Viendo "Posts antiguos"

Suenan allá adentro

Suenan allá adentro
los pasos acelerados
de la persecución clandestina,
entre calles y avenidas.
Carlos, Carlos, Carlos…

El corazón y su fuerza
no pueden atrincherarse más.

- A esta hora
Mis manos son palma vacía
en posición de ¡Alto!
Mi única barricada.

¡Delante de mi, el olor a pólvora,
fuerza irrevocable de mi asesino!

No puedo más,
No puedo más,
No puedo…

- No hay huellas,
No hay rastros.
Atrás no hay nada.
Mis zapatos en sosiego,
lo mismo mis dedos.
No hay voz en mis labios.

-¿Quién sabrá mi agonía?
¿De este último suspiro
  Lento
      Lento
         Len t o ?

Nada suena allá adentro,
nadie sabe quien es él.

- Ahí lo mataron.
- Mírenlo,
- Ahí, le dieron.

Yo nuca te vi, sólo supe de ti
cuando leí tus datos
debajo de una foto
en blanco y negro,
tamaño cédula.

También vi tu nombre
entre los ciento cuarenta mil:
esa muchedumbre,
de las columnas verticales
en el atrio de la Catedral metropolitana.
Donde te alumbra
al atardecer la sangre del cordero.

Engendrado y creado en esplendor sagrado,
desde la aurora de la juventud
dominas en medio de nuestros enemigos.

Tu irreverente ternura
te hizo caer vencido
para que el lirio erguido
de la belleza pura
destelle insurrecto
al alba prometida,
y se prenda gloriosa
en los corazones amantes,
de las parejas enamoradas.

Destelle jubilosa
acá adentro
en quienes andamos,
de las verapaces al Darién:
diciendo nuevamente
esa verdad que te trajo problemas
entre el beso y la ira.

No nos pierdas de vista
y quémanos en la muerte apasionada
para estos días en que se atisba
cualquier nueva conquista.

Que tu sangre
nos liberte
de toda tentación.

           Amén.

A: Carlos Morales. Asesinado en 1982.
Por: Guillermo Delgado
Fotos: jgda
sábado, 24 de julio de 2010

TU CANTO ES UNA VOZ

Tu canto es una voz
que dice cosas
que no siempre entiendo
como que no fueran para mi;
sin embargo al mirarme
vuelas, vuelves,
reiteras tu canto.

Yo inconsciente
sigo esperando
a que te poses en mi rama,
que cantes adentro,
más debajo de mi alma.
En la raíz secreta de estas flores.

¿Por dónde vienes ave mía
a caso entre los matorrales de Corinto
o por las alturas de los Cuchumatanes;
por el equilibrio del niño de pecho,
o por el vértigo de la edad de los abuelos?

Yo te estoy esperando
en la puerta del amanecer.
Con los cánticos sálmicos del templo sagrado,
para que derramen las nubes la victoria
y germine de la tierra la justicia.

Yo anhelo con nervio de fuego
que todos los clamores voceen en una
a la orden de Amós
en la fuerza isaídica consumada;
mientras en tu secreto silente
me tejes por dentro
otra vez como en el vientre de mi madre.

Para que cuando por fin vengas
me eleves en tu canto,
más allá de las alturas de tu mirar,
al otro lado de mi súplica,
me traigas en la suavidad de tu camino
a tocar por fin tus secretos
como tocas los míos en mi amor distraído.

Por: Guillermo Delgado
Fotos: jgda
martes, 20 de julio de 2010

Fiesta de luna llena

Las hojas de los liquidámbares se estremecen
nerviosas por el abrazo de los bejucos en su tallo.

Las oropéndulas van gritándose una a otra
mientras se persiguen
hasta alcanzarse en los guarumos.

Los clarineros  juegan sin disimulo
para atraer a sus hembras.
Por su parte, en otro árbol, los chíllos posan en el ápice de las ramas vigilando las distancias.
Después de todo, los pájaros llaman a sus hembras desde sus nidos. Y la luna invisible entre lo espeso del verano espía a la montaña en el otro extremo de la noche.

- Se acerca nuestra fiesta,
 nuestra fiesta de luna llena.

- Salgamos.

- Vámonos para la Ermita.

- Ponte el chal de la tardecita.

- Allá, a la distancia de otro día, los niños vienen cortando las flores y persiguiendo mariposas.

De un lado a otro los conacastes
bromean contentos,
mientras se pasan de mano en mano
el perfume del viento visible
en sus pequeños dedos dorados.

- A esta hora seguimos el rumbo
que nos trajo la mañana.

Mientras tanto, las mariposas duermen,
y brillan las luciérnagas
al compás del túngere, túnguere de las ranas.

Y la niña tomada de la mano de su Madre pregunta: ¿para dónde vamos Mami?

Cuando en el silencio de la noche los grillos tocan sus chinchines.


Por: fr. Gvillermmo Delgado OP
Fotos: jgda

sábado, 17 de julio de 2010