Después del Conflicto Hechos y Palabras sábado, 16 de abril de 2016 Sin Comentarios

Lo que queda después de la guerra son rezagos que sólo podrán ser superados con el nacimiento de nuevas generaciones, serán ellas quienes retomen la enorme herencia de sus padres y hagan su propio análisis de la realidad, considerando la memoria histórica a la luz de lo que ahora mismo son. Mientras esto acontece entre los grandes rezagos –en el caso de los pueblos mayas de Guatemala- están el debilitamiento del valor de la persona humana y el de su propia historia. Según los guías espirituales y los líderes, ese desajuste en gran parte puede ser superable con el fortalecimiento de la espiritualidad cimentada en los ancestros y la visión de unidad con el universo.
La desconfianza hacia las otras personas debilita el valor de la necesidad de reciprocidad, tan propia y necesaria para la identidad de cualquier pueblo; más aún de los pueblos mayas que históricamente se han constituido como tales cara a esta interrelación de naturaleza dual. Al desquebrajarse el sistema de normas, dejando a las comunidades sin un andamiaje seguro que los oriente y rija, se crea una atmósfera de anomia; las personas parecen deambular por los caminos, según las narraciones del Popol Wuj, como muñecos de madera con apariencia humana, que “no tenían espíritu y no tenían pensamiento; no se acordaban de sus Creadores, de sus Formadores". Pasada la guerra, la gente empezó a parecerse a aquellos primeros hombres creados de madera, que caminaban desorientados por los caminos. No por el “gran olvido” de reconocer a sus Formadores, sino por el despojo del valor de la vida sostenida por una serie normas elementales que habían sido consensuadas socialmente. Habían sido heridos en el tronco.

Por: Gvillermo Delgado
Foto: jgda, pintura original de Pedro Lesaca, OP (Centro Ak' Kutan).
Tags:

Sin Comentarios