).



En esta mañana de resurrección, vemos aparecer a ese “sol que nace de lo alto”. Él es nuestra luz, el camino para no extraviarnos mientras avanzamos por este mundo, muchas veces en “sombras de muerte”. Él es “el camino, la verdad, y la vida” (Jn 14, 6) para que la fuerza de la maldad no entorpezca la rectitud de nuestras conciencias. Él es la “luz del mundo”, el “cordero degollado”, en cuyo libro hemos sido inscritos desde la fundación del mundo (Cf. Ap 13, 8). El mismo lo dijo mientras estaba con nosotros: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8, 12).


Ante tal evento, Dios nos ha demostrado que “camina con nosotros” y nos guía como lo hacía con el pueblo liberado de la esclavitud, por el desierto (Sal 68,7); batalla en nuestro favor, porque “habita entre nosotros” (Jn 1, 14). Con lo cual “hemos visto su gloria”, tanto como Santiago y Juan en el monte tabor. Ante tal acontecimiento no nos queda más que confirmar nuestra fe, ya que en él está asegurada nuestra redención. Así y sólo así nuestra vida presente encuentra su sentido y da razones de la esperanza futura.


He ahí, la multitud de los Santos, he ahí el Sol que nace de lo Alto, Jesucristo el Señor, el que venció la muerte, el Resucitado.





sábado, 19 de abril de 2025

Belleza ética

 



La belleza ética

 

Por Guillermo Delgado OP

 

La salud integral está determinada por la ética y la moral. El rastro que deja una mala acción es el pesar, que daña lo más invisible e interior. Es peso que se refleja en lo más visible y exterior. Es lo que nos enferma y arrastra.


El pensamiento determina la acción. La acción se eleva al entendimiento para mayor satisfacción. Cuando esta ecuación se combina el resultado es la salud.



Cuidar la vida interior, digo cuidar los pensamientos, los sentimientos, la conciencia formada, la voluntad, el espíritu de búsquedas y todo aquello desde donde nos expresamos visiblemente es apostar por la belleza moral.


La imponente presencia de los maestros del espíritu como Jesús y quienes han ofrecido su vida por amor, trazan para estos días la dirección que a veces nos falta. Sobre todo, en dirección de la belleza.



Cuidar la vida moral y ética en estos tiempos es una cosa urgente y necesaria. Pues, se requieren de referentes que, como los maestros de otros tiempos, modelen la belleza. Sobre todo para quienes se asoman por nuestra vida o simplemente caminan cotidianamente a nuestro lado. Por ejemplo ¿cómo modelar la belleza para las generaciones jóvenes?




Los jóvenes buscan ávidamente la belleza en el mundo, esa sed les apremia. Pues, tienen sed de eternidad. Buscando la belleza corren a velocidades virtuales, achican los tiempos y los espacios y no siempre saben si la encontraron o no; porque, así como llegaron buscándola por un clic, así mismo se vacían del encantamiento que su hallazgo les contrajo. Quizás esto sea el síndrome del desencanto. Donde, el resultado es el reproche de sí mismos. Con lo cual, la misma búsqueda los reinicia una y otra vez de modo infinito. Sumando desencantos, quedan en deuda con sigo mismos en cada intento.


Para esas búsquedas en los tiempos que corren: ¿Qué te parece si nos posamos en la belleza ética como referentes para los niños y jóvenes, ya sea para quienes se sienten  extraviados del camino o para quienes no estén extraviados pero avanzan por sus vidas conturbados buscando razones para vivir ya y ahora mismo la felicidad?

jueves, 17 de abril de 2025

El tiempo presente

 


El tiempo presente

 

Por: Guillermo Delgado OP

 

Si respiras conscientemente notarás que dejas entrar y salir el tiempo presente a tu interior a través del aire que respiras. Con el aire conectas el exterior con el interior.


El presente es el único “lugar” real que puede ser habitado. Añorar un mundo feliz desde lo que un día fuiste o lo que puedes llegar a ser, en cierto modo son pasiones inútiles. La añoranza y los anhelos son mejores al mirarse desde la experiencia y los deseos más altos en que un proyecto de vida se construye.


Lo que un día fuiste (aunque enlistes muchas cosas buenas del pasado) y lo que puedes llegar a ser (aunque hayan nobles ideales) estos nunca serán suficientes. Porque lo suficiente está en el suave respirar del tiempo presente. En el ahora mismo. Jesús decía: que no nos preocupemos por el mañana, cada día tiene bastante con su propio afán (Mt, 6, 34).


Para vivir la vida cotidiana con espiritualidad y sentido, estamos obligados a vivir “una cosa a la vez”. Desde luego que, dejaríamos de ser racionales y responsables si no consideráramos la historia personal y no proyectáramos la vida hacia un futuro; sin embargo, tales cosas jamás tienen valor ni realidad si ahora mismo no somos conscientes del presente que vivimos.


Cuantas veces hemos oído decir. “me gustaría repetir el pasado”, “jamás volvería al pasado”, o: un día me gustaría ser importante o tener tal o cual cosa. Pero extrañamente no siempre oímos decir: me gusta el momento presente.


El presente define la vida, por eso define lo eterno. Lo eterno es el presente sin pausas. Ahí hallamos al amor, la paz. Ahí hallamos a Dios. Aquel que es lo suficiente. Lo que necesitamos y nos basta.

viernes, 11 de abril de 2025

Perdonar con el alma

 


Perdonar con el alma

 

Por: Guillermo Delgado OP

Fotografía: de camino a Santa María Cahabón.

 

Solo si amas eres capaz de perdonar. Quien ha pasado por el bache infranqueable que deja el pecado (el pecado como una traición al amor), y ha perdonado o ha sido perdonado, adquiere para sí la autoridad moral del amor y el poder de reconstruir cualquier relación en ruinas.


“La misericordia es el nombre de Dios” (Papa Francisco). Que es lo mismo perdonar con el corazón. Por eso, en Dios es posible superar todo pecado, por grave que sea. ¿Cómo?: Amando al pecador y aborreciendo el pecado. En este caso el resultado no puede ser otro que la transformación total, como el tránsito de la semilla enterrada que luego se ilumina germinando. Ser perdonado es avanzar en la luz del amor.


Esto es, en pocas palabras, lo que Jesús nos cuanta acerca de quién es Dios en la parábola del Padre amoroso, tradicionalmente conocida como del hijo pródigo (Lc 15,11-32). Y cómo nosotros, sus criaturas, somos imagen suya.




¿Es posible perdonar y olvidar? Olvidar: ¡Claro que no! Perdonar ¡Claro que sí!, porque perdonar es superar la situación de pecado; aunque persista la memoria en retener los hechos sin olvidarlos.


 “A golpe dado, no hay quite”. Pero no hay golpe que no pueda ser sanado. ¿Cómo?: Recibiendo nuevamente a quien estaba extraviado y ha vuelto a casa. Acogiéndolo con el abrazo del alma. Así quien perdona es referente de la imagen de Dios y quien es perdonado asegura para sí mismo la semejanza del Altísimo a modo de una fuerza que de ahí en adelante le irá trasformando en alguien totalmente nuevo.


En consecuencia, no hay modo de hacer efectivo el perdón si este no se da con amor. Así la conversión acontece en quien pide perdón y en quien lo da. Y de un modo más pleno en quien perdona. De ahí la grandeza de Dios, y la autoridad de la persona que perdona. Quien perdona, también, sabe reprender, reprender por amor.

lunes, 10 de marzo de 2025

Alma encantada

 


Alma encantada


Por: Gvillermo Delgado OP

Fotografía: Manzano en flor, del jardín de la Casa Santo Domingo Cobán.


El alma encantada de los bosques tiene mucho que ver con la música de quienes lo habitan. La noche da paso a otro día en el momento en que esas voces se atenúan en la tibieza de la luz y el canto de los pájaros, que exaltados buscan atraer a sus hembras. En Francia e Inglaterra medieval tal realidad se asociaba con el amor como tiempo para el romance.


Según una tradición, cimentada en el segundo siglo de nuestra era, el emperador Claudio II prohibió el matrimonio a los jóvenes, como garantía de mayor eficacia en el servicio militar. Los jóvenes solteros son mejores soldados que los casados. San Valentín, desafió al emperador celebrando matrimonios en secreto. Por lo cual fue arrestado, encarcelado y ejecutado un 14 de febrero del año 270.


Del canto de las aves a la rebeldía de san Valentín, comprendemos la tendencia humana que pasa necesariamente por el amor.


El amor es la mejor expresión del alma que asegura y realiza todo aquello que una persona se propone. Todo es posible y nada sin ello. 


Irrumpir en el amor, como las aves en la mañana, es propio de quien augura desde sí, tiempos mejores. Tiempos mejores, que sin el halo de la "rebeldía" serian imposibles. (Rebeldía entendida como aceptar y sacar provecho de los cambios imprescindibles de la naturaleza social, e incluso promoverlos).


¡Qué cada uno haga memoria de sus propios vuelos contra la gravedad, que le han permitido, desde su propio paraíso interior, cultivar relaciones con el fin de vislumbrar el mejor de los mundos posibles y en consecuencia ofrecerlo y habitarlo en el amor!

domingo, 9 de febrero de 2025

Diez propósitos para un año

 


Diez propósitos para un año

 

La felicidad está en el umbral de tu casa. Déjala entrar.


 

Por: Guillermo Delgado OP

 

La felicidad es una tarea que no llega sola, se hace venir. Nada es posible sin las fuerzas profundas del interior. La felicidad está en el umbral de tu casa. Déjala entrar.

En seguida te propongo 10 propósitos posibles para la felicidad. Un año puede ser tiempo suficiente para que estos te sustenten el alma.

 

1.Creer lo que sueñas. La creencia se abraza con la fe. Convencerte de lo que crees es permitirte surgir desde tus raíces más profundas, como semilla que despierta y se manifiesta en una planta visible que crece y se desarrolla. No puedes sólo creer sin soñar, ni soñar sin creer.

 

2. Ama lo que eres. Con el cristianismo aprendimos que el amor a las otras personas es reflejo del amor propio de la persona que ama; y este es a su vez muestra del gran amor de Dios. ¡Claro! Eso obliga amar lo que uno es. Amar la propia condición humana: mi color de piel, mi condición familiar, mi propia historia. Lo que soy es el equipaje que me aliviana para ser ahora mismo y para avanzar en cualquier dirección con un horizonte preciso.

 

3. Amar a aquellos con quienes convives. Hemos sido creados para amar, para relacionarnos. Del amor venimos y ahí volvemos, siempre. El amor es el único lugar seguro. El amor es el lugar privilegiado y habitado por las personas con quienes convivimos, aunque en la cotidianidad de la vida no siempre expresen todo el amor esperado. Cada uno tiene a esas personas de apellidos e historias similares. A esas hay que amar siempre. Porque ahí comienza todo y ahí se vuelve siempre. Cuando todo se reduce a los más íntimo y personal, siempre tenemos a las personas que amamos y nos aman.

 

4. Buscar espacios de silencio y soledad. Si quieres oír y seguir la voz profunda de las verdades del alma, debes cuidar y crear espacios de silencio y soledad. A veces esos espacios están habitados de personas prudentes, ancianos que pueden ser nuestros padres, abuelos o vecinos; también pueden ser lugares como los templos, las montañas; la propia habitación o esos espacios personales con fragancia y música al gusto. Ahí donde la verdad se impone y se quiere. Esos lugares te convierten en aquello fresco y amable que llevas consigo ahí donde vas o estés. Los demás lo notarán. Verán en ti a un ser misterioso. Lo misterioso viene de la soledad y el silencio. Todos queremos amar lo misterioso y a la vez hacerlo nuestro. Dale lugar a lo misterioso en ti. Luego me cuentas.

 

5. Haz ejercicios físicos. El ejercicio físico es el primer paso para la meditación que unida a las buenas vibras, te hacen fuerte desde la actividad cerebral. De esa combinación proceden, en gran parte, la salud física, emocional, intelectual y espiritual.

 

5. Buscar la salud espiritual. Al decir equilibrio pensamos en la balanza que sostiene dos fuerzas contrarias. Referirnos a la salud espiritual es convivir con todas las fuerzas del interior y del exterior, desde donde nos constituimos, somos y pertenecemos, y nos transformamos en personas con un sentido para vivir, o en personas que tienen razones (o por qués) definidos para vivir. Las personas espirituales llevan la vida con satisfacción, aun en lo difícil, por ejemplo, situaciones de salud, estados de imperfecciones físicas o emocionales o historias fatales. La salud espiritual levanta, orienta y en consecuencia define la calidad de vida que ahora mismo cada uno merece.

 

6. Lee y medita en el conocimiento humano y científico. Si sabes leer, lee. Nadie debiera presumir del conocimiento mínimo. Demasiadas cosas están dichas y explicadas por hombres y mujeres de ciencia, que no debiéramos desconocer. No te conformes con leer aquello que te imponen las redes sociales. Cuida de no caer en la superficialidad de “los contenidos” que te siegan y niegan la posibilidad de conocer la verdad de lo humano y del universo. Se dueño de tu propio destino. Decide tú mismo qué leer, en qué creer. Define la dirección de tu vida desde el conocimiento científico y humano, para no ser uno más en el montón, sino persona en la multitud. Ser el personaje que piensa y habla diferente.

 

7. Crea. Inventa un mundo nuevo. Que sea tu mundo. Antes se decía que hay tantos mundos como personas, porque cada uno creaba el suyo. Ahora no ocurre, porque unos pocos crean jerarquías de valores, modos de ser, preferencias sobre las cosas y las imponen. Por ejemplo, en las redes sociales. Muchos viven según las ocurrencias de otros. Es necesario que volvamos a crear el propio mundo, retomar la autonomía de la libertad. Crea, como el mismo Dios creó el mundo. Inventa tus propias palabras, haz arte. Diseña un universo para ti donde quepan todos aquellos que amas.

 

8. Cuidarse cuidando a los otros y al planeta. Cuidar es el mejor sinónimo del amor. Amar no es sólo un pensamiento, es una tarea. ¿De qué sirve la salud física, emocional y espiritual, sin que redunde en la salud de los otros? Sería una sombra maligna que enferma. Tu autoestima se mira en la planta que cuidas y en el tenue atardecer que entra por tu ventana. De tal modo que cuando contemplas un atardecer te contemplas a ti mismo y cuando cuidas a quienes amas respiras la paz profunda de la belleza.

 

9. Celebrar lo que eres y tienes. No añores nada que no sea aquello que ya tienes en tu ser profundo. Todo lo demás, incluso las personas, llegarán tarde o temprano a tu vida, incluso sin buscarlas. No vivas para las cosas. No vivas para el trabajo. Trabaja para vivir. Deja que las cosas te sirvan y se vayan cuando no las necesites. Suelta, libérate de lo innecesario. Vive con lo esencial. Entonces cada instante será para ti como celebrar lo que eres y lo que ya tienes.

 

10. Agradece en todo momento. Lo que ahora has llegado a ser se debe a lo que decidiste en el pasado. Eres aprendizaje. Agradece por lo que fuiste y por el momento presente. Favorece así todo aquello que sin saber vendrá a tu vida en trabajo, salud, relaciones y buenos tiempos. Celebra la vida. Motivos sobran. Un día te irás de este mundo y todo quedará. Si no agradeces y celebras con alegría un día serás olvidado como las cenizas de un árbol viejo.

martes, 7 de enero de 2025

OTRA NAVIDAD

 


Otra Navidad

 

Por: Gvillermo Delgado OP

 

Las serpientes mudan piel y los árboles sus hojas como indicios de que en la naturaleza todo cambia. Nada persiste sin cambios. Lo que persiste sin expresiones de cambios, desde las profundidades de las mismas leyes de la vida, envejece. Lo envejecido sin renovación morirá tarde o temprano sin ser tenido en cuenta para la posteridad. Solo aquello que envejece innovándose prevalece. Heráclito intuyó esta realidad al decir que: “Lo único que no cambia es que todo cambia”.


La naturaleza social muestra que todo se mueve en ciclos. Añado: En espiral ascendente. De tal modo que todo abre y cierra periodos permanentemente, sin que nada sea igual. Los cambios en espiral ascendente o hacia arriba, pueden evidenciar vejez, percepción del tiempo, caducidad de las cosas, pérdidas, realizaciones, frustraciones…; como indicación de que algo se ha perdido, pero nunca frustrarán la novedad, no aniquilarán la esperanza, al contrario, la fortalecen; aunque no siempre sea percibida por igual en todos los grupos sociales o por la condición individual de las personas.



Por lo mismo, la estupidez, como atentar a la recta razón, se manifiesta al realizar cambios para que no cambie nada, en ese caso el cambio se parece a la crueldad de quien se sienta voluntariamente en la silla de la pena de muerte.


La visión del mundo en que se cierne la vida en gran parte de la población (49% en Guatemala) se basa en la relación siembra y cosecha. Con lo cual abren y cierran los ciclos de vida, movilizándose en cada caso hacia “un futuro prometedor”. Los visos de que dodo ha cambiado sin estar conscientes son evidentes en la comida de navidad, al cantar: “llega navidad y yo sin ti”. Nada es igual para el ciclo que acaba; todo ha cambiado. Esa es la mejor manera de definir la esperanza en los tiempos de navidad, para que todo cambie.

sábado, 30 de noviembre de 2024