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LA VERDAD






 BUSCADORES DE LA VERDAD


Partimos de la duda, de la oscuridad, para llegar a la luz. 



Por: Gvillermo Delgado OP


Para los buscadores y esforzados siempre habrá grandes compensaciones. Gandhi decía que, nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo… un esfuerzo total es una victoria completa.

Quien busca descifrar los misterios de la vida espera pacientemente la llegada de la luz del entendimiento. La chispa por pequeña y efímera no será perceptible para quien se aparte de la oscuridad. No olvidemos, nunca, que, al aparecer la chispa, se sobrepondrá al abismo oscuro de la ignorancia.

Cuando las dudas mueven a las búsquedas lo más probable es que encontremos sorpresas, más allá de lo que inicialmente buscábamos. Eso es “madrugar a buscar la sabiduría”. Terminando por hallarla, contemplarla y amarla.

Todo conocimiento humano, si es honesto, termina por descubrir la verdad.




La verdad es poner al descubierto aquellas realidades que no están a la vista (que no por eso no existen). Descubrir la verdad es la tarea de quien la busca (que podría ser el científico). Para luego, exponerla con todo su esplendor, a quienes la ignoran. Exponerla para que brille desde el secreto en que la resguarda la naturaleza y las honduras de la conciencia.

Quienes buscamos la verdad, ponemos al descubierto los secretos de las leyes de la vida. Al mismo tiempo, ponemos al descubierto al creador de todas las cosas “visibles e invisibles”: Quien lo hizo todo y les otorgó las posibilidades de su desarrollo y perfeccionamiento.

Conocer la verdad de la naturaleza es conocer a Dios. En tal caso, toda ciencia es servidora de Dios. Gandhi, también decía: puedo ver a Dios si me consagro a la humanidad.

Por eso los científicos somos al mismo tiempo: antropólogos, médicos, juristas, físicos, ingenieros filósofos y teólogos. Definimos nuestros oficios, y les damos una identidad, le ponemos nombre a todo; así, en las cosas, reconocemos la grandeza de Dios. Sólo así sabemos realmente qué es lo humano y quien es Dios.




Lo nuestro no son ocurrencias vanas, infundadas, sino el fruto de la búsqueda de la verdad.

Partimos de la duda, de la oscuridad, para llegar a la luz. Ese es el punto en que ahora nos encontramos. Como personas iluminadas e iluminadoras.




Quienes buscamos y hallamos la verdad definimos para siempre muestro comportamiento y trabajo.

A eso refiere el escritor sagrado acerca de la sabiduría cuando dice: Fácilmente la contemplan los que la aman y la encuentran los que la buscan (Sabiduría 6,12).



En consecuencia, quien busca la sabiduría (o la verdad) termina por hallarla. Como quien busca el bien, no sólo lo hallará, sino que lo habitará.

Cuando un hombre descubre la verdad que buscaba y se ilumina por ella para ejercer sus tareas, vivir su vida moral y espiritual: ¿Qué más se le puede pedir?


miércoles, 18 de junio de 2025

El TRABAJO

 





El valor del trabajo



Por: Gvillermo Delgado OP


Nadie debe vivir para trabajar solamente. El trabajo dignifica, en su defecto esclaviza.


El trabajo dará múltiples satisfacciones, siempre. Si no las da, pregúntate: ¿Por qué?


Una probable respuesta a esa pregunta consiste en que te has fiado sólo de tus capacidades intelectuales y habilidades adquiridas. Si eso fuera verdad:

¿No crees que has dejado de lado a Dios, cuando en realidad él es el fin último de todas las búsquedas, que en cierto modo se esclarecen con el trabajo?




Dejando a Dios fuera de todo quehacer, sin quererlo excluyes a las personas que dices amar; para dar satisfacción de modo exclusivo a tus "necesidades"  personales. Tal cosa puede ser peligrosa, pues estarías atentando contra ti mismo.


Con lo cual: ¿En qué te diferencias de quien trama el mal para satisfacer "necesidades"?


Ni siquiera las aves del campo atentan al orden natural de las cosas, pues al cantar atraen a las otras aves, al tiempo que embellecen el campo y dan sosiego a nuestras almas.


A eso refiere Jesús cuando dice: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga (Mt 16, 24).


De tal modo que tu vida sea una ofrenda permanente, agradable a Dios, a las personas que amas y a la sociedad que sirves.




Bajo este criterio, el trabajo jamás será maldición ni esclavitud sino la bendición necesaria para que vivir una vida digna.


¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? (Ibid, 26).



martes, 10 de junio de 2025