Engaño
Por: Gvillermo
Delgado OP
Al poco tiempo de nacer nos apresuramos
en hablar, leer, caminar; con el fin de relacionarnos y realizar nuestros
sueños. Corrimos veloces, al punto de inventar el tren y el avión: llegando lejos
y volando alto. Al mismo tiempo aprendimos, con ceño fruncido, que la distancia
no se alcanza, nunca. El norte permanece inmóvil en el mismo lugar.
Con escasa suerte,
un día nos fuimos a la escuela. Avanzamos en conocimientos y en realizaciones
breves. Sin conocer, apenas, la verdad de todas las cosas. Porque la realidad de
las cosas se oculta en leyes invisibles. Y aunque, sentimos el viento, tal como
dijo Jesús refiriéndose al Espíritu, no sabemos de donde viene ni a donde va.
Un día cualquiera como
hoy, frente a la encrucijada de la vida, nos hallamos tomando decisiones
determinantes. Entonces, nos descubrimos desnudos. Vacíos en el alma. Vulnerables.
A riesgo de ser vulnerados y asistidos por dioses extraños y por la alabanza de
sus adeptos. Confundidos nos ponemos en sus manos. Hasta la hora en que, al
desvelarse la realidad, vemos esfumarse a esos genios como ángeles caídos. Incautos,
clamamos justicia, por nuestro engaño. Mientras los secuaces celebran con sarcasmo en sus libaciones honrando a dioses mustios.
Entonces, debido al
propio engaño, ascendemos desde la verdad inconsciente, descubriéndonos ambiguos
en la fe y derrotados por nosotros mismos.
¿Valió la pena aprender la vida en la prisa de hablar, leer, caminar y la escuela? Al parecer no, porque nunca pudimos con el engaño. En cambio, gracias a ello, un día supimos de los jazmines aromáticos del alba, de la frescura cuaresmal del incienso. Aprendimos a expeler la belleza originaria que sin saberlo estaba creciendo con nosotros desde el tallo.
La lectura nos recuerda que el aprendizaje más significativo a menudo proviene de las experiencias más difíciles, y que la esencia de la vida no se encuentra en la meta, sino en la capacidad de percibir y cultivar la belleza interior a lo largo del camino.
ResponderEliminarEl engaño siempre existirá porque ya estaba cuando nació l hombre. Y de cualquier forma todos caimos en algun engaño. Solamente Jesús venció el engaño.
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