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QUÉ ES LA NAVIDAD

La navidad como concepto ha evolucionado vertiginosamente a largo de los últimos diez años. Ahora es un concepto cultural determinado por el mercado. En otro tiempo fue un concepto religioso determinada por la espiritualidad cristiana.

¿Bueno o malo? Lo importante es que la navidad sigue siendo un valor importante para congregar a los miembros afines de las familias en el “hogar” (alrededor del fogón, la comida, de los elementos simbólicos de intercambio…).

En el mundo rural, al menos el área centroamericana, los hijos se vinculan en tiempo completo a las tareas domésticas y agrícolas, como aporte económico a la familia de la que son parte, más o menos lejos de la alienación del consumismo. En los ámbitos urbanos el concepto de navidad pasa por ideas como regalos, juguetes, compras, alegría, y en la escala de apreciación aparece lo religioso, casi hasta el final de la lista. Pueden confrontar un sondeo de opinión de  Prensa Libre(http://www.prensalibre.com/pl/2009/diciembre/01/359754.html). La imaginación de los niños al pedir "su regalo" pasa por las fantasías inducidas por la tecnología y el bombardeo mediático. El teléfono móvil y la computadora son instrumentos de juego en esta fantasía. En el mundo campesino la vinculación al trabajo y el descanso de los niños y jóvenes se arraiga al cuidado de la formación simbólico religiosa. Memos alienante, al menos por ahora.

Así inducida e interiorizada la navidad, que tiene un origen religioso, es asimilada como tiempo propicio de relajación espiritual. Hay personas que vinculadas al catolicismo de tradición, inclusive desconocen extrañamente el valor religiosa de esta “temporada”. Para un tiempo de semana santa le escuché a un joven adulto decir que para él la Semana Santa es tiempo para irse al puerto San José.

De todas maneras en una sociedad como la nuestra la navidad fortalece los vínculos familiares y de mistad. Al releerse las tradiciones en prácticas rituales reducidas al círculo familiar, fortalece de algún modo a la sociedad en su conjunto.
Los grandes factores que estropean estos esfuerzos de cohesión siguen siendo la migración, la pobreza y la violencia. Tanto en Guatemala como en El Salvador las personas perciben que el mayor problema social es la inseguridad. Lo cual no quiere decir que la pobreza económica haya sido superada.

La inseguridad ciudadano nos ha llevado al punto de mirar de modos esquizofrénico a las otras personas como si fueran espectros del mal. Y es que la violencia se hornea como pan doméstico; más allá de la violencia intrafamiliar donde niños y mujeres son víctimas, sabemos de casas en que el nieto extorsiona a la abuela, los primos a los tíos; sabemos de tantos casos de autorrobos o autoextorciones como en el caso de los pilotos de buses urbanos; ya no se diga de los asaltos a mano armada de los vecinos conocidos, a veces sin disimulo alguno.

¿Qué nos queda en un mundo así, donde ni debajo de la propia sábana se puede descansar con quietud? Dice una encuestadora de Prensa Gráfica que la cuarta parte de los salvadoreños no se siente seguro ni siquiera en su propia casa, y la tercera parte siente miedo en su colonia (http://www.laprensagrafica.com/el-salvador/politica/76534-seguridad-sigue-siendo-problema.html).

Si el estado aparece como incapaz de mantener viva la ilusión de la esperanza, y quienes son parte de la nación declaramos fallida la funcionalidad de dicho estado ¿no sería una tremenda fatalidad considerar fallido el “hogar” familiar, también? Ante eso: ¿Qué nos queda? ¿Dónde ir?

Nuestros pueblos con una espiritualidad religiosa secular más allá del culto y ritos enmarcados en una religión, merecen ser atendidos.

Las costumbres familiares religiosas y culturales, sean cristianas o no, son la brasa que prende luces para “vestirse con armaduras de luz" (Rm 13, 12). La espiritualidad de cada persona y su irradiación en los círculos inmediatos en que vive es el pasto que fortalece nuestra fe. Qué bueno que partiendo de ello muchos sean religiosamente "buena gente".

Eso me gusta más, que extraer a fuerza de la carga "de ser religiosos" un modo obligado de ser buenos, en ese caso "ser buena gente" es un mandamiento religioso y no fruto del caminar espiritual, por tanto del amor.

Digo eso porque a menudo la religión, en tanto invento humano, no vincula radicalmente a Dios, por tanto no ofrece salvación. En ese caso hay muchas cosas que revisar, tal y como lo hizo Jesús con la religión judía. Las ofertas religiosas, se tornan un peligro para la auténtica fe, quizá por eso muchas personas han optado por tomar distancia de algunas instituciones en particulares, mientras que otras se han radicalizado en alguna "espiritualidad de ocasión".

Va en aumento mi ilusión al pensar que los grandes problemas que tienen origen en pequeñas cosas, y aunque no todos somos causa de tanto efecto malo, se puede "hacer algo". ¡Sí! algo. Al menos. Frente a la cresta de la ola de violencia, yo puedo ser uno menos de los que “va sobre”. Parafraseando a Pablo de Tarso, “apartándome de las obras tenebrosas”. Un gesto irónico es fósforo suficiente para prender la mecha de las discordias.

Ahí donde la familia es la religión, la fe nos hace fuertes como amigos y hermanos. Entonces podemos empezar a comprender a Dios en tanto realidad visible en lo humano, en lo auténticamente humano. Sí, por ahí podemos reinterpretar la navidad, y eso me parece muy saludable.

Que sea pues lo humano, y no el mercado, y ni siquiera las religiones de ocasión, quien definan la navidad. El cristianismo es algo más.

Reinventemos nuestra religiosidad a la luz del Hombre-Dios, a la luz del evangelio, a la luz de lo posible: del verbo hecho carne (la palabra que crea las cosas nuevas, al hombre nuevo). ¡Felices pascuas de Navidad!

Por: Gvillermo Delgado OP
Fotos: jgda
jueves, 9 de diciembre de 2010

FE

A: Doña Juanita, Tono y Lucky.

"La última palabra
aún no ha sido dicha."
Bertolt Brecht

Por la fe sigo hablando y esperando la palabra que brota del Otro
¿El punto de la fe está en Dios o en el corazón humano? La fe no es el instrumento para creer, esperar, y hacer sólida la paciencia en los momentos de quiebre, de crisis existenciales, solamente. La fe es la fuerza con la que resisto, para no caer en tentación. Es la fuerza tenaz con la que Jesús llegó a la Cruz y murió. Y por ser tan hombre y tan Dios, tan humano como Dios mismo, supo llorar y esperar aún estando muerto, desde los abismos. Desde muy dentro de él mismo.

La fe es el cristal a través del cual puedo ver el amor en estado puro.

Consideremos nuestra frágil condición humana. Las respuestas fáciles y rápidas no siempre tienen el acierto que esperamos después de actuar. La fe como resistencia es la voz interior que ilumina la crisis para saber esperar, que nos dice: en la desazón de la sofoca no te adelantes. Pero no siempre entendemos esto. Es ahí donde la fe es tan real, tan concreta como la verdad, como el dolor que siento en mis articulaciones y en la pérdida de quien he amado con todo mi corazón, con todas mis fuerzas y con toda mi alma. Tan real es la fe, como a quien no veo.

A veces cuando no se ve, la nube del dolor nos oprime apretándonos hacia abajo y nos hunde en el limbo de la desesperación. Entonces, al no ver lo que hay más allá, actuamos sin el amor, con la premura de lo que nos duele, difuminando, por el camino por donde tenemos que transitar,  la penumbra de las confusiones. Y es que a veces la prisa -que lleva la maravilla y el error- nos hace olvidar que la última palabra aún no ha sido dicha.


La fe hace esperar el momento definitivo de la última palabra. Hace fuertes en la esperanza.

Lo cual quiere decir que la fe tiene su asidero en lo más profundo de cada uno y en lo más remoto y abismal de la distancia. El punto medio donde ella se coloca está en la firmeza de cada quien y cada cual,  en la dirección de sentido, más allá de lo que tenemos como fortaleza. Además es darse por enterado que Dios está siempre al otro lado, y también demasiado a este lado.

Salir de mí, e ir más allá de mí: ese es el indicio más sublime de la búsqueda de la fe. Entonces la fe es toda posibilidad de encontrarte, de encontrarnos. De hallarnos en la energía divina que nos sostiene en los tiempos rotos y tristes. Es seguir amándote a pesar de que no estemos juntos, porque seguimos vivos esperando la última palabra.

Por: Guillermo Delgado
Fotos: jgda
miércoles, 17 de noviembre de 2010

Personas de Paz

Pensando en mis amistades amantes de la Paz. Ellos y ellas, quienes me dan paz y me obligan a ser yo mismo agente de Paz.

Pensando en mis amistades amantes de la Paz. Que me dan paz y me obligan a ser yo mismo agente de Paz

¿Cómo puedo ser persona desde donde emana la paz?

¿Yo, puedo ser el lugar, la casa, donde mora la paz; ahí, donde pueden venir a refugiarse aquellos cansados de ser perseguidos por la muerte?

Me refiero a esas otras muertes, a parte de la persecución cotidiana de nuestra propia muerte, o sea por aquella que nos destina desde que nacemos.

Para entendernos como humanos capaces de vivir en paz necesitamos repensar continuamente nuestra condición de personas desde el reconocimiento de nuestra dignidad, criaturas de Dios y en cuanto abiertos a una mayor plenitud.

Sólo cuando la persona se define delante de Dios se define así mismo, y sólo cuando se define así mismo se reconoce como un ser social, responsable, y no dueño de la creación de la que es sólo parte. Entonces hemos emprendido el camino de la convivencia justa y empezamos andar el camino como constructores de paz.

Sin excepción, todos, absolutamente todos, sabemos cual es nuestro origen y destino. No somos sólo para la muerte. Cualquiera de nosotros se amenaza así mismo cuando desoye esa comprensión, conformándose con el vértigo de su propia limitación. Quien persiste en esa necedad se parece al poeta que reniega de si mismo cuando dice: 
quise ser guerrillero pero nunca maté a nadie. Cada vez que disparé fui yo el único herido (Otoniel Guevara)

Por: Gvillermo Delgado
Fotos: jgda

viernes, 5 de noviembre de 2010

La fuerza de las Palabras

Últimamente me he sentido inconforme con las palabras y las cosas. Y ha sido porque me tropiezo con frecuencia con el lenguaje ambiguo de las palabras. Ese lenguaje ambiguo en el que a veces puedo creer que no creo.
Me imagino a Isaías cuando grita al pueblo diciendo: la salvación y la justicia están a punto de ocurrir. Sí. De acuerdo. La aclaración nuestra es que sólo acontece, la salvación, para quienes creen, o sea para quienes se construyen a sí mismos a partir de certezas y no de ambigüedades.

Ese no sé, ese tal vez, ese quien sabe... es el impedimento más rudimentario que impide que acontezca lo humano, que hagamos visible lo más bello de nuestro encuentro. Que no vean belleza en mi, y que no pueda ver belleza en tí.

Estos últimos días de octubre transito los caminos de Rabinal, en Baja Verapaz. He conversado con ancianos, jóvenes, niños, gente de fe, gente de a pie... y me he llevado la gran sorpresa de encontrar muchas certezas. Al menos pocos ambigüedades. Les aseguro que me ha fortalecido la fe en lo que humanamente es posible. Por eso a pesar del cansancio me animé a escribir estas Palabras.

Quien se construye en certezas, se construye en la verdad, quien avanza en la verdad es imposible que en él y su medio no acontezca lo que tiene que acontecer: la salvación, o el ser librados del mal que nos acecha en cualquier sombra de dudas, y, ser más, más, más. En ese más,  en el que estamos diñeñados, por lo que somos humano-divino.

Las palabras son poderosas. Los hecho son realidad cuando son verdad en el corazón, pues desde esa raíz emana lo bello de las cosas.

El lenguaje ambiguo nos mete en problemas, pospone las posibilidades para que lo que tiene que acontecer ahora se prolongue en el tiempo sin pizcas de no ser más que palabrerías.

Por eso, lo que tiene que acontecer que venga ya. Que venga la Palabra. En el Popol Vuw, los creadores y formadores se cruzaron las palabras, y luego... En las Sagradas Escrituras afirmamos certezas en el creador, cuando dice el escritor sagrado: Y dijo Dios: hágase...

Luego:
el cielo y las nubes,
el firmamento y las estrellas,
los mares y los peces,
las montañas y los ríos,
los árbolesy los bejucos
las bestias del campo y los miles de insectos
las aves el cielo y los monos jugando en las ramas...

Por último aconteció lo humano en lo divino
y vio Dios que todo era muy bueno.

Luego el descanso sagrado.
La gran salvación,
que para Isaías es la gran justicia.

Por: Guillermo Delgado
Fotos: en Rabinal: jgda
miércoles, 27 de octubre de 2010

Los valores no se pierden

Los valores no se pierden

Yo no comparto la opinión tan difundida que usan muchas personas en las conversaciones habituales y en los análisis ligeros sobre las crisis actuales de la convivencia humana, cuando dicen, que se han perdido los valores.

No. Los valores no se han perdido. Decir que los valores se han perdido es una fatalidad, sería lo mismo decir: que la persona o la sociedad se han perdido y no hay nada que hacer, y aceptar las cosas tal cual están. 

Tal afirmación y actitud sólo es justificación pasiva que induce a dejar las cosas como están y agriar las relaciones de convivencia humana. Y acto seguido dejar los problemas a que otros los resuelvan: al Estado, a la educación escolar, a la Iglesia, por ejemplo. 

Además suele decirse: es problema de todos. Que es lo mismo: es problema de nadie.

Mejor, empecemos con aceptar que las personas y sus valores entran en crisis en el conjunto de una sociedad. Y que éstos tienden a cambiar con el curso del tiempo; como cambia la persona en función de su realización, o por las exigencias de la mismas leyes de la naturaleza. 

Por consiguiente todos cambiamos o no existimos. Nadie puede presumir que no ha cambiado o que no lo hará nunca. Lo que no cambia se petrifica. Están petrificados los nostálgicos que añoran el pasado diciendo que el tiempo de antes era mejor. Con ello justifican sus indiferencias y falta de compromiso con su comunidad. Y se dedican, muchas veces, al hostigamiento de la vida de los otros.

Aceptar que todo cambia, es afirmar que los valores acontecen en el centro de la persona, y que tienen su máxima expresión en los diálogos de amor, de persona a persona; de la persona con la creación entera, y de la persona  con el Creador de lo visible e invisible. Precisamente ahí nos recreamos todos en humanidad.

Las sociedades desesperanzadas, sobre el futuro humano próximo, muestran las carencias de una ética humanista. 

Siendo que somos humanos, las crisis caen en cada individuo. Cada uno hace el conjunto, al todo. Cada uno es morada de encuentro. Donde se nutren y existen los valores. O donde el otro se encuentra consigo mismo.

Ahí está el punto que debemos aclarar. Si nos tenemos, a nosotros mismos, nada está perdido. No hay valores perdidos. A no ser que estuviéramos perdidos en el limbo de la locura. 

En el ámbito de la persona, la esperanza nunca se debe perder, no se puede dejar de creer. O, simplemente nos deshumanizamos para siempre.

La persona es humus -en la fertilidad de los valores-, aún cuando parezca que todo está perdido, como a veces pasa.

Si cada uno hace lo suyo oyendo su voz interior, o se deja iluminar por su propia luz; si se hace cargo de sí mismo y sabe cargar con la pena de los más débiles y marginados, la naturaleza, inclusive… entonces:
¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón (canción de Mercedes Sosa).
 Si haces algo, aunque sea poco -pero algo-, entonces sacas de ti lo que vale, y eso se multiplica como onda expansiva que alcanza la otra orilla. Los valores de nuestras virtudes se expanden infinitamente…

Por: fr. Gvillermo Delgado OP
Foto: jgda
sábado, 2 de octubre de 2010

Una pregunta desde la fe





JESÚS ¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI?
Aquí una respuesta breve

Por: Gvillermo Delgado OP


En las mismas preguntas que hacemos sobre nuestra existencia y destino encontraremos las respuestas. No tenemos que ir muy lejos.

Es parecido como cuando se nos pregunta sobre algo, interior o exterior, y respondemos con un: “no sé”. En realidad detrás de ese no se, sí sabemos las respuestas, lo que pasa es que nos resistimos a no responder con la verdad, por diversas razones… una razón es el miedo. El miedo es una gran puerta con muchos candados que no permite entrar e ir al otro lado. Llegar donde quiero y debo llegar.


Del mismo modo, imaginemos que estamos delante de Jesús y le preguntamos: Jesús, ¿Qué quieres que haga por ti? Uno tropieza consigo mismo, con Jesús, y con su mundo. Démonos cuenta que sabemos las respuestas de casi todo, pero preferimos dejar la fe en suspenso. Algo así como quien dice: “otro día será”.

Entonces la relación con Jesús se convierte en una relación muda, congelada en el vaso de los tantos compromisos que empezamos y abandonamos, y se quedan ahí como agua estancada, podrida, que no sirve de nada.

Entonces, ¿qué hacer?

Hay que hacer algo. Algo concreto. En primer lugar hay que buscar dentro de uno mismo, a partir de la sinceridad y el deseo de hacer algo. Y segundo vencer los miedos.


Ese hacer algo es desatar los nudos que me amarran en la comodidad, sabiendo que yo tengo cualidades con las que puedo ayudar a los otros. 

Es saber que no tengo derecho a hablar ni criticar si no me comprometo a cambiar las cosas que se pueden ser cambiadas. 

Para eso no hay que hacer grandes cosas, de las que  parecen imposibles, no… sería suficiente colaborar con los que ya están haciendo cosas. Eso es, al menos, hacer algo. Pero yo puedo hacer algo más que colaborar, como emprender algo nuevo. ¿Cómo hacerlo?


Para ese hacer algo debo derrotar los miedos. Convenciéndome que no necesariamente debo pensar como todos piensan, hacer lo que todos hacen, ir donde todos van… eso es fácil y ahí estoy seguro. 

El asunto es atreverse a ser diferente, pensar por sí mismo, ir a veces por otros caminos. Es atreverse a que la inseguridad de la fe te abra camino, como Abraham, cuando tomó camino sin saber que le iba a pedir Dios cuando llegara a la montaña.

Es ofrecerse a sí mismo como Jesús cuando dijo: Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente. Eso es desgastarse por lo que vale la pena, es la razón más importante de la existencia humana.



Ahora, vuelve sobre la pregunta...

No escarbes mucho. La respuesta a tus búsquedas está en la búsqueda misma. No vayas muy lejos. Empieza por encontrarte a ti mismo o a ti misma. No olvides esto: por alguna razón misteriosa el ser humano es un pregunta abierta, que empieza por ser respondida en él mismo.

He ahí el corazón del mandamiento principal del amor: Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón... y a tu prójimo como a ti mismo. 

Empieza en el ti mismo: se prójimo de ti mismo. Verás pronto a tu prójimo, y llegarás a Dios. Luego vuelve sobre ti mismo... así infinitamente.

Ya puedes decir: Jesús, ¿Qué quieres que haga por ti?

sábado, 28 de agosto de 2010

LA MEMORIA DE MUESTROS PUEBLOS


Hechos y palabras,
para reflexionar cuando 
intentamos celebrar las fiestas patrias
y desconocemos a las personas que hacemos la patria.

Si la sociedad guatemalteca, salvadoreña o latinoamericana es un cuerpo orgánico, los jóvenes deben ser la parte más vulnerable de ese cuerpo. Esta sociedad supura sus penas en ellos. Y ellos duelen inconscientes. Ahora ya no sólo duelen como "cosa" social. Ellos duelen desde su propia alma. Mueren por decenas, matan por docenas.


¿Qué será de Guatemala en diez años vista, si quienes tienen que "hacerse cargo de ella" ahora matan, mueren, y duelen? Esto pasa mientras "los que mandan" y re-tienen las decisiones en función de sus alucinógenas pasiones dejan pasar el tiempo para que la historia los juzgue desde sus hijos. Para entonces, ya no se hablará de los abuelos sino de los ante-pasados (muy atrás de estos abuelos), de aquellos que si sabían que el corazón, el cerebro, el cabello, y la nariz, ¡todo! es vital para que este cuerpo social viva. ¿Nos habremos perdido, todos, en el laberinto de las decenas y docenas de muerte-vidas por donde se fueron y extraviaron para siempre esas generaciones, que ahora no encuentran la salida? El caso es que todos, absolutamente todos, empezando desde la célula más pequeña de nuestro organismo, somos responsables de este asunto. Todos somos responsables. Todos. No se vale culpar.


Puestos en este punto ¿Hacia dónde direccionarnos? ¿Hacia la tradición viva y nostalgica del pasado de lo que fuimos, y morimos, siguiendo la ruta que nos trajo hasta este momento presente, algo así como desandando lo andado, o como quien suma los años de todos a sus escasos años cumplidos? O, ¿diseñar un futuro paradisíaco inventando y reinventando tradiciones según la conciencia y la subconsciencia de lo que fuimos, y el anhelo de lo que siempre hemos querido llegar a ser, para que por fin nos alcancemos a nosotros mismos? ¿Entonces...?

Quizá volveremos a lo que hemos dejado atrás, intencionalmente olvidado: las tradiciones y costumbres, nuestra fe y los valores, la salud de las bonitas relaciones...

Para revivir nuestra auténtica memoria ¿Tendremos que apagar todas las luces y volvernos a dar la mano en lugar de una fría llamada de teléfono?

Revivir nuestro origen y el sentido del destino significa ¿prenderle fuego a los ídolos sedientos de sangre, poder y lujuria, que conjuran a su antojo sobre nosotros?


Volver a las calles de sosiego y salud significa ¿empedrar las avenidas para que los pies  descalzos se calquen con el peso de nuestro corazón que sale al encuentro del otro?

¿Volveremos a esperar en los niños, creer en los jóvenes y amar en los adultos?

Sí! Con lo que tú y yo nos proponemos hacer ahora. La memoria es soñar el país que amamos.

Por: Guillermo Delgado
Fotos: jgda

sábado, 7 de agosto de 2010

Suenan allá adentro

Suenan allá adentro
los pasos acelerados
de la persecución clandestina,
entre calles y avenidas.
Carlos, Carlos, Carlos…

El corazón y su fuerza
no pueden atrincherarse más.

- A esta hora
Mis manos son palma vacía
en posición de ¡Alto!
Mi única barricada.

¡Delante de mi, el olor a pólvora,
fuerza irrevocable de mi asesino!

No puedo más,
No puedo más,
No puedo…

- No hay huellas,
No hay rastros.
Atrás no hay nada.
Mis zapatos en sosiego,
lo mismo mis dedos.
No hay voz en mis labios.

-¿Quién sabrá mi agonía?
¿De este último suspiro
  Lento
      Lento
         Len t o ?

Nada suena allá adentro,
nadie sabe quien es él.

- Ahí lo mataron.
- Mírenlo,
- Ahí, le dieron.

Yo nuca te vi, sólo supe de ti
cuando leí tus datos
debajo de una foto
en blanco y negro,
tamaño cédula.

También vi tu nombre
entre los ciento cuarenta mil:
esa muchedumbre,
de las columnas verticales
en el atrio de la Catedral metropolitana.
Donde te alumbra
al atardecer la sangre del cordero.

Engendrado y creado en esplendor sagrado,
desde la aurora de la juventud
dominas en medio de nuestros enemigos.

Tu irreverente ternura
te hizo caer vencido
para que el lirio erguido
de la belleza pura
destelle insurrecto
al alba prometida,
y se prenda gloriosa
en los corazones amantes,
de las parejas enamoradas.

Destelle jubilosa
acá adentro
en quienes andamos,
de las verapaces al Darién:
diciendo nuevamente
esa verdad que te trajo problemas
entre el beso y la ira.

No nos pierdas de vista
y quémanos en la muerte apasionada
para estos días en que se atisba
cualquier nueva conquista.

Que tu sangre
nos liberte
de toda tentación.

           Amén.

A: Carlos Morales. Asesinado en 1982.
Por: Guillermo Delgado
Fotos: jgda
sábado, 24 de julio de 2010

TU CANTO ES UNA VOZ

Tu canto es una voz
que dice cosas
que no siempre entiendo
como que no fueran para mi;
sin embargo al mirarme
vuelas, vuelves,
reiteras tu canto.

Yo inconsciente
sigo esperando
a que te poses en mi rama,
que cantes adentro,
más debajo de mi alma.
En la raíz secreta de estas flores.

¿Por dónde vienes ave mía
a caso entre los matorrales de Corinto
o por las alturas de los Cuchumatanes;
por el equilibrio del niño de pecho,
o por el vértigo de la edad de los abuelos?

Yo te estoy esperando
en la puerta del amanecer.
Con los cánticos sálmicos del templo sagrado,
para que derramen las nubes la victoria
y germine de la tierra la justicia.

Yo anhelo con nervio de fuego
que todos los clamores voceen en una
a la orden de Amós
en la fuerza isaídica consumada;
mientras en tu secreto silente
me tejes por dentro
otra vez como en el vientre de mi madre.

Para que cuando por fin vengas
me eleves en tu canto,
más allá de las alturas de tu mirar,
al otro lado de mi súplica,
me traigas en la suavidad de tu camino
a tocar por fin tus secretos
como tocas los míos en mi amor distraído.

Por: Guillermo Delgado
Fotos: jgda
martes, 20 de julio de 2010

Fiesta de luna llena

Las hojas de los liquidámbares se estremecen
nerviosas por el abrazo de los bejucos en su tallo.

Las oropéndulas van gritándose una a otra
mientras se persiguen
hasta alcanzarse en los guarumos.

Los clarineros  juegan sin disimulo
para atraer a sus hembras.
Por su parte, en otro árbol, los chíllos posan en el ápice de las ramas vigilando las distancias.
Después de todo, los pájaros llaman a sus hembras desde sus nidos. Y la luna invisible entre lo espeso del verano espía a la montaña en el otro extremo de la noche.

- Se acerca nuestra fiesta,
 nuestra fiesta de luna llena.

- Salgamos.

- Vámonos para la Ermita.

- Ponte el chal de la tardecita.

- Allá, a la distancia de otro día, los niños vienen cortando las flores y persiguiendo mariposas.

De un lado a otro los conacastes
bromean contentos,
mientras se pasan de mano en mano
el perfume del viento visible
en sus pequeños dedos dorados.

- A esta hora seguimos el rumbo
que nos trajo la mañana.

Mientras tanto, las mariposas duermen,
y brillan las luciérnagas
al compás del túngere, túnguere de las ranas.

Y la niña tomada de la mano de su Madre pregunta: ¿para dónde vamos Mami?

Cuando en el silencio de la noche los grillos tocan sus chinchines.


Por: fr. Gvillermmo Delgado OP
Fotos: jgda

sábado, 17 de julio de 2010

Carta de un Sacerdote Católico

Carta del P. Martín Lasarte, salesiano uruguayo que hace casi 20 años está en Angola (África). Es una carta dirigida al periódico New York Times, que se ha empeñado en una campaña mediática contra la Iglesia y el Papa, más allá del doloroso escándalo de los sacerdotes que han sido motivo de escándalo por sus inconductas sexuales aberrantes.

Querido hermano y hermana periodista:
Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.

Me da un gran dolor por el profundo mal que personas que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta.

Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes… Ciertamente ¡todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta odio.

¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG’s no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en Moxico mediante el único puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños... No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU. No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio. Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados. No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos… o sobretodo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.


No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región… Ninguno pasa los 40 años.

No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.

La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura…

Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico en la cual me siento ofendido.

Sólo le pido amigo periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión.

En Cristo,

P. Martín Lasarte sdb
Angola - África
jueves, 3 de junio de 2010

Lo humano


¿Qué sería de lo humano fuera de lo divino?


El ser humano es un caminante en marcha hacia una infinitud absoluta que jamás podrá medir. Él debe salir del mundo familiar de la existencia. No puede atrincherarse en su limitación. Está obligado a salir de sí mismo como entrega al Dios incomprensible. Pues sólo cuando entiende a Dios sin abarcarle ni comprenderle, es cuando su incomprensibidad llega a ser el contenido dichoso de su la existencia.

Dios actúa en el fondo de la existencia humana poniendo de relieve lo que el hombre es como criatura, imagen y semejanza suya. Lo humano está fundado en el abismo del absoluto, en el abismo de la libertad de Dios, por eso, de alguna manera, ya aquí mismo somos lo que debemos ser.

Pero esta no es una cuestión de mera comprensión racional.  Pues de no aceptarlo con gusto, no por eso dejaría de imponerse a nuestra existencia.

Es  la realidad de lo divino donde se funda el ser del hombre. Y sólo puede ser experimentado trascendentalmente desde su propia existencia histórica. Lo cual nos hace reconocer que hemos sido creados por Dios, a él destinados, colocados ante él y llamados a participar inmediatamente de su gloria. Pero nos hallamos todavía en la era del mundo, no donde nos corresponde estar eternamente.
  
Esta verdad la sabe todo hombre, aun aquel que no se declare creyente, arreligioso o que no tenga una fe explicitada, o sea "los cristianos anónimos" de los que habla Rahner. De cualquier modo aunque sea con “pretensiones racionales” todo Homo Sapiens Sapiens  busca explicitar esa verdad. Todo Sapiens dice amar, en palabras de Scott Peck: “el amor es la voluntad de extender los propios límites del yo, con el fin de impulsar el desarrollo espiritual propio o ajeno”.

 ¿Qué sería de lo humano fuera de Dios? No estaría ante la totalidad única de la realidad ni de su propia existencia. “Abría olvidado su propio olvido”. Habría dejado de ser humano, sería un animal habilidoso. O simplemente estaría en el nihilismo vacío encaminándose a la nada. Incapaz de amar sería intecambiado como un bien de consumo, tal como cocurre ahora, donde la humanidad se desactualiza, pierde valor, con y en los bienes que consume en el paso breve de tiempo. El mismo es cosa de consumo, algo, no siempre alguien. Y así como  intercambia bienes y servicios, se intercambia así mismo como sentimientos, amistad, cuerpo...

¿Cómo podríamos inteligir esta realidad del hombre histórico, sino es a partir de su propia existencia, desde dónde se sabe a sí mismo no conociéndose del todo por ser misterio él mismo y por estar enfrentado siempre con la “otra” misteriosidad? 

La persona humana individual relacional  es dios, dios relativo. Esa realidad constatada históricamente, inherente al hombre, que a la vez le es inmerecida y extraña- es lo que nos remite atrevernos a decir lo que de suyo es parte de nuestra propia autoexperiencia.

Guillermo Delgado-Acosta, OP
Breve estracto de mi tesis en teolgía.
El existencial Sobrenatural de Karl Rahner, 2001
martes, 4 de mayo de 2010

RABINAL y los cambios sociales


 Lectura social de los cambios en Rabinal

¿Son necesarios los cambios? ¿Hacia dónde se encaminan las sociedades indígenas de Guatemala? ¿Qué hay del colonialismo interno e histórico? ¿Quiénes son los nuevos sujetos de cambio? Éstas y otras preguntas acompañaron mi exploración de búsqueda entre los espinudos y limbóticos caminos de la desmadejada sociedad de Rabinal, acerca de los cambios y el poder. Comparto algunas ideas de aquella exploración. Si les interesa profunidizar más, pueden consultar el texto: Tradición y cambio en Rabinal, su manifestación en el poder local, Texto Ak Kutan, 32, 2007.


A. Influencia e intercambio de lo urbano y lo rural

1. Las comunidades indígenas de Rabinal tienen la capacidad natural de apertura y diálogo a nivel subjetivo y social, que les permite consolidar su identidad cultural, en tanto proceso específico de comunicación. Pero en los últimos años hay que considerar dificultades y beneficios de relación en dos ámbitos. Primero a nivel histórico, han sido influenciados por las culturas dominantes quienes han trasvasado elementos culturales en relaciones de dominación, a modo de colonialismo interno. Segundo, a nivel institucional, los agentes de cambio son los entes que configuran las instituciones en las comunidades, a través de los comités, los emigrantes y estudiantes.

2. Los años de la violencia se describen como cosa que vino de fuera, lo urbano. Los agentes de cambio son quienes operan en las aldeas a la sombra de factores concretos como la situación política de aquellos años, e influyen en los modos tradicionales de relación con la naturaleza y de organizar la vida en torno a los ciclos de siembra y cosecha. Con el tiempo ha favorecido y acelerado el auge del fenómeno de emigración, y el surgimiento de nuevos agentes de cambio: los jóvenes. La violencia debilitó las instituciones tradicionales mayas y las costumbres pero no las desapareció. Fortaleció la dispersión en la organización comunitaria y la cooptación de los líderes por el ejército, también congeló los ritmos cíclicos normales y el sustrato que da contenido a la comunidad y la familia, y la reinterpretó en la rigidez de las conductas inspiradas en la ley fuerte. Lo cual debilitó el liderazgo comunitario, y favoreció el estancamiento o retroceso en los procesos de desarrollo ya emprendidos desde antes del enfrentamiento armado.

3. La relación e intercambio de lo urbano y lo rural se considera a la luz de los elementos de la modernidad asumidos en las comunidades en los siguientes aspectos: la organización de la estructura familiar y la vida cotidiana; los jóvenes como indicativo de la apertura a lo otro por mediación de la educación y la migración, la adecuación a la tecnología, la comunicación y a los modos de intercambio comercial; el impacto ecológico y desgaste de las tierras; la nueva lectura de las tradiciones; los cambios psicosociales que genera la migración en quienes retornan.

B. Las funciones de los sujetos comunitarios

1. Los líderes comunitarios y los jóvenes son los agentes más importantes que inducen los cambios más significativos al interior de las comunidades, pero no de modo exclusivo.

2. La aceptación o rechazo de lo urbano se manifiesta en los comportamientos concretos de sus agentes, debilita el compromiso comunitario y fortalece los modelos democráticos de elección. La capacitación de los miembros a través de instituciones los condiciona en el modo de trabajo, y los hace más efectivos, lo cual contribuye a valorar lo propio en la relación nosotros-ustedes. En las comunidades subsisten indicios de las estrategias militares de dominación, que divide a los líderes comunitarios, lo cual hace frágil el sustrato ideológico que configura la vida política. Los líderes tradiciones han perdido protagonismo en las comunidades debido a la influencia y penetración de modos nuevos de organización oficial y no oficial, después de los años de la violencia.

Por: Guillermo Delgado
miércoles, 14 de abril de 2010

La parábola del hijo pródigo

El Padre Bondadoso A propósito de Lc 15, 11-32

Jesús fue un conocedor de los conflictos que se vivían en las familias de Galilea. Sus mensajes recrean tales situaciones. Por ejemplo, las discusiones entre padres e hijos, los deseos de independencia de algunos, o las rivalidades entre hermanos por derechos de herencia que ponían en peligro la cohesión y estabilidad de la familia.

La familia lo era todo. Una familia con problemas estremecía todos los ámbitos de las relaciones. Se sufría mucho. La familia era hogar, lugar de trabajo y sobrevivencia, fuente de identidad, seguridad y protección. Era difícil sobrevivir fuera de la familia.

Las crisis de familia pasan por restarle importancia a los vínculos de las relaciones entre los miembros de la familia.

¿Cómo puede un niño, una niña, un joven, un hombre, una mujer, ser y realizarse fuera del ámbito hogareño? ¿Dónde más ir? ¿Qué le queda al joven si se aventura fuera de ese calorcito? ¿Soportará el frío de lo desconocido? ¿Aguantará la soledad de la altura alcanzada allá en el ápice de su montaña de decisiones? ¿Qué sentido tendrá aquello de irse, sin que nadie le espere allá o aquí?

Jesús habla de la relación del Padre con el hijo. El hijo pide la herencia a su padre. Pero no sabe lo que hace. Pedir la herencia es dar por muerto a su padre. De ese modo rompe la solidaridad con la familia y echa por tierra su honor… lo que pide es una vergüenza y una locura para todo el pueblo. Es algo imperdonable. Todos los ojos le miran rabiosos. Están en desacuerdo con él. Menos los ojos del Padre. Él respeta la sinrazón de su hijo y reparte su herencia. Es decir, su vida y sustento.

El amor trasciende la locura. Tiene capacidad de mirar lejos.
¿Y la autoridad del Padre, dónde queda? ¿Cómo puede aceptar aquello perdiendo su propia dignidad y poniendo en peligro a toda la familia, y sobre todo el buen prestigio?

El hijo se marcha a “un país lejano” sin la protección de nadie. Ha caído en la degradación. Pero reacciona. ¿Es tarde?  Para el amor nunca es tarde. Tiene al Padre. Lo sabe.

Es tarde sólo para quien no tiene a nadie que le espere.
El Padre recibe a su hijo no como el patrón y patriarca de una familia. Sus gestos son los de una Madre. Esos besos y abrazos son signo de acogida y perdón, pero también de protección y defensa ante los vecinos, que apresuran la restauración de su dignidad dentro de la familia.

La sabiduría aun encima de la necedad del hijo está en saber volver, saber esperar, saber callar.

Al hijo mayor el regreso de su hermano no le produce alegría, si no rabia. Se siente extraño en la familia. Él no se había perdido en un país lejano, pero se encuentra perdido en su propio resentimiento.

El padre sale a invitarlo con el mismo cariño con que ha salido al encuentro del hijo que ha llegado de lejos. No le grita, no le da órdenes. No actúa como el patrón de la casa. Al contrario, como una Madre, le suplica una y otra vez que venga a la fiesta.

Es entonces cuando explota y deja al descubierto todo su rencor. Ahora no sabe sino humillar a su padre y denigrar a su hermano denunciando su vida de males.

El hijo mayor no entiende el amor de su padre hacia su hermano caído en la miseria. Él hermano mayor no acoge ni perdona.

De ahí las máximas que del amor derivan

El amor no es exclusividad de la persona buena, porque el amor subsiste a pesar de la maldad.

Quien no se abre al amor nunca sabrá darlo.

Quien nunca es perdonado, no perdonará jamás. En él la posibilidad de la ternura será siempre un sueño irrealizable.

En el odio nadie encuentra el camino seguro.

Es tractor que hace suyo todos los caminos está perdido en las tantas opciones. Porque destruye en todas las direcciones. Cualquier ruta que tome le llevará a cualquier extremo.

Sólo queda un camino que andar, y ese es el del amor. No existe otro. Mientras vivir sea nuestra tarea, y ser feliz  nuestra misión, el amor será el sentido definitivo.

Negarse al amor es exponerse al vacío que la soledad provoca. Es estar solo en un mundo de muchas compañías. Es exponerse a la vulnerabilidad de los límites.

La pérdida de sí mismo es mirar desde arriba con el lazo al cuello, con la enorme tentación de lanzarse al vacío. Es intentar resolver problema con problema. Es confabular males sobre males.

El peso más cruel es aquel que cae sobre uno mismo. Eso nos pasa cuando por la propia vileza nos marcamos en la frente y correremos desesperados en la vía pública sin ruta, como Caín, como si el enemigo nos persiguiera. El desamor mata.

Mientras el que ama, como el Padre, espera, tiende la mano.

El Padre es figura de Dios, del amor posible. Es quien sabe sacar lo mejor aún de lo peor, aún de quien reniegue de su propio amor.

Por: Gvillermo Delgado-Acosta OP
Fotos: de la Web.
martes, 16 de marzo de 2010