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¿Cómo Educar en valores en tiempo de globalización?



Educar en valores

De Guillermo Delgado OP



¿DE DÓNDE PARTIMOS?

Constataciones de la globalización


1. La globalización es un indicador de que no hay distancias físicas ni culturales, que todo está comunicado entre sí. A través de este fenómeno económico-científico y cultural se imponen costumbres y valores aceptados acríticamente por las diversas gentes, siendo unos sectores de la población más susceptibles a su aprehensión.
2. Las nuevas contradicciones pasan por las modalidades espontáneas de igualar a todas las culturas a través del mercado (economía), y a la vez por ensanchar las diferencias entre las grandes masas de pobres ubicados en los países del Sur y los pocos ricos del Norte.
3. Constatamos una sobrevaloración de lo material sobre lo social o moral.
4. La educación pasa por aceptación de la tecnología (útiles para el aprendizaje), la comunicación (conectados con otros mundos y “cosas”) y la economía (consumo).
5. Existe la sensación de que existe una única cultura (no existen mundos distintos), que se funda exclusivamente desde la “gran cultura”.
6. En las relaciones familiares: “Los padres se han vuelto como los hijos y los hijos como los padres. Como que los hijos saben más que los padres. Quizá porque el patrón regulado es que "somos guiados" por los medios y las técnicas de comunicación. La esperanza en las familias, está puesta en los niños y los jóvenes, pero ellos son afectados por la globalización”. (Adolfo Chen, Cobán, febrero del 2009).
7. Con la globalización tenemos una amenaza y un reto. “Es una situación bastante difícil. Hay que hacer uso responsable de las cosas. Si nos perjudica, hay que tener en cuenta eso”. (Taller sobre globalización Ak Kutan, febrero del 2009).
8. Existe el peligro de imitar en la pequeña familia los problemas de la “familia grande” (el Estado). Por ejemplo, imitar el quehacer de quienes gobiernan las cosas del Estado, en tanto “estado fallido”, al hacerlo infiltramos hacia nuestras familias esa condición de “familias fallidas” (infuncionales), debido a la aceptación inconsciente de los modos de hacer trampa, de ser infieles a las promesas,  y así una serie de acciones que solo aluden al fracaso social. 

¿EDUCAR PARA QUÉ?

1. Formar para la vida, no siempre para ser alguien (profesionalidad interesada). Una exdirectora de un Colegio Católico en El Salvador, hablando sobre los muchos jóvenes profesionales desempleados, me decía: “A veces creo que soy deshonesta con los jóvenes, cuando los oriento poniendo a la educación como un modo de acceder a la realización profesional”. En la realidad, no siempre la educación es garantía de lo que se busca. A veces no se alcanza nada. 
2. Formar para la diversidad cultural y religiosa. Con el criterio ético paulino: “Examinarlo todo y quedarse con lo bueno”. Dado que:
a) La religión no es el centro de la vida. Al menos para las nuevas generaciones. La Iglesia católica aparece como una religión más y no como la religión rectora de otros tiempos. Somos parte de un mundo atomizado. Y la religión es la mejor muestra de ella. No hablamos de “La Iglesia”, sino de “las iglesias”. Todas aparecen como portadoras de verdad.
b) Pérdida de credibilidad de las instituciones y las personas que las representan. La crisis institucional vulnera las relaciones sociales. Las personas quedan desamparadas ¿Dónde ir? ¿Quién me ampara? ¿Dónde está el Estado? ¿Dónde se fue el "pater familias"?
c) Aceptar críticamente la secularización. Ante las tendencias de la aceptación de la existencia de Dios sin religión, y ante los nuevos modos de individualismo y espiritualidad fuera de lo religioso, en contraste con el surgimiento de movimientos radicalmente conservadores, hemos de considerar esos extremos con criticidad.
d) Sopesar la integración de la espiritualidad (desde la mística humanista), junto a normas y costumbres propias, cara a la “gran cultura”, para la gran comunidad humana.
3. Formar para la consolidación de la familia. Familia nuclear, extensa (nuevos modos: familia monoparental, familias cortoplacistas, familias gay…). Revalorar la familia en ámbitos más amplios cosanguíneamente, cara a gran familia humana.
4. Formar en la valoración del costo humano del trabajo y la cooperación conjunta del cuido de la creación (pensar en actividades concretas, que visibilicen resultados inmediatos).
5. Formar en la revaloración de las normas. A partir de la sabiduría popular y el aprendizaje que nos da  la experiencia (en la figura del anciano o de los adultos mayores) y las tradiciones transmitidas y pulidas a lo largo del tiempo. A partir de las relaciones estímulo-sanción.

¿COMO HACERLO?

1. Con jornadas culturales para el fortalecimiento (sobre la base de lo existente) de valores, más allá de las condiciones sociales, religiosas y éticas. Por ejemplo: “la semana de la paz”, con compromisos concretos: “Yo, soy la paz” o “yo no golpeo”. E inducir respuesta con actitudes concretas en plazos cortos.
2. Revitalizar los tiempos lúdicos. Como días de campo, con tares de aprendizaje concretos. Con el fin de reactivar las capacidades de convivencia. Para contrarrestar las actitudes egocéntricas que se despliegan a partir de la globalización y de la gran familia humana.
3. Buscar sensibilizar sobre el sentido del dolor humano, a partir de los excluidos (el siervo doliente de Asíais). En contra de la aceptación lejana de la violencia que le pasa a otros, y ante la incursión de la materialización y manipulación de las cosas por el acceso desmedido de la tecnología y los medios de comunicación masivos y privados.
4. Agilizar métodos para palpar realidades, en combinación con conceptos abstractos. No basta con dar información, hay que crear métodos propios de conocimiento. La realidad duele, “la realidad se carga”. Alguien tiene que hacer algo. El indiferentismo tiene costos sociales y golpea éticamente a la persona. El indiferentismo mata.

Fotos: jgda
domingo, 6 de septiembre de 2009