Los prejuicios Hechos y Palabras jueves, 14 de noviembre de 2013 2 Comentarios

¿Qué llevas puesto, qué piensas, de dónde vienes, quiénes son tus parientes, qué amigos tienes? 
Los del pueblo presumen conocimiento de él. Pero lo hacen despectivamente. Lo han visto caminar y trabajar desde que era niño. Es un artesano, que echa punta junto a su padre y camina con su madre. Luego, lo identifican por su trabajo y por el lugar que habita. Lo hacen con expresiones despectivas. Como si fuera indigno tener un padre carpintero o una madre en el vecindario. El caso es no pronunciar su nombre, ni reconocer sus buenas acciones. Por eso se refieren a él diciendo “ese”, “este”. ¿No será envidia, odio, o esas cosas que nacen cuando vemos brillar belleza en quien tenemos delante? Para los ciegos, la belleza de la luz es obstáculo para ver que aquel joven es movido por el buen Espíritu, y no por la fuerza del mal, el Satán, como ellos ven por ser hijos de las tinieblas. Por eso tienen una visión parcial y prejuiciada. Con razón decía Albert Einstein: Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
El grado de conocimiento que tenemos de nosotros mismos determina lo que somos en la práctica, que se nota en la calidad de estima y de trato a las personas. Basta con mirar a las personas. Sospechar quien es, para condicionar mi modo y calidad de relación.
¿Qué llevas puesto, qué piensas, de dónde vienes, quiénes son tus parientes, qué amigos tienes? Date cuenta que eso será determinante para que te consideren y vean lo bueno que hay en ti; igual, tu, usarás esos mismos criterios para aproximarte y dejarte aproximar a las otras personas.
Es feo aceptar, que muchos acabamos siendo un eslabón más de esa cadena.
A pesar de todo, yo sí creo que es posible desintegrar un prejuicio. Aún, cuando signifique modificar las relaciones humanas, o perder a las personas para siempre. A veces quizá sea mejor. Como dijo el poeta, de mis tiempos de utopía: "amor mío tenemos que separarnos para que se salven los demás". Si asumimos acciones drásticas, más allá de victimización, diremos como el otro poeta: "me fui a la guerra,  pero nunca maté a nadie, y cada vez que disparaba siempre era yo quien salía herido". Démosle nombre a "ese", a "éste". Reverdecerá el desierto delante de tí.
  • Por: Gvillermo Delgado
  • Fotos:  Varias 
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2 Comentarios

María Riveiro 20 de noviembre de 2013, 7:30

Yo también creo que es posible desintegrar un prejuicio. Y es más... tratar de vivir sin prejuicios nos haría personas más felices, porque veríamos la calidad humana, y no lo que hay fuera.

María Antonieta Fausto Gordillo

Aunque nos cuesta vivir de esta manera, porque estamos acostumbrados o mal acostumbrados a este sistema de vida que nos imponen desde nuestros hogares, entre las familias, en la sociedad...

Para nosotros es un gran ideal vivir sin prejuicios...