LA HIPOCRESÍA RELIGIOSA Hechos y Palabras jueves, 13 de octubre de 2016 Sin Comentarios


El amor es tan grande como Dios quien es su fuente. Por eso sólo en el amor se encuentran las salidas a los problemas, por graves que éstos sean. Eso sí, cuando una persona se cierra a la posibilidad de encarar su condición problematizada no es posible que el amor penetre en la profundidad de su alma. Es por eso que la diferencia entre una persona hipócrita cerrada en sí misma y una pecadora que acepta su pecado es marcadamente significativa.
Quiero decir que la aceptación del propio pecado como ruptura al amor, abre las puertas al restablecimiento de la belleza divina, porque el pecado, como ausencia y lejanía del bien y del amor, siempre deja posibilidades de restablecimiento de aquello que se lesionó intencionalmente. No pasa lo mismo con aquellas personas cerradas en sí mismas por su hipocresía, porque la hipocresía incrustada en el corazón hace miserable a la persona y produce barreras infranqueables al verdadero amor.
Con razón Jesús desenmascara las aparentes prácticas religiosas, porque lo aparente, engañoso o falso no permite establecer una relación profunda entre Dios y las personas, ni entre las mismas personas. Cuando Jesús denuncia y desenmascara lo aparente o engañoso, lo hace con el fin de decirnos lo injustas que pueden ser las prácticas religiosas debido a la perversión del alma de las personas.
Lo más terrible de una conducta engañosa es que aunque apunte a los grandes valores siempre se topará con su propia contradicción. De momento nos basta con que recordemos aquellos eventos en que Jesús denuncia la hipocresía de los escribas y fariseos (San Lucas, 11, 37-54; 12, 1-17).
Eso quiere decir que una religión cuyos guías son señalados de conducta engañosa es hipócrita, idolátrica y perversa, simplemente porque hace imposible que el amor se manifieste en su pureza y gracia.
Ninguna religión es inmoral, aunque algunas veces pueden serlo si los guías y sus principios doctrinales se orientan por intereses mezquinos y no promueven al Dios verdadero.
En cambio en aquel medio social-religioso donde hay personas que no llevan el atuendo religioso ni participan de los ritos tradicionales, pero se muestran tal cual en su proceder, aunque se hayan declarado abiertamente pecadoras, en ellas se muestra el amor de Dios, no porque sean buenas, sino porque son auténticas. La autenticidad muestra lo mejor de la persona, porque encara lo peor de la persona. Por tanto, mientras la hipocresía no se abra a este misterio amoroso está condenada al bochorno de su misma falsedad.

Por: Fr. Gvillermo Delgado OP
Foto: jgda


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