Viendo "Posts antiguos"

La egolatría humana



La idolatría de lo humano es posesionarse de sí mismo como de un absoluto

Por: Gvillermo Delgado OP


La altura humana que hemos alcanzado en las sociedades actuales es ficción antojadiza fundada en el ego puro. Esa altura que pasa por la libertad y los derechos, la economía autónoma del consumo, hasta de "vidas", si es posible. La altura de lo práctico y accesible, hace pensar que unos son más humanos que otros, otros más visibles que otros. Unos son dioses con poder y otros ídolos inútiles e imbéciles.

La idolatría de lo humano es posesionarse de sí mismo como de un absoluto. Al punto que experimentándose, no sólo como superior, y creyéndose, hasta por fe que es poco “inferior a los ángeles” (Salmo 8) o "un tanto igual a los dioses”, en este caso lo humano puede llegar a degenerarse. Como un niño henchido de curiosidad delante de su juguete, que termina por destruirlo, destruyendo sus propias satisfacciones. Perdiéndose así mismo, pierde el sentido total de su existencia. Con ese tipo de autonomía, perdido y extraviado ¿Qué le queda?

Sin embargo, consideremos que esta mayúscula pretensión introduce en el corazón humano un camino espiritual que lo hace solidario con lo humano, por una parte; o a la postre puede hacerlo caer en la contradictoria idea de grandeza que lo sumerge en el abismo, lo aleja poco a poco del misterio Absoluto, dándole la espalda a Dios con su fatal arrogancia; frustrando sus propias satisfacciones de ser humano, dando paso a un estado permanente de ser caído y encorvado. 

Cuando eso pasa, el afán de lo absoluto puede ser fuente de tantos males. Entonces el ser humano es un ser fatal, centrado en la pura limitación y lo superfluo, como lo insinúa Lecreq: “el hombre sólo vive de absoluto, lo fabrica con lo primero que tiene a la mano, aunque sea su café con leche o la raya de su peinado”.

lunes, 28 de marzo de 2011