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LO ETERNO Y LO TEMPORAL

 




Todo se escapa en el mismo momento en que intentamos poseerlo


Por: Gvillermo Delgado OP

16/12/2021

 

Las cosas se definen por sus características sensibles. Todas las cosas tienen color, olor, forma, textura, tamaño, espacio. Valen, se compran. Tienen un principio y un final. Tienen causas y efectos. O sea que las cosas hacen comprensible la realidad que se nos presenta a la vista.


De ellas partimos para explicar las realidades más complejas, aquellas que tienen características visibles e invisibles a la vez.


Un árbol no asombra como el nacimiento de un niño; un cuerpo por simétrico que sea no provoca tanta incertidumbre como la eternidad de la vida.


Lo explicable da satisfacciones, tranquilidad, seguridad, estabilidad; porque, en cierto modo podemos poseerlo, como a un par de zapatos. 


Lo inexplicable, como la vida “después de la muerte” se aísla como tema aparte, porque al intentar poseerla se escapa como un atardecer entre las montañas de diciembre.


Por eso, la persona insinúa conocer lo eterno sin poseerlo. Lo cual desata en su alma una serie de añoranzas y un futuro prometedor al que nunca llega.


Con facilidad pasamos del gusto al disgusto; distinguimos lo oscuro de la luz, el nacimiento de la muerte, la alegría de la tristeza, el bien del mal, el amor del odio, lo bueno de lo malo, al diablo de los ángeles, y al Dios eterno de lo pasajero del mundo.


Tenemos dos “cosas” imprescindibles para vivir, que extrañamente no podemos poseerlas, como a un teléfono para manipularlo al gusto. Ellas son: el tiempo y el espacio.


Nadie puede pausar un segundo o alargar un día feliz. El tiempo pasa implacablemente dejando huellas imborrables en “un-de-repente”; en un ¡zas! se convierte en recuerdo, describiendo nostalgias en la memoria. 


Mi madre a sus ochenta años, suele decir: ¡Cómo pasa el tiempo! ¡Cómo pasa todo! ¡La vida se nos va!


Igual ocurre con el espacio. Tenemos un territorio, una patria y una casa. Tenemos un cuerpo que se calca en la sombra, como huella indeleble mientras avanzamos por los caminos, pero no podemos poseer el propio cuerpo ni a otro ajeno. Todo se escapa en el mismo momento en que intentamos poseerlo. El día que morimos, el espacio queda, la sombra se borra.


Es fácil entender la eternidad de lo temporal. Uno se posee, el otro a tientas.


La persona es el punto de equilibrio entre lo eterno y lo temporal. Sacia sus necesidades, tiene valores, se perfecciona en virtud de la felicidad; y, aunque a veces simula no saberlo, es consciente que todo eso pasará como su sombra por el camino de su juventud.


Cuando la persona se hace en la justicia o se transforma en un ser justo, entonces expresa resabios de eternidad. Pues, sabe que, solo puede definirse en el amor y hacia ahí se encamina, aunque no lo alcance nunca en su totalidad. El amor provoca en todo ser humano una sed eternidad.


De ahí, sabemos que poseemos el amor y que somos poseídos por él. Para asegurarlo salimos a buscarlo en las demás personas y en el mundo de las cosas creadas; pues, lo eterno sólo puede acontecer en el amor, aunque sea a tientas.


El amor se posee sólo mientras la persona ama o es amada. Nadie nació para un par de zapatos. Todos nacimos del amor y para el amor.

jueves, 16 de diciembre de 2021

El Cuerpo es un Símbolo


El Cuerpo es un Símbolo


Por: Gvillermo Ðelgado OP
Foto: jgda

El cuerpo es el símbolo de la persona humana. El valor del símbolo está en lo que representa hacia afuera y lo que es realmente hacia adentro.


Hacia fuera el cuerpo es lo que está a los ojos. Permite que con facilidad deduzcamos a quien vemos. Casi nunca nos equivocamos en la opinión que damos en lo que vemos. Biológicamente hay características definidas que describen al hombre o a la mujer, al niño o al anciano, al débil o al fuerte. Además, por el cuerpo, también, nos aproximamos al estado interior en que la persona se encuentra. El cuerpo habla mucho de la persona, sin que ella diga una sola palabra. Basta con verla, a veces, sólo con sentir su presencia es suficiente para saber delante de quien estamos.


Hacia adentro el cuerpo es lo que no está a los ojos, pero nos permite intuir que es lo que hay. Lo que está dentro se hace visible en la exterioridad. La alegría, la tristeza, y el dolor son estados interiores que al manifestarse hacia fuera en el cuerpo lo dicen todo. Sin esconder nada. El cuerpo no sabe de secretos. Nada pasa por dentro que no lo sepamos por fuera.


El cuerpo se cuida desde dentro. Lo que decides o haces, todo viene de dentro. La salud es integral y duradera cuando se provee desde dentro. Cuando por fuera quieres alentar lo que va por dentro, a veces llegas demasiado tarde. Y nada se puede hacer. Lo mejor es cuidar el cuerpo desde dentro. Para eso es conveniente pensar acerca de aquello llevarás hacia a dentro a través de lo que comes, de lo que oyes, de lo que miras, de lo que tocas de lo que hueles…


La vida interior debe ser cuidada con buena alimentación, buenos ambientes físicos libres de contaminación. La vida interior se cuida con espacios prolongados de silencios y soledad; con la preferencia de buenas relaciones humanas. Es aconsejable, alejarse estratégicamente de las personas ruidosas y enajenadas. También, es necesario meditar, leer, ir a la montaña, recibir el sol de la mañana y de la tarde, ver el esplender de los cielos estrellados y la luna en plenilunio, montar a la bicicleta, nadar en ríos de aguas frías, dormir plácidamente, corregir los errores, pedir y dar perdón, deshacerte de cosas que no necesitas o tienes de más, mirarte al espejo y amarte.


La salud mental, física y espiritual es sostenida por un manantial profundo que va por dentro. En tal razón la belleza exterior, la felicidad exterior, la sonrisa, el semblante y todo lo que vemos en el cuerpo es sólo expresión de lo que abunda o no abunda en ti.
domingo, 17 de noviembre de 2019