Viendo "Posts antiguos"

LOS PÁJAROS



Los pájaros se sostienen sobre el aire
por sus dos alas
con canto propio
mientras llegan a la rama del otro árbol.

Yo, sólo puedo dar fe de su canto,
desde aquí adentro,
de estos muros sin alas.

Ellos, los pájaros,
llevan música en el corazón:
son trompetistas y saxofonistas,
pianistas y cantores: 
directores de orquesta.

Despiertan al viento del sur
obligando a los taciturnos ocotales
a danzar desvergonzados
luciendo ufanos sus ropas en verdes.

Después...
ellos, los pájaros,
se callan
y juegan con insectos fugaces
como meteoritos inesperados,
y acariciándose por debajo de sus alas,
sin decir nada,
se envuelven con la noche
hasta el próximo día.

Ellos, los pájaros,
me sostienen
en el filo de sus ojos
en el vértigo de sus alas,
en la noche de equilibrios,
cuando duermen,
cuando sueñan,
cuando vuelan.

¡Nosotros los pájaros!


Por: Gvillermo Delgado
Foto: prestada
martes, 25 de marzo de 2014

LOS POBRES


Al decir pobres,
hablo de los que mueren
con la misma ofrenda
que tuvieron al nacer,
de los que tienen
maíz por piel
y al sol por color.

Hablo de los que en su vientre,
pasó, pasó
el río caudaloso
de los días.

Los que
con las manos apretadas
se agarran de la inercia
de la gravedad.

Esos que antes que el sol caliente
y con sus instrumentos pequeñitos
hacen inmortal al canto
que más tarde escriben
los pájaros vagabundos
para su magisterio.

Los que con pies de soportes
abren nuevos rumbos
que llegan al final
y más allá de la meta.

Los pobres escriben lo que nadie leerá,
cantan por puro gusto
cuando van por el camino
y le ponen color a los segundos.

Ya que nadie sabe de ellos.
Se convierten con los días
en mito, leyendas,
y en los antepasados-difuntos.

Mientras viven 
son anhelo por llegar lejos,
como los bejucos.

¿O serán sombra de palos grandes,
los dioses que empujan
los carruajes de nubes sin agua
que dan color a la montaña
y enseñan a balbucear
a los recién nacidos?

Los pobres están en la forma
de las piedras,
en el azul de la distancia...

De ellos nadie sabrá,
más que
gritaron
entre la multitud
que manifestaba
frente al palacio nacional
en noviembre pasado
pidiendo más abono
al gobierno.

Por:  De Gvillermo Delgado OP

Foto: Mimita Aragón.

Atisbos de fe

Ahora,
me recreas
  l e n t a m e n t e,
         le n t a m e n t e,
l e n  t a  m e n  t e.

Flor silvestre

Cuando pasé tempranito
en la mañana, por la vereda,
rumbo a la montaña
sentí en la piel desnuda la mirada de alguien.
Cuando volví a la Casa,
era mediodía,
una alegría como bomba de fiesta patronal estalló muy dentro de mí...
Entonces supe que ella,
esa flor silvestre,
me había visto pasar.
Ya de tarde, casi de noche,
cuando te digo estas cosas.


Por: fr. Gvillermo Delgado
Foto: jgda (amanecer en chipok)

lunes, 24 de marzo de 2014

Nuestra Señora de la Soledad


Unidos a la Pasión del Señor

En este tiempo intenso de reflexión que nos mueve con acento especial a los días santos del Triduo Pascual, hacemos una enorme pausa para contemplar y acompañar al varón de dolores (Is 53, 3) y a la vez príncipe de paz (Is 9,6). Unidos a ese camino de pasión, nos encontramos con la Madre, Dolorosa, La Virgen. Como muestra de la gran solidaridad divina con el drama del sufrimiento humano.

Durante la cuaresma constatamos el modo en que Dios sufre apasionadamente nuestras penas, como sólo Dios puede serlo. Le contemplamos en el rostro de la ternura femenina de la Madre, sobre todo en la soledad y el sufrimiento. Como señales de cómo a pesar del dolor la persona humana siempre encuentra un sentido a su vida.

Contemplemos a Nuestra Señora de la soledad quien al pie de la Cruz, presiente en su alma aquella luz que se irradiará en la creación entera. Vemos a la Mujer de palabra, que dialoga con Dios, y asume las consecuencias de sus promesas. Abrazada por el amor divino, paradójicamente es atravesada por la espada del sufrimiento y a la vez por la gracia que la mueve al gozo, la alegría, y la luz.

Identifiquémonos con ella. No perdamos de vista nunca que la Cruz del Hijo es señal anticipada de la victoria. El vencido que finalmente vence, se convierte en la Luz que ilumina. Por eso, la madre del Señor nunca se apartó de la Cruz. Intuyó en su alma que aquello no terminaba en la desnudez del hijo martirizado, sino en el revestimiento de la nueva condición que devuelve con la resurrección la dignidad que misteriosamente emerge de la penumbra del llanto.

Así, nuestra Señora es indicación de que lo propio de quien es iluminada es iluminar al mismo tiempo. Ella, la que dio a luz se viste de luz (Ap 12,1). Con lo cual nos reafirma las palabras del Maestro cuando dijo que somos luz del mundo (Mt 5, 14).

Aunque se impongan las tinieblas y la inmensa soledad, la luz tiene más poder ya que viene de lo alto y de las profundidades del alma. Es que Dios está con nosotros.

Madre de la luz, llévanos a él

Por: Gvillermo Delgado O.P.
Foto: Carlos Ortíz

domingo, 2 de marzo de 2014