Viendo "Posts antiguos"

AMARNOS


Si quieres amar las cosas y a las personas, primero mira dentro de ti mismo como quien mira hacia dentro de un recipiente vacío. Aprende a ver en la oscuridad de lo invisible y a escuchar el eco de la voz que golpea en las paredes de tu alma.

¡Abrázate desde lo íntimo y profundo! Quiero decir, busca tiempos prolongados de silencio. No temas a la soledad. Apaga tu teléfono, desconéctate de los satélites que te tienen inundado de palabras e imágenes difusas. No tienes que ir muy lejos, el silencio lo encuentras de camino en el bus, en tu habitación o en el parque de tu ciudad donde todos se mueven con la prisa de su vaivén.

Apaga también esas voces inútiles que amplificaste erróneamente cerca de tu corazón. ¡Aléjate de la gente ruidosa! Ellas no ayudan a la salud del alma. No temas tomar distancia de ellas. Sólo así habrás liberado tu espíritu de toda atadura innecesaria.

En el silencio habla a tu alma haciendo eco de cada una de estas palabras:
«No te aferres más a lo que no es tuyo». «¡Es la hora de amarte a ti mismo!». «Desprende-te del todo como la rama del tronco». «Deja que el río arrollador de la ternura te arrastre al inmenso y acantilado Mar (A-mar)».
Esto te puede parecer egoísta o extraño ¡pero no debe serlo! Eso es "amarse así mismo". ¿Sabes? ¡Sólo sí te amas a ti mismo darás lugar al Gran Amor! ¡Antes no! Así, al salir de tu soledad silenciosa mirarás de otras maneras, y atenderás las palabras como música agradable. El ruido se convertirá en la sensación de armonía humana (aunque no lo sea para las demás personas). Entonces, sin mucho esfuerzo estarás amando-te, y amando todas las cosas.

No olvides que vinimos a este mundo únicamente a una cosa: para amarnos. «Lo demás», como dijo el Maestro:«vendrá por añadidura».


Por. Guillermo Delgado OP

martes, 28 de julio de 2015

EL AMOR PERFECTO

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María Magdalena es un buen referente de lo perfecto, ya que buscando alimentar su alma en “las cosas terrenas” descubrió que su insaciabilidad estaba en el amor. Un amor que ella desconocía. Pero un día halló en su propio camino. Llegó del modo que nunca pudo imaginar. Una mirada fue suficiente para que el amor impregnara su alma. Dio un vuelco empezando por revisar su propia historia de vida. El "vuelco", lo comprendemos a partir de "las lágrimas, que no nacen de lo superficial de un sentimiento, sino de lo profundo del corazón. Así,  las lágrimas de María Magdalena que al inicio fueron de arrepentido se transformaron en lágrimas de amor luminoso.

¿Dónde estaban las razones que animaron el cambio en esta mujer?
El alma movida por la fuerza del amor se eleva hacia lo más alto de lo divino y desciende a lo más profundo de su fuente y su raíz. Con razón el amor perfecto no se alcanza así no más, requiere ser alimentado de fuentes profundas o pulido en el fuego divino. Las lágrimas son el canal por el que fluye "esa agua" de perfección, que viene del corazón, que finalmente hacen fuerte a la persona. Al llegar la fortaleza a la persona "la virtud" entra en acción, quiere decir que el camino de la perfección está en marcha.

Las lágrimas que beben de una fuente profunda, definen el grado de la perfección con que el alma vive y el tipo te interés que le mueve. Si su alimento es divino, entonces su interés tiene que ser la búsqueda de la unidad; y al darse cuenta que su origen es divino descubre que sus deseos nunca serán saciados mientras viva en este mundo.

¿De qué son tus lágrimas? ¿De pesadumbre por haber permitido libremente el mal a tu alma, cuando entraste en relación con otras almas? ¿Tu lágrima es de alegría por la amistad que has alcanzado con otras almas? ¿Lloras en el gozo de servir y entregar tu vida pensando en el bien de las demás almas? ¿Cómo es tu lágrima delante de tu bien amado? ¿Cómo es tu lágrima cuando otros lloran por ti, sobre todo cuando el amor ha desbordado las fronteras de tu alma?

Lo perfecto se alimenta de lo perfecto, que está en lo profundo del alma. En ese sentido, el alma es el manantial donde el amor sacia su sed. Las lágrimas perfectas son aquellas que expresan hondura, frescura, alegría, paz; llegan a los ojos con la mirada y las palabras.

Si estás amando o viviendo en el amor, pero aún sientes que no alcanzas a poseer la totalidad de ese amor (por experimentar inquietudes extrañas de temor) eso se debe a que el alma siempre ansía vivir en el amor perfecto. 

A veces, o casi siempre, el alma humana tiende a querer saciar ese deseo de totalidad en las “cosas finitas”. Pero el alma por su origen es infinita. El hecho que el alma una vez creada haya sido puesta por encima de las cosas finitas, no puede saciarse ni hallar quietud sino en las cosas superiores a ella. Sólo Dios puede saciar el alma. De ahí que la persona que ama a otra persona, sólo busca alcanzar al alma eterna.

El alma humana que busca a Dios halla el amor perfecto en las personas a quienes ama. Y a la vez es sorprendida en el amor eterno.

Pocos tenemos la suerte de encontrar a personas que estén por encima del deseo apasionado de "vivir para las cosas”. Quienes tenemos la dicha de conocer y vivir cerca de personas que buscan la perfección, hemos experimentado el amor divino. Como le pasó a María Magdalena.

Yo puedo presumir de esta gracia, de la virtud de perfección en cierto modo, sobre todo por las personas que me aman, que son muy pocas.

Cuando las virtudes están cimentadas en ese amor, entonces el alma es embellecida. Sólo las personas que aman en la virtud son bellas, porque tienden a lo perfecto y se sienten incapaces de hacer “algo malo”.

El amor, aún aquel que no es perfecto, es el aroma que lo embellece todo porque en el amor no hay lugar para el azufre de lo feo.

La figura de María Magdalena es la mejor indicación de la belleza porque es amada y ama; envuelta por el fuego eterno del amor divino, amó hasta el final. Sus lágrimas son la mejor expresión del amor perfecto.

Por: José Gv. Delgado
Foto: Magdalena de Ivanov

jueves, 23 de julio de 2015

Tradición y cambio




Las innovaciones tecnológicas y el desarrollo económico han permitido que se mejore la calidad de vida pero no han logrado resolver las inquietudes existenciales más profundas. 
Una vez resueltas las angustias más inmediatas de supervivencia, surgen aquellas interrogaciones que elevan a la persona al nivel más propio de la razón del ser: al significado de la vida, a los misterios de la muerte, al porqué del sufrimiento y a los secretos de la felicidad. 
Si la identidad da razón a esas búsquedas, entonces las instituciones que sostienen la vida social son las responsables no sólo de formar a sus miembros sino de contribuir en el replanteamiento y adaptación. 
Por tanto, las tradiciones y las costumbres no deben cambiarse, nadie puede hacerlo más por que lo pretenda, deben adaptarse a los nuevos tiempos. 

Por: Gvillermo D.
Foto: diseño web
martes, 14 de julio de 2015

EL DIOS VERDADERO

El Dios verdadero está en el silencio, en la palabra que nunca se dice.
  ¿Para qué pueden servir las instituciones y las personas, aunque construyan casas para Dios, si se estancan en concepciones absurdas? Deben cambiar. Sin esa exigencia, es imposible que su dios (con minúsculas) se haga presente y salve. Aunque digan palabras "bellas" en sus cultos y ritos. El Dios Verdadero (con mayúscula), no compite con dioses y sus promotores. Lo verdadero es lo contrario a lo falso e idolátrico.
La idolatría amparada en dioses falsos es reconocida por las acciones malas que parecen buenas, por el odio disfrazado de buenas intenciones, por la aniquilación de la persona para apartarla del camino y hacerse con el poder; justifica la lujuria a cambio de ofrecer bendiciones. La idolatría es reconocida en la gente que promueve a los demonios [sin disimulo], viste como ángeles medievales [con disimulo], vuelan a media altura y deambulan por las noches al acecho de nuevas aventuras orgiásticas [cuando nadie los ve]. La idolatría tiene sus "fieles". Se ve en quienes a veces leen "las sagradas escrituras" y las lleva consigo para elaborar sus apologías.
El verdadero Dios, en cambio es siempre nuevo, totalmente presente. Totalmente otro. Impronunciable e imprevisible. Porque es todo y nada a la vez. Camina con quienes aman. Está en el silencio, en la palabra que nunca se dice. El verdadero Dios raya el amanecer con su dedo luminoso. Habita el corazón sincero de los limpios de corazón. De quienes, quizá no siempre vayan a Misa, ni se confiesen los domingos. Los limpios de corazón simplemente transparentan lo auténtico, lo divino, porque habitan el corazón de Dios. Son habitado por Dios. No se visten de nada, son revestidos de luz.
Por: Gvillermo D.
Foto: Miriam Aragón (Mimita).

viernes, 10 de julio de 2015