Viendo "Posts antiguos"

El Punto de Equilibrio


El ser humano como ser real que es intenta colocarse siempre en el punto de equilibrio para vivir la felicidad, lo cual requiere no sólo de principios éticos sino de un marco total que lo envuelva y le otorgue sentido.

Felicidad que “no es otra cosa que la conciencia de lo necesario, para, a partir de ella, subvertir el apacible orden de las cosas y hacerlo aún más grato” (Payeras, 2004: 56).

La felicidad puede comprenderse como el equilibrio buscado en la espiritualidad de los pueblos mayas de Guatemala, espiritualidad religiosa comprendida como experiencia.

La experiencia es reflexión y toma de conciencia acerca de quién soy y quienes somos (Castells, 2000), es una acción del pensamiento y del sentimiento de toda persona sobre sí misma, a la vez referida a su entorno social.
En los pueblos originarios, la vida gira en torno a Dios, al no ser así la vida se desmorona, se desarmoniza, rompe con un orden establecido.

Entonces, el punto primero al que hay que acudir para restablecer el equilibrio en la persona parte de ella misma, de su mundo interior y sus relaciones a través de la religión (como un renovar las relaciones inmanentes y trascendentes), ya que con la religión se recoge esa experiencia total de la realidad, que a la postre “es privilegio de quienes por su condición se hallan capacitados para juntar con el pensamiento los fragmentos del mundo” (Payeras).

El cristianismo ha encontrado en esta visión un repliegue de sí mismo, una autoconciencia de su ser universal, sin presunciones; el cristianismos ha encontrado en la experiencia de ese equilibrio el mejor modo de hablarnos de la felicidad.

Por: José G.  Delgado
Foto: Web (punto de equilibrio). Museo del Prado (Foto jgda).
lunes, 18 de abril de 2016

Después del Conflicto

Lo que queda después de la guerra son rezagos que sólo podrán ser superados con el nacimiento de nuevas generaciones, serán ellas quienes retomen la enorme herencia de sus padres y hagan su propio análisis de la realidad, considerando la memoria histórica a la luz de lo que ahora mismo son. Mientras esto acontece entre los grandes rezagos –en el caso de los pueblos mayas de Guatemala- están el debilitamiento del valor de la persona humana y el de su propia historia. Según los guías espirituales y los líderes, ese desajuste en gran parte puede ser superable con el fortalecimiento de la espiritualidad cimentada en los ancestros y la visión de unidad con el universo.
La desconfianza hacia las otras personas debilita el valor de la necesidad de reciprocidad, tan propia y necesaria para la identidad de cualquier pueblo; más aún de los pueblos mayas que históricamente se han constituido como tales cara a esta interrelación de naturaleza dual. Al desquebrajarse el sistema de normas, dejando a las comunidades sin un andamiaje seguro que los oriente y rija, se crea una atmósfera de anomia; las personas parecen deambular por los caminos, según las narraciones del Popol Wuj, como muñecos de madera con apariencia humana, que “no tenían espíritu y no tenían pensamiento; no se acordaban de sus Creadores, de sus Formadores". Pasada la guerra, la gente empezó a parecerse a aquellos primeros hombres creados de madera, que caminaban desorientados por los caminos. No por el “gran olvido” de reconocer a sus Formadores, sino por el despojo del valor de la vida sostenida por una serie normas elementales que habían sido consensuadas socialmente. Habían sido heridos en el tronco.

Por: Gvillermo Delgado
Foto: jgda, pintura original de Pedro Lesaca, OP (Centro Ak' Kutan).
sábado, 16 de abril de 2016