El Sol que nace de lo alto Hechos y Palabras sábado, 25 de enero de 2014 1 Un Comentario




Es el Sol que penetra con su luz hasta lo más profundo y secreto
Las grandes preguntas humanas, en el marco de lo religioso, nos están arrinconando frente a un muro ciego. ¿Para dónde agarrar con nuestra fe, con nuestra humanidad?

A veces apelamos a "la esperanza" y decimos: menos mal que en lo oscuro siempre queda la penumbra como señal ambigua de que ahí está la luz. Con esa intuición entendemos la oposición entre el mundo de la cultura puramente humana y puramente religiosa, donde o sólo se cree en lo humano o solo se cree en Dios. A la postre, la chispa de la luz puede prevalecer al ponerle atención a la humanidad como realidad cósmica y social, que queramos o no desvela más que huellas de lo divino. No existe "cosa" separada. A no ser que nos percatemos que somos "otra cosa" fuera de lo eminentemente humano.

En lo humano, describimos la verdad de lo humano y la verdad de Dios. Con lo cual afirmamos que las verdades sobre Dios son al mismo tiempo aciertos sobre lo humano; y, las verdades sobre lo humano son al mismo tiempo aciertos sobre Dios. Es la mejor manera de comprender el misterio de la encarnación del Verbo. Es el Sol que penetra con su luz hasta lo más profundo y secreto. Quien iluminando el rostro de su madre, ilumina cada cosa, cada acontecimiento, a la persona en toda su realidad, en su marcha.  Como el sol a la luna, hace de su madre a la Mujer vestida de sol (Ap 12, 1).
Esa transfiguración debida a  su condición de gracia, y como indicación del camino que mueve a lo divino; permite responder a las preguntas fundamentales, esas que primero son iluminadas en su rostro al mirar al Hijo. Sin embargo, no quiere decir que ella sea la respuesta, sino la transparencia que nos permite mirar. Al sol no lo podemos ver de frente, necesitamos el reflejo que nos haga acceder a él. Como la luna al sol, así es ella, para nosotros. Mientras acontece la real esperanza, de encontrarnos cara a cara con el sol de la justicia (Mal 4,20) y lo veamos tal cual es.

Por: Fr. Gvillermo Delgado
Fotos: varias
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miriam aragon 25 de enero de 2014, 15:26

"Ella no es la respuesta sino luz que nos permite mirar." Qué grande!! Esta reflexión me hizo amarla más y de comprender mejor el Misterio de la Encarnación de Jesús... gracias!