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Los Amigos


El amor recíproco define a La Amistad. La reciprocidad se caracteriza por la «preocupación» entre los amigos y por el modo de amarse uno mismo. Amar a ese nivel perfecciona el alma de quienes aman, haciendo extensivo el amor a todos los ambientes de la vida, sin ser conscientes. De ese modo, el amor se convierte en aroma que abraza a todo, incluso lo despreciable.
La mistad perfecciona al ser humano. Cualquier cosa que haga el amigo por la persona que ama se convierte en una práctica de perfeccionamiento, ya que el amigo amplia todo su ser en el ser que ama, al punto de «hacerse uno con el todo». Haciéndose ambos inmortales, porque «el amor nunca pasará» (1ª. Cor 13, 8). En estas experiencias se fundan las grandes narraciones mitológicas de todos los tiempos y culturas, convirtiéndose en el gran ideal por el que se vive la vida y se aspira escalar la propia alma para alcanzar la “felicidad”. Por eso, los amigos siempre son punto de referencia, a veces objeto de envidia y odio (porque quienes no aman no soportan a quienes sí aman).


La amistad es el mejor de los sentidos de la vida. La razón de vivir está en los amigos. «Sin amigos nadie querría vivir, aunque poseyera los demás bienes, porque la prosperidad no sirve de nada si se está privado de la posibilidad de hacer el bien, la cual se ejercita, sobre todo, respecto de los amigos» (Aristóteles). La persona amiga es bella, pues se reviste del bien y se encamina siempre al amor. Es como el pastor solitario, quien en la montaña lejana, sabe que avanza hacia un amor que le espera.

Ser amigo de sí mismo. El amigo empieza siéndolo de sí mismo, por eso llega a decir: contemplándote a ti salgo de mi anonimato y hago del amor propio el amor que me perfecciona, perfeccionándote a ti.

La amistad más allá de todo deseo humano. El amigo dice: «no pretendo poseer nada de ti, sólo quiero darte lo mejor de mí, porque es el único modo en que puedo saciar mi sed de eternidad. Nunca antes fui tan grande e importante, sólo a partir de aquel día en que el río de la amistad nos fundió en el agua profunda del amor. Entonces empecé a ser yo mismo a partir de ti. Con razón cada vez que te cuido me cuido a mí mismo». Aristóteles decía que el amigo es otro yo. Por su parte, Santo Tomás de Aquino afirmaba que: «Quien ama pretende no tanto al amado como su amor. Al punto que, si el amor no es recíproco se extingue» (Santo Tomás de Aquino). De ahí que la esencia de la amistad consiste en contemplarse en las palabras del amigo. La palabra del amigo es la voz del amor.

El amigo verdadero es quien sabe todo sobre ti y sigue siendo tu amigo (Leonardo Da Vinci); te reprende en secreto y te alaba en público (Louis Pasteur), los amigos “beben del mismo pozo” (Gustavo Gutiérrez) y sostenidos por un mismo tronco echan raíces profundas. Así pues, pretender la amistad es pretender habitar lo infinito.

Por: Gvillermo  Delgado OP
Foto: jgda (Árbol  que planté hace unos años).
miércoles, 8 de febrero de 2017